Si la leyenda religiosa es “dejad que los niños se acerquen a mí”, la leyenda política es “dejar que los pobres” estén cerca de nosotros.
Y de nosotros, para inmolarse los políticos en la cancha pública por todos ellos.
Mínimo, seis de cada diez personas… en la jodidez.
Los pobres, claro, de igual modo, para “el acarreo” a los eventos públicos.
Y al mismo tiempo, para votar en las urnas por los candidatos del partido oficial en el trono imperial y faraónico.
Incluso, hasta pareciera existir una feroz competencia entre los políticos hablando de los pobres.
Ya quisieran elegir a su equipo de subalternos entre los pescadores y quienes para Jesús eran los pobres entre los pobres.
A tono, digamos, con la frase bíblica de que “pobre naces, pobre vives y pobre mueres”.
Pero, bueno, mientras existan pobres siempre habrá material humano para “el acarreo” y para ganar comicios.
Y para que entre todos desparramen incienso y loas a los políticos a su paso.
Sin los pobres, los políticos quedarían sin discurso.
Tan solo en Veracruz, un millón de indígenas. Dos millones de campesinos. Tres millones de obreros.
Todos, de clase baja. Y clase media baja.
79 (setenta y nueve) políticos han gobernado la entidad jarocha y la resultante económica y social, educativa y de salud, de seguridad y desarrollo humano deja mucho, demasiado, que desear para la mayoría poblacional.
Niños durmiendo en el pupitre en el salón de clases por la desnutrición y la anemia aguda.
Cada año la peor deserción estudiantil en los colegios primarios porque los padres llevan a los hijos al corte de café, cítricos y caña de azúcar pues significan una mano de obra más para mejorar el ingreso.
Enfermos en las regiones indígenas trasladados a la cabecera municipal para acercarse a la Clínica de Salud amarrados a una silla y a su vez la silla amarrada a la espalda de un montón de hombres quienes solidarios se van turnando en el camino al lado de los familiares.
Un alcalde pasa y un gobernador también y en las ocho regiones étnicas de Veracruz, la miseria y la pobreza atroz.
Y en forma paralela, la migración, primero, hacia las cabeceras municipales del Estado jarocho.
Después, hacia el interior del país soñando con un trabajito por ahí, incluso, de albañiles y pintores de brocha gorda.
Y luego, la migración a Estados Unidos y como migrantes sin papeles expuestos a la feroz cacería de la migra.
Un millón de indígenas en las regiones de Huayacocotla, Chicontepec, Otontepec, Papantla, Zongolica, Soteapan y los valles de Santa Marta (en Los Tuxtlas) y del Uxpanapa.
Más allá de estar en la pobreza, la miseria. El último grado de la dignidad humana.
Peor, mucho peor, cuando enferman. Y curándose con hierbitas medicinales.
El retrato indígena manifiesta la peor política económica y social de las tribus gobernantes cada seis y cuatro años.
Pobres nacieron y vivieron los abuelos.
Pobres nacieron y vivieron los padres.
Entonces, y en la primera oportunidad y cuando pueden los jóvenes agarran camino huyendo del infierno social.
Un migrante en EU lo expresó del siguiente modo:
“Más vale ser pobre en EU que en México”.

2 (Peor desigualdad económica y social)

De poco o nada sirvió que Jesús eligiera a los doce apóstoles entre pescadores, y quienes como los indígenas bien pueden considerarse pobres entre los pobres.
Tampoco que Pancho Villa integrara su gran ejército, los Dorados del Norte, con treinta mil indígenas y campesinos para luchar en la Revolución armados con las peligrosísimas armas de piedras y lanzas.
Ni que montón de campesinos siguieran a Emiliano Zapata en Morelos en defensa de la tierra.
Ni los votos en las urnas de los indígenas y campesinos a favor de Francisco I. Madero para derrocar al dictador Porfirio Díaz Mori.
Ni el famoso discurso de Luis Donaldo Colosio Murrieta como candidato presidencial gritoneando un México lleno de pobres y hambrientos de justicia social.
En México, una de las peores desigualdades económicas y sociales en el continente latinoamericano.
Veinte familias en el país dueñas de más del sesenta por ciento de la riqueza natural.
La fama pública en cada sexenio de nuevos pudientes y familias enriquecidas a la sombra del poder político.
Carlos Marx y Federico Engels y Lenin soñando con la llamada “Dictadura del proletariado”.
Los apóstoles de Jesús y Tomás Moro apostando a sus Comunas y en donde todos los seres humanos eran y serían siempre iguales.
El terrible y espantoso fracaso del socialismo animando y reanimando un mundo justo en el reparto de los bienes y la riqueza.
En todos los casos, los pobres como “carne de cañón” como se afirmaba en el siglo pasado.
La vanagloria de las tribus políticas de anunciar en casa sexenio que con los programas económicos y sociales sacaron de la pobreza a equis número de jodidos.
La estafa maestra.
La farsa.
La demagogia.
El populismo populachero.
La burla.
La mofa.
Simplemente, “tomaduras de pelo”.
Pobre naces. Pobre vives. Pobre mueres.
El destino irreversible para la mayoría poblacional.
Los políticos y los magnates como los grandes afortunados. (lv)