Cristina Fernández, y la orden oficial para decomisar sus bienes por casi quinientos millones de dólares acumulados en su vida pública.
Más de cien inmuebles. Cuentas bancarias. Terrenos. Sociedades anónimas.
Incluso, quedar sorprendidos con que al presidente de Colombia, el exguerrillero Gustavo Petro, le encantan los streaptease cuando viaja a otros países y asiste como un fanático más.
Pero la máxima sorpresa en ningún momento está en EU, Argentina o Colombia.
Está en México. Y en Puebla.
En Puebla, un presbítero de la iglesia católica y apostólica se ha ganado el sobrenombre del “Padre Mil Amores”.
En las redes sociales, por ejemplo, circulan varias fotos donde el curita Francisco Javier López Flores aparece abracito y besándose con varias chicas, menores de veinticinco años.
Guapas y bonitas. Atractivas. Caritas sensuales. Cuerpos irradiantes y con mejores caderas que Rarotonga y la chica de Ipanema “con su dulce bamboleo camino al mar”.
El Sumo Pontífice, León XIV, anda ocupado con el Obispo pedófilo de España, y ahora, nuevo reality show en México.
Padrecito querendón, pues.
Además, infiel, pues como el chupamirto suele andar de flor en flor. De nido en nido. De tálamo en tálamo.
Y la jerarquía eclesiástica de Puebla, todo indica, aplicando el principio francés, “deja hacer y deja pasar”.
A tono, digamos, que Jesucristo con la mayoría de los apóstoles, pescadores todos, y casados, mínimo, la mitad. Más de la mitad.
Y uno que otro con una amante.
Claro, el “Padre Mil Amores” más bien está cerca del ídolo mexicano, Pancho Villa.
Casado en veintinueve ocasiones. Y con la bendición sacerdotal. Y con veintiocho hijos.
Se ignora si el “Padrecito Mil Amores” tendrá hijos, como aquel curita de Carlos A. Carrillo con dos mujeres y cuatro hijos.
Y “dándose golpes de pecho”.

2 (“Ordeñando la vaca”)

En las redes sociales también señalan al “Padrecito Mil Amores” de “estar metiendo las manos al cajón” de la iglesia.
Es más, parte de los feligreses solicitan una auditoría a la autoridad religiosa.
Tal cual, los sacerdotes y obispos y anexos y conexos metidos en el triángulo del Apocalipsis.
Uno, los curas pedófilos.
Dos, los curas “mil amores”.
Y, tres, los curas “ordeñando la vaca”.
Por menos, mucho menos, la iglesia condenó al obispo de la Teología de la Liberación, Sergio Méndez Arceo, en el siglo anterior.
Jesús lanzó a Judas, el apóstol, de su paraíso, cuando lo vendiera en treinta monedas.

3 (Sacerdotes famosos)

En el pueblo, cuarteto de presbíteros famosos.
Uno, con una amante. Una feligresa enamorada en el secreto de la confesión.
Otro, con otra amante. Una chica seducida cuando impartía el catecismo a los niños los sábados en la mañana.
Otro, con un efebo. Y a quien tenía de sacristán.
Y otro más, animalista puro. Con más de cincuenta perritos en la iglesia y en donde los feligreses estaban obligados a la tolerancia pues los perritos consentidos dormían en las bancas y nadie debía protestar.
La vida religiosa como es y ha sido.
“Somos seres humanos” afirmaba uno de aquellos sacerdotes.

4 (Magia sacerdotal)

Suerte da el Ser Superior a uno que otro de sus ministros:
El “Padre Mil Amores” es un hombre robusto.
Pelón.
Con pancita.
Feíto.
Pero de seguro, primero, con mucha labia.
Y, segundo, la mágica carga química con el vestuario sacerdotal. El alba. El cíngulo. La estola. La camisa clerical. El alzacuello. El traje negro.
Todo se conjunta para volverse irresistible ante cierto tipo de chicas y mujeres.
Chicas, por cierto, ganando nombre y renombre en el pueblo como preferidas del “Padre Mil Amores”.
“El padre es mi amante” bien puede enorgullecerse una chica ante otra teniendo de amante a un obrero, un albañil, un jardinero, un taxista.
Incluso, el futbolista del barrio.
Además, y ñapa, haciendo el sexo con un ministro de Dios.
El enviado de Dios en la tierra.
Casi casi, una relación amatoria purificada.

5 (Los Borgia en el Vaticano)

En 1492, Rodrigo Borgia asciende al poder eclesiástico. Como Sumo Pontífice multiplica el poder a través del soborno, la extorsión, la tortura y el sexo.
Miembros de una dinastía española, y en la Italia renacentista, empalman el poder eclesiástico con el poder terrenal.
La monja y poetisa sor Juana Inés de la Cruz, en amoríos y en su celda en el convento con la esposa de un Virrey.
“La vida es así y qué le vamos a hacer”.

6 (“El sexo mueve el mundo”)

El “Padrecito Mil Amores” del pueblo de Zacatlán testimoniando la parte terrenal de la iglesia católica.
Sacerdotes solteros o casados, de cualquier forma, la tentación humana por el sexo opuesto está fuera de control.
Y en las pasiones, nadie manda. “El sexo mueve el mundo” escribió Sigmund Freud en sus treinta libros en la materia. (lv)