La iglesia en el infierno
1 (Los curas pedófilos)
El Vaticano, ahora con León XIV, de nuevo a prueba. El peor talón de Aquiles, la pederastia de los sacerdotes. Los ministros de Dios. El Sumo Pontífice, a la orilla del precipicio.
Más, mucho más, cuando un cura de España, asignado en Madrid, acosó en el año 1990, a un menor.
Es decir, 35 (treinta y cinco) años en la impunidad total y absoluta.
Más ahora cuando el cura aquel, Rafael Zornoza, es obispo en Cádiz.
El obispo tiene 76 (setenta y seis) años. Tiempo cuando ya debiera estar jubilado pues el Código Canónico lo contempla a los 75 años.
Por fortuna, León XIV ya expidió la orden para la investigación.
Fue a partir de cuando la víctima insistió en la denuncia.
Indicativo: durante cuatro meses, el obispo fue encubierto.
Nadie dudaría de la denuncia en los últimos meses del papa Francisco Primero.
Y Francisco Primero habría aplicado el principio francés. “Dejar hacer. Y dejar pasar”.
Como cuando, por ejemplo, el papa Benedicto XVI enfrentó tantas denuncias en el mundo en contra del padrecito Marcial Maciel, el más famoso violador de la iglesia católica y apostólica y de menores y de menores estudiando en el Seminario para sacerdotes.
Una lastra de los ministros de Dios.
Un cáncer social y sicológico.
Una vez más, Sigmund Freud tiene razón.
“El sexo mueve el mundo”.
El primer deseo. La primera tentación. La primera pasión. El primer sexo. El primer amor.
Unos expertos apuestan como una solución permitir el matrimonio de los sacerdotes… como en otras iglesias.
Pero está probada y comprobada la infidelidad masculina con todo y estar casados.
Caray, Panchito Villa (Doroteo Arango) casó veintinueve ocasiones y procreó con sus mujeres veintiocho hijos.
La iglesia católica, desacreditada en el mundo por la pedofilia sacerdotal.
Y por los amoríos de los sacerdotes con mujeres.
Como aquel famoso curita de la Cuenca del Papaloapan con dos mujeres. Una para la mañana. Y otra para la tarde/noche.
La mayoría de los apóstoles de Jesucristo estaban casados.
La historia de Jezabel en el Apocalipsis. La mujer de alquiler a quien Dios le ofreció perdonar a cambio de dejar la prostitución. Pero ella fue categórica: era dichosa y feliz como mesalina.
Desde el siglo anterior, los escándalos sexuales de parte de los curas de la iglesia católica.
Y ningún Pontífice ha cabildeado la posibilidad de frenar la tendencia.
Con todo y el daño religioso, moral y social de la iglesia.
La tentación de la carne es canija.
2 (Purificación sexual y moral de los curitas)
Al momento, miles de millones de euros y dólares ha gastado el Vaticano, primero, para indemnizar a las víctimas de la pedofilia sacerdotal.
Y, segundo, para acallar conciencias.
En contraparte, ninguna intentona, parece, para buscar la llamada purificación moral.
Más cuando la homilía resulta insuficiente para controlar las pasiones sacerdotales despertadas por un cuerpo femenino y/o masculino.
Y de niños.
En el relato bíblico se habla de mujeres de alquiler.
Pero en ningún momento, si se recuerda bien, de la otra comunidad sexual.
Su origen bien pudiera extraviarse “en la noche de todos los tiempos”.
El fenómeno sigue vigente.
Y perturbando al Vaticano y a las buenas conciencias.
3 (Efebos incandescentes)
Sócrates y Séneca filosofando en la plaza pública y después yéndose a los baños públicos con sus efebos.
El emperador Adriano enloquecido con su chamaquito, Antínoo.
Alejandro Magno, bisexual.
“El amor que no se atreve a pronunciar su nombre” exclamaba el amante del escritor Oscar Wilde.
Historias vigentes entre algunos ministros de Dios. (lv)

