En el primer trimestre de año, publica y documenta Sofía Quiñones, diecisiete feminicidios.
Entre ellos, una niña de siete años.
En el periódico digital AVC Noticas, de la maestraza Flavia Morales, los documenta.
Nombres de las víctimas. Lugares. Días.
Lo hace en tiempo memorable y citable, cuando, por ejemplo, hay en el estado jarocho más de mil niños huérfanos.
Y cuando la actriz Adriana Fonseca ha sido ungida reina del carnaval y por segunda ocasión como su antecesora Yuri, cincuenta años en el medio artístico.
Y cuando en Cerro Azul, en el norte de Veracruz, descubrieron más, más, más narcocámaras, aquellas instaladas por los malandros para espiar a los habitantes del pueblo.
Y cuando a un ladito, en Poza Rica, dos personas más desaparecidas con más de siete mil cuatrocientos desaparecidos.
Sonia Pérez Villa. 40 años.
Alonso San Martín Flores. 41 años.
Diecisiete feminicidios en el primer trimestre de la era Nahle son muchos. Demasiados.
Más de cinco por mes.
Más de una por cada semana del mes.
Bueno, y en todo caso, con un feminicidio basta y sobra para encorajinarse y decepcionarse con el estilo personal de ejercer el poder.
Y más cuando en el palenque público gritonean como filosofía sexenal que “vamos a cuidar a las mujeres”.
Un tsunami, todo indica, que ninguna autoridad ha podido frenar. Disminuir. Acotar.
Y menos, mucho menos, con la frasecita bíblica de que “vamos a erradicar el feminicidio”.
¡Vaya palabrerío insulso, ofensivo y humillante a la dignidad humana, la dignidad femenina!
Sobre todo, recordando que toda vida es invaluable.
De entrada, montón de hijos huérfanos.
Además, diecisiete hogares enlutados padeciendo el dolor y el sufrimiento.
Quizá parejas viudas.
Acaso padres ancianos a la deriva económica y social considerando, por ejemplo, que muchas mujeres significan el sostén familiar.
En un Veracruz donde seis de cada diez habitantes son mujeres.
Y en un Veracruz, donde igual, igualito como en el resto del país, se pavonean gritoneando “la hora de las mujeres”.
Pero… de las mujeres metidas a la política, y como en el caso hoy, candidatas a presidentas municipales en sus demarcaciones.
“La hora de las mujeres”, cierto, pero de las mujeres políticas.
Jodidas, las mujeres indígenas, campesinas y obreras.
Y más jodidas, porque aparte del desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos y la migración de los hombres (también de mujeres) a Estados Unidos, vivir en medio de la incertidumbre y la zozobra.
El secuestro. La desaparición. El ultraje. La extorsión. El asesinato. El feminicidio. Y el tiradero de cadáveres en una calle, una avenida, un camino, un cañaveral.
Veracruz, cuatro meses y semanas después de iniciada la era Nahle. (lv)