El mantenerse en el palenque público y/o pasar de la gloria al infierno.
Job, el paciente que sabe esperar. O el Judas que vende su alma y traiciona al jefe máximo.
Por ejemplo, parte de su historia pública.

DOS. Un político en campaña

Se soñó candidato de MORENA a gobernador y recurrió a todo, sin leer con sangre fría el tsunami obradorista.
Coronó a “las flores más bellas del ejido” como parte de su precampaña sicológica partidista.
Escribió libros sobre la negritud declarándose el Yanga del siglo XXI.
Presentó los libros en sociedad y festinó que la gente hacía fila para comprar un ejemplar y en una tarde (y en Yanga) vendió más de dos mil.
Viajó con un equipo de políticos y reporteros a Baja California, su tierra adoptiva, para cacarear sus vientos favorables.

TRES. El malo de la película

Organizó exposiciones de caricaturistas en su pueblo, Otatitlán.
Y hasta inauguró una Clínica de Salud haciendo a un lado al secretario de Salud.
Declaró la guerra a los opositores de su góber precioso, Cuitláhuac García, digamos, para congraciarse más con él derecho, derechito, a la candidatura a gobernador.
Incluso, promoviéndose entre su Cartel Mediático cabildeado por su sobrino, el director de TV Más, Víctor Cisneros.
Es más, intimidó a los políticos incómodos e indeseables a Cuitláhuac y, claro, a él mismo.
Se manifestó como el hippie del siglo XXI tripulando al frente en moto y delante de motocilistas, su tribu fans y feligresa.

CUATRO. Exhibido en el palenque

Iba de compras a plaza comercial del pueblo donde decidió vivir, Coatepec. Y los suyos le tomaban videos y lo trepaban en las redes sociales nomás para dejar testimonio de que a diferencia del presidente Enrique Peña Nieto sabía los precios de los artículos básicos porque “iba al mandado”.
Compareció en el Palacio Legislativo como torero en tarde de luces encaramado en una barda con los brazos en alto y una sonrisa más grande que la sandía pintada por Diego Rivera en acuarela gigantesca.
Declaró a la Fiscal dama de compañía en su girita de pueblo en pueblo, quizá, porque bien le pudo ofrecer la secretaría de Gobierno en caso de quedar con la nominación a jefazazo del Poder Ejecutivo estatal.

CINCO. La marcha de Zacatecas…

Alardeó tener de su lado a cien presidentes municipales.
Pero de pronto, caray, sonó “La marcha de Zacatecas” y Éric Cisneros y Burgos fue destituido de la secretaría de Gobierno, “El dos del palacio”, “El dos de Cuitláhuac”.
Y como Himilcon en Sicilia obtuvo victorias pírricas y regresó a casa y sin hablar con nadie se presumió hombre muerto.

SEIS. Un político libre

Y desde entonces, retirado. Enclaustrado. Encerrado en su búnker en Coatepec, parece.
Y de seguro es muy ahorrativo y tiene fondos suficientes para garantizar la despensa alimenticia en casa y satisfactores anexos y conexos.
Una lección de vida para que ningún político la olvide y sepa leer con interés y curiosidad. Pero también con humildad y sencillez para seguir aprendiendo.
En el otro lado Morenaco de Veracruz, lo están tratando, todo parece, como a un político negro en el tiempo del Ku Klux Klan, demonizado y condenado por atreverse a ejercer su libertad humana y con dignidad personal. (lv)