Retrato sicológico
**De Donald Trump
** Aureola mesiánica
ESCALERAS: Un retrato sicológico de Donald Trump, elegido presidente de Estados Unidos por segunda ocasión, lo pinta el columnista Raymundo Riva Palacio en la columna “Estrictamente Personal” publicada en el periódico El Financiero: “Racista. Misógino. Hipermachista. Soberbio. Rencoroso. Violento.
Impredecible. Mercurial. Toma decisiones sin consultar ni consensuar.
Es tan altanero como grosero.
No tiene filtros, como lo prueba su memorable animosidad con la excanciller federal de Alemania Angela Markel, que en algún momento lo comparó –sin que hasta hoy se sepa si entendió– con Adolfo Hitler.
En todo caso, Trump le dijo “estúpida” durante una llamada telefónica y con sus asesores se refería a ella como “la perra Merkel”.
PASAMANOS: Pero con todo, igual, igualito como tu antecesor, Barack Obama, Trump se creó una especie de aureola mesiánica.
Obama, por ejemplo, su marca. La marca Obama según el cronista y escritor Juan Villoro en su último libro, “No soy un robot”.
Obama perdió la elección, primero, con Hillary Clinton como candidata y después con Kamala Harris como su favorita.
Y en el par de ocasiones, ante Trump.
En cambio, Obama conservó su marca. La marca Obama. Como si fuera un producto comercial.
CORREDORES: Alrededor de Trump, un fanatismo.
La venta comercial de que la población norteamericana puede rozar la superficie del cielo con la yema de los dedos.
Y derivar de una vida común y sencilla, clase baja incluso, a los más altos decibeles de la economía, digamos, clase media alta y clase alta.
Entonces, simplemente, la venta (barata y ramplona, populista y populachera) de esperanzas, ilusiones, quimeras y utopías.
Trump, el único magnate multimillonario y político identificado con la mayoría poblacional defendiendo “ a quienes se sienten olvidados” (Notiver).
BALCONES: Características del fenómeno Trump en Estados Unidos de acuerdo con las agencias noticiosas:
“Capacidad para expandir los límites de lo impensable a la realidad.
Ampliar sus fronteras sociales mediante una conexión profunda con sus seguidores, quien ven sus ideales como un reflejo de su propia identidad.
La creación de un fanatismo y nacionalismo dejando la imagen de político de lado para volverse un mesías.
Los seguidores y simpatizantes transfigurados en unos fanáticos.
Actuar como una figura de celebridad para amacizar en los admiradores la percepción del fanatismo.
Azuzar a los norteamericanos que se sienten excluidos y traicionados por el sistema”.
PASILLOS: Su discurso está centrado en trío de ejes rectores:
Uno. “La narrativa de la exclusión. Una batalla entre los buenos (él y sus aliados y simpatizantes) contra los malos (opositores, demócratas y el sistema político establecido”.
Dos. La autenticidad del personaje. Trump, el político honesto y directo, el político que dice lo que piensa y actúa sin los filtros de la política tradicional.
Y, tres. La desconfianza en el sistema político. Trump, fortaleciendo la creencia de sus seguidos de que únicamente él puede arreglar el sistema y los problemas atrayendo a quienes sienten el olvido del gobierno”.
VENTANAS: Igual, igualito, de cuando el Obradorismo en el sexenio pasado, con Trump “los seguidores se enfocan en reafirmar su lealtad hacia él”.
Por eso, AMLO, por ejemplo, cacareaba la importancia sobrenatural de la lealtad, la lealtad perruna, por encima y lejos de la eficacia y la eficiencia en la administración pública.
Y si en el camino de “la honestidad valiente y la purificación moral” “te cachan, entonces, te echas la culpa y te callas”.
Cuatro años más en EU, el fanatismo mesiánico por Donald Trump. (lv)