“Lean, lean, lean”
1 (Plegaria de un obispo)
Un ministro de Dios, el obispo del Pueblo Mágico de Orizaba, Eduardo Cervantes, se ha ocupado, digamos, de la utopía de crear la “República de Lectores” en el obradorismo.
Y desde el púlpito solicitó tremenda hazaña a los feligreses: “Ojalá que nos animemos a leer"
El argumento poderoso fue el siguiente: "México es un país en que estamos como estamos porque no leemos”.
Un sexenio después quedó manifiesta la gran estafa de la República de Lectores canturreada por el escritor Paco Ignacio Taibo II.
Parte (mínima) de la población, sobre todo, la población guinda y marrón, terminó leyendo, digamos, unos dos o tres libros anuales cuando la estadística nacional es de la lectura de un libro per cápita al año.
Y un libro anual, por lo general, soñando con volverse millonario de “la noche a la mañana”.
Vaya, García, el góber salsero de Veracruz, festinó ante Taibo II la fiebre por la lectura incandescente en los cuatro puntos cardinales.
Como si se tratara de un decreto.
¡Vaya utopía con la denominada “Travesía Literaria” de Xalapa a Coatepec el día de hoy para celebrar el Día Mundial del Libro!
Las campanas repiqueteando… por un pueblo para quien lo primordial es la despensa en casa todos los días para la familia.
Más, en un Veracruz donde medio millón de habitantes apenas, apenitas, hacen dos comidas al día, y mal comidas, por la precariedad vivida y padecida.
Claro, las tribus políticas (y por añadidura, los ministros de Dios) están seguros de lograr el gran milagro de la lectura en cada habitante únicamente porque ellos lo citan y piden en el discurso político y religioso.
Pero como dice la letra de “La bamba”, para bailarla “se necesita un poquito de gracia y otras cositas”.
Nadie en el mundo ha leído ni aprendido a leer ni menos cultivada la disciplina de la lectura por decreto.
Ni siquiera, vaya, cuando en Cuba Fidel Castro Ruz ordenó dormir todas las noches a los niños contándoles un cuento, una historieta.
Primero, la papa. Luego, una vida sana. Después, “y con el tiempo y un ganchito”, la lectura.
“Veinte y las malas”, por ejemplo, a la disciplina y voluntad de los maestros de las escuelas primarias, secundarias, bachillerato y universidad leyendo apenas, apenitas, los libros de texto.
Si bien les va, pues tienen años repitiendo la misma cátedra, entonces, apuestan a su inteligencia incandescente y talento sin releer, por ejemplo.
Entonces, ninguna duda de empezar la gran transformación cultural de Veracruz y del país induciendo a los profes a la lectura.
Luego, los profes induciendo a los estudiantes.
Y si es posible, hasta integrar comités de lectura en las escuelas, los barrios, las colonias populares, las comunidades, con la participación de padres de familia, maestros y alumnos.
Digamos, una extraordinaria cruzada cívica (tipo refresco de Cola) para levantar expectativas y despertar la curiosidad y entrar a una euforia sin precedente por la lectura.
Y siempre pensando a largo plazo.
Tarea de muchos años por delante.
El obispo de Orizaba bien podría empezar su tarea evangélica con los feligreses de la Diócesis con el mismo operativo.
La homilía es insuficiente.
Homilía sin campaña evangélica, educativa y social está condenada a morir en el intento.
Y de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
2 (Llevar de la mano)
La única estrategia efectiva para lograr una República de Lectores es la siguiente:
Intensa y sistemática campaña para desde el vientre materno, las madres y los padres lean cuentos al feto.
Segundo, cuando el bebé nace, seguir leyéndole todas las noches para dormirlo.
Tercero, reproducir la historia del escritor Carlos Monsiváis Aceves con su señora madre cuando le enseñara a escribir y leer a los cuatro años de edad.
Cuarto, reproducir la historia de la mamá de Monsiváis de inducirlo a la lectura de la Biblia a los cinco años.
(Y/o en todo caso, otros libros).
Cinco, estar pendiente en un proceso inacabable para llevar de la mano al niño en la escuela primaria y al adolescente en la lectura en la secundaria.
Seis, estímulos al niño para reactivar interés y curiosidad.
Mientras, de nada sirven los discursos patrioteros de Paco Ignacio Taibo II con su República de Lectores desde el Fondo de Cultura Económica.
De nada tampoco las buenas intenciones del obispo de Orizaba diciendo a los feligreses “lean, lean, lean”.
Taibo II equivocó la estrategia cultural durante seis años.
Y todavía lo ratificaron. (lv)