“La Causa del Pueblo”
**Periodismo libre
**Represión oficial
UNO. Intelectuales con reporteros
Uno de los capítulos estelares del periodismo libre en el mundo lo escribió Jean-Paul Sartre luego del movimiento estudiantil en París en 1968.
El filósofo del existencialismo se integró con un grupo de escritores, intelectuales y académicos y lanzaron el periódico “La causa del pueblo”.
Contaron las historias de los obreros franceses por la lucha económica y social y por la libertad.
Incluso, procuraron que los textos fueran escritos por obreros. Y hasta participar en la venta en las calles y avenidas.
DOS. Obreros, dueños del periódico
El periódico no tenía propietario. Los dueños eran todos los obreros. Asesorados por los intelectuales.
La vieja utopía, digamos, de la Comuna y en donde todos son iguales.
Y, claro, y como es natural, el periódico atacaba, cuestionaba, evidenciaba al régimen político en turno.
El primer número apareció el primero de mayo de 1970. El director era Sartre.
Y el ministro del Interior del gobierno francés, encolerizado, molesto, irritado, asestó manotazo.
Y ordenó a los policías secuestraran cada ejemplar listo para venderse.
Nunca (claro, la cautela) se fue contra Sartre. Y en cambio, duro, tupido y rudo contra los obreros que lo vendían en las calles.
TRES. Pararon en la cárcel
El impresor del periódico burló la vigilancia oficial y cada nueva edición era adelantada para sorprender a los policías.
Entonces, el gobierno se fue en contra de los obreros voceadores y los empezó a detener.
Y los llevó a los tribunales acusados de integrar una liga política y social según cuenta la escritora Simone de Beauvoir en su libro de memorias, “La ceremonia del adiós”.
Sartre y Beauvoir y los amigos intelectuales además de defender a los trabajadores en el banquillo de los acusados se fueron a la calle a vender ellos mismos el periódico.
CUATRO. Autoridad doblada
Y lo vendían en una clara provocación en el centro de París.
Esperando, desde luego, ser detenidos y con lo que el conflicto se volvería internacional.
El descrédito para el gobierno y su tribu gobernante.
Fue cuando la autoridad se dobló, arrodilló y permitió que el periódico “La causa del pueblo” se vendiera en los quiscos, en igualdad de circunstancias que el resto de la prensa.
Una leyenda, filosofía de vida, circulaba y aleteaba en todos lados en Francia. La resumieron del siguiente modo:
“No es posible defender la justicia y la liberta sin organizar la solidaridad popular”.
Todos ellos se dieron a la tarea de integrar a la población.
CINCO. Periodismo opinativo
Tiempo aquel cuando en el mundo el periodismo era opinativo. Más que publicar las noticias del día los periodistas y articulistas se ocupaban de analizar los hechos y expresar su punto de vista.
Digamos, como en México el periódico “Regeneración” de Ricardo Flores Magón.
Y los periódicos donde trabajaron el montón de periodistas que “eran hombres, pero parecían gigantes”.
Entre otros, Francisco Zarco, Ignacio Ramírez El Nigromante, y su discípulo, Ignacio Altamirano.
Incluso, todos ellos ungidos políticos y ministros de Estado con el presidente Benito Juárez García.
Pero cuando a Juárez le entró la locura de la reelección, todos renunciaron en masa y regresaron al periodismo con más enjundia y pasión volcánica.
SEIS. El periodismo con pasión
Y, claro, enfrentando y confrontado a Juárez, y quien, por cierto, Estadista al fin, nunca “movió un dedo” para detenerlos acusados, por ejemplo, de disolución social y obstruir al “buen gobierno”.
Gran nostalgia por aquel periodismo. La pasión con que todos ellos ejercieron el trabajo informativo.
El ejercicio pleno de la libertad.
Y aparejada a la dignidad humana. (lv)