La mecha ardiendo…
**Indignación crónica
**Y en Veracruz
ESCALERAS: Poco a poco, la población en Veracruz se fue irritando. Enfureciendo. Encabritando.
La mecha que prendió el fuego inició con el primer feminicidio, una migrante de América Central emboscada en los límites de Isla y Rodríguez Clara en el mes de diciembre del año 2018.
Y la respuesta contemplativa de la llamada entonces 4T.
Luego, el segundo y el tercero y el cuarto feminicidio. Y en los cuatro puntos cardinales el fuego bíblico se extendió.
Entonces, una madre de familia secuestrada, desaparecida y asesinada en Coatzacoalcos luego de dejar a sus hijos menores en la escuela primaria.
PASAMANOS: Y el furor social se empalmó en los días y las noches.
De pronto, ¡zas!, y como ahora, en el palenque público de norte a sur y de este a oeste, un total de 34 (treinta y cuatro) Colectivos integrados con padres con hijas y parientas desaparecidas.
Las madres de familia, sobre todo, en los 34 Colectivos rastreando la pista de sus hijas. Claro, también de los hijos.
Y revoloteando la tierra buscando huellas de vida.
Y en las cárceles. Los hospitales. Las casas de asignación.
CORREDORES: Y cuando la mitad de la población y la otra mitad lo advirtió Veracruz estaba en el ranking nacional de feminicidios.
El primer lugar.
Por encima de estados mucho más conflictivos en la materia como Sinaloa, Chihuahua, Guanajuato y Tamaulipas.
Vaya, en un resbalón de la lengua y ante tantos feminicidios, García, el góber, aseguró en un informe de gobierno en Tlacotalpan que “aquí, las mujeres pueden soñar”.
El pitorreo de García. La burla. La mofa. El despapaye.
En todo caso, manifestando su identidad, su formación humanística y social, sus principios (ajá).
BALCONES: Hay graves pendientes.
Uno, el desempleo, el subempleo y la migración a Estados Unidos, Veracruz que también lo es, y en primer lugar nacional.
Dos, la pésima calidad educativa, por ejemplo, con 550 (quinientos cincuenta mil) personas mayores de 14 años de edad que no saben leer ni escribir.
¡Vaya vergüenza nacional!
Tres, la pésima calidad de la salud pública. Más hiriente con la vacilada aquella de una salud social mejor que en Dinamarca.
Cuatro, un desarrollo humano atorado desde toda la vida.
Pero por encima de todo, los feminicidios.
PASILLOS: Con Javier Duarte, un infierno llamado Veracruz para los trabajadores de la información.
Con Agustín Acosta Lagunes, la famosa “Sonora Matancera”, los malandros de entonces, dueños del día y de la noche.
Con Luis Mier y Terán, el asesinato de los jarochos rebeldes a la reelección de Porfirio Díaz Mori, el dictador.
Y con Teodoro A. Dehesa, el crimen de trescientos obreros textiles de Río Blanco.
Ahora, con García, el góber, el turno es para las mujeres con los feminicidios.
El peor momento social en la historia para las mujeres.
Y lo peor, que iniciado el feminicidio en el mes de diciembre del año 2018, todavía hoy (a un mes y días de concluir el mandato constitucional) sigue adueñado de la agenda pública.
VENTANAS: Poco a poco, cientos de hogares en Veracruz se fueron enardeciendo con los feminicidios.
Y del primero al sexto (y último) año del sexenio, nunca, jamás, García y los suyos, expresaron voluntad social concreta y específica para frenar la masacre femenina.
Nunca le interesó, ocupó ni menos preocupó a García.
Casi casi, como si odiara a las mujeres. Y hasta deseara exterminarlas.
Algún motivo sicológico poderoso tendrá… (lv)