Redentores sociales
**Solidaridad humana
**Pero nada lograron...
UNO. Redentores sociales
En el siglo XIX, entre los intelectuales y los trabajadores existió una buena vibra fuera de serie.
Unos y otros empalmados buscando una mejor calidad de vida; sobre todo, para los obreros, el sector más jodido.
Fue en Europa y el escritor y filósofo, Jean-Paul Sartre fue partidario. Y siempre soñaba con repetir aquella Comuna en el siglo XX.
Digamos, como aquella en México de los indígenas y el intelectual subcomandante Marcos en Chiapa y que luego de tanta expectativa social levantada quedó reducida a la nada.
Nada logró aquel movimiento legendario.
DOS. Solidaridad humana
Ahora, y hasta donde se tiene entendido, hay un lazo histórico, por ejemplo, entre una parte de reporteros trabajando en las regiones indígenas y campesinas con la población.
Luchando todos juntos por la conservación de los recursos naturales.
Los árboles. Los bosques. Los ríos. Las lagunas. Los productos agropecuarios.
Incluso, y en muchos casos, los trabajadores de la información hostilizados, amenazados de muerte, perseguidos, desterrados y exiliados en Estados Unidos.
Y en la lista de la gran solidaridad humana, casi casi como en la única Comuna formada en las goteras de Jerusalén por los doce apóstoles de Jesús, los estudiantes universitarios.
TRES. Profes y sacerdotes
Desde luego, también los profesores rurales. Por ejemplo, los más famosos en el siglo anterior, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, los dos, ejecutados en feroz enfrentamiento con militares.
Digamos, en igualdad de circunstancias que los sacerdotes asignados en las zonas marginadas de cada entidad federativa.
Tiempo aquel, en el siglo pasado con varios obispos del país, entre ellos, los más activistas y fecundos, Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz.
Eran conocidos como los curas de la Teología de la Liberación.
CUATRO. “Los acarreados” priistas
Los pobres (indígenas, campesinos y obreros) siempre han sido una especie de “carne de cañón”.
Vaya, y por encima de todos, los partidos políticos.
Bastaría referir cuando en el priismo alcanzaron la clasificación social de “los acarreados”.
Acarreados todos a los mítines políticos “para hacer bulto”. Y en tiempo de campañas electorales.
Y a cambio de una torta, una gorra, una camiseta.
A veces, cuando los acarreados lo eran, por ejemplo, a la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, por aquí llegaban en los autobuses de pasajeros la mayoría se iba a conocer el Golfo de México.
Y a meterse al mar. Y allí, en el paraíso terrenal recién descubierto, permanecían.
Cosas de la vida. Y de “los acarreos”, claro.
CINCO. La teoría social es bonita
Y suena a sinfonía. Serenata debajo del balcón en noche de luna de octubre. Y lloviznando.
La realidad, “la cruda realidad”, es que el resultado social y económico es deplorable.
Simplemente, un desencanto y una frustración.
Y si alguna duda existiera Veracruz está habitado por ocho millones 60 mil personas.
Y de las cuales, seis millones están en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos y la migración a Estados Unidos.
Además, de la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad.
Además, un analfabetismo impresionante con más de tres millones de personas que no saben leer ni escribir y tienen la primaria, secundaria y el bachillerato inconcluso.
En las escuelas indígenas, los niños quedan dormidos en el salón de clases debido a la anemia y la desnutrición histórica.
SEIS. El gran fracaso
En la búsqueda, digamos con optimismo, del bienestar social de los políticos para los pobres y la gente en la miseria han fracasado.
Y también han fracasado los intelectuales, maestros, estudiantes, sacerdotes y periodistas, entre otros, abanderando la causa social.
La referencia bíblica es desolada:
Pobre naces. Pobre vives. Pobre mueres. (lv)