Un filtro personal
**La vida como un espejo
**Cavilar sobre uno mismo
UNO. Un filtro personal
Una de las más grandes enseñanzas del escritor Jean-Paul Sartre es que toda su vida la pasó cuestionándose.
Y como escribiera su compañera, Simone de Beauvoir, “pensando contra sí mismo”.
Antes, mucho antes de evidenciar a los demás, los colegas, los líderes políticos, los académicos, se preguntaba y repreguntaba si iba por el mejor camino.
Incluso, exhibiendo en su palenque personal sus intereses ideológicos.
El escritor y filósofo ante un espejo. Cavilando cada día sobre sus hechos y acciones y pensamientos y díceres del día anterior.
La vida cotidiana pasando por su filtro.
Además, el filtro de su gran cultura y experiencia y vivencias.
DOS. Revisar la vida pasada
Sartre siempre la pasó reflexionando consigo mismo sobre el papel del intelectual.
Más, luego del movimiento estudiantil del 68 en París y que, bueno, el escritor Carlos Fuentes Macías escribiera una crónica extraordinaria intitulada “París, la revolución de mayo”.
Sastre percibió y sintió que el 68 en París había rebasado y trascendido a todos los intelectuales de su tiempo.
Los universitarios al poder.
Entonces, comenzó su revisión social y política.
Y su papel, además, como profesor.
TRES. “Estoy cavilando”
Se trata de una práctica tan común y sencilla y al mismo tiempo, relegada.
En aquel tiempo, la abuela materna solía contestar cuando era sorprendida mirando el cielo y el sol y las nubes:
“Estoy cavilando”.
Cavilaba sobre el presente, el pasado y el futuro.
Soñando, entre otras cositas, con mejorar la calidad de vida de la familia, trece hijos que sostuvo, más otros hijos de su pareja con otra mujer.
Y, bueno, está probado y comprobando que a la mayoría de las personas nunca, jamás, los padres ni los maestros ni los confesores enseñan a revisarse y cuestionarse.
CUATRO. Vivir en el vértigo
Indicativo y significativo, por ejemplo, con los políticos que rara, extraordinaria ocasión, cavilan sobre sus días y noches.
Y sus políticas. Principios. Valores.
Ellos viven cada día en el vértigo social y son contaditas las ocasiones cuando, quizá, ellos mismos apliquen un alto en sus días intensos para detenerse a pensar si van por el camino correcto.
Famoso aquel político griego que solía contratar una especie de consejero y cuya única tarea era recordarle que era humano y la estaba pifiando.
Claro, hay políticos tan mesiánicos que llegan a sentirse y creerse dioses infalibles.
Dioses terrenales.
CINCO. Un alto en el camino
Sartre enseñó que los seres humanos necesitamos un alto en el camino.
Más, cuando los días y noches se viven de forma volcánica y de manera sucesiva, sin espacio ni tiempo, digamos, para meditar.
Peor cuando de plano la persona declara que las cosas marchan bien y que “aquí no pasa” y que “aquí mando yo” y que “aquí las mujeres pueden soñar”.
Y “si el político se equivoca, entonces, vuelve a mandar y todo sigue igual”.
La hora, pues, de revisarse cada uno. Y en lo que los teóricos, el sicólogo, el siquiatra, definen como sentarse en el desván personal.
SEIS. Pulir la vida
De acuerdo con el viejito del barrio, cada uno ha de pulir y volver a pulir su vida.
La suprema búsqueda, digamos, de Diógenes buscando lámpara en mano y de día y con sol al Hombre Ideal.
Simplemente, la mejor persona. La mejor persona humana.
Más allá, incluso, de los méritos académicos con maestrías y doctorados.
Y de los méritos políticos con cargos públicos.
Y de la riqueza y la fortuna que cada persona tenga y pudiera acumular en la vida.
En resumidas cuentas, la paz con uno mismo, considerando que la paz de adentro es la paz de afuera. (lv)