La policía de don Cuitláhuac
I (Casi los linchan en Atoyac)
En Atoyac, resumida la furia, el coraje social y la indignación crónica de Veracruz:
Unos policías detuvieron a un muchacho en la comunidad de Arroyo Hondo.
Y lo despojaron de sus pertenencias.
Entonces, los vecinos encorajinados prendieron fuego a una patrulla policiaca.
Y luego, la intentona para detenerlos y simple y llanamente, lincharlos.
Casi casi como en Perote, donde los vecinos bloquearon la autopista luego de plantón a los criadores de cerdos de Granjas Carroll.
Entonces, llegó la famosa Policía Civil y se fue contra ellos.
Y los policías estatales mataron a dos hermanos y quienes dejaron a seis niños huérfanos menores de nueve años de edad, más a dos esposas viudas.
De hecho y derecho, como en Soledad Atzompa en el tiempo inmaculado y sacrosanto de la 4T en Veracruz cuando los vecinos encabritados con unos secuestradores detuvieron a los seis.
Y los lincharon.
Y unos veinte días después, García, el góber, llegó a la cabecera municipal y nunca fue al poblado conflictivo.
Y llegó blindado por un helicóptero con policías armados y con veinte patrullas con policía armados pendientes de la seguridad del góber salsero.
Famosos los policías de Xalapa señalados de acoso y extorsiones a los trabajadores sexuales, hombres, en la capital.
Famosa la policía de Xalapa cuando en los separos del cuartel San José apareció muerto un chico detenido, grafitero de oficio.
Y cuando luego los familiares, amigos y vecinos pasearon el cadáver frente al cuartel y en las calles y avenidas de la capital y con un plantón frente al Palacio de Gobierno reclamando justicia.
Simplemente, justicia.
La feroz persecución policiaca en Xalapa en contra de unos muchachos universitarios disparándoles a ellos en vez, por ejemplo, de a las llantas para poncharse.
La policía de Tierra Blanca atropellando y matando a un padre y a su hijo en el año 2023.
Por desventura, en la vida como en la administración pública siempre dominan y predominan las cargas negativas.
El mal fario.
El peor karma.
El proverbio popular lo dice con certeza: “Crea fama y acuéstate a dormir”.
Y, claro, la policía realizará un buen servicio social, digamos, en tiempo de desastres naturales.
Lluvias torrenciales.
Ríos desbordados.
Temblores.
Personas rescatadas.
Pero basta y sobra un desaguisado por ahí (gran desaguisado) y el prestigio y los méritos y las buenas acciones quedan desdibujadas.
En las cañerías.
Así, tal cual, ha ocurrido en el sexenio obradorista de Veracruz a punto de concluir.
Terrible recuerdo, por ejemplo, con Totalco, en el municipio de Perote, con el par de hermanos asesinados “con saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación”.
La ex Fuerza Civil (reclutada ahora en la secretaría de Seguridad Pública, la misma “gata pero revolcada”) asesinando a los dos hermanos con toda la frialdad del mundo.
Y para imponerse.
Imponerse, claro, con la razón de la fuerza en vez de con la fuerza de la razón.
En Atoyac, una patrulla incendiada por los vecinos encorajinados.
Lo repetía Fernando Gutiérrez Barrios: Si es mediodía y el pueblo dice que es de noche hora de encender las farolas.
Pero al señor García siempre le ha valido.
Así es su estilo personal de ejercer el poder y caminar en la vida.
II (Intentona de linchamiento, gran avisito social)
Don Cuitláhuac, el científico condecorado por la Universidad Veracruzana, sabe (y sabrá muy bien) que el primer gran contacto de un pueblo con los gobernados está en las oficinas públicas.
Los burócratas, digamos, enalteciendo el buen gobierno.
Y el segundo, en el Agende Tránsito, tan famoso, caray (y desde el siglo pasado, fama histórica y milenaria), de un mordelón.
Más porque con unos centavitos se evitan montón de molestias, idas y vueltas, trámites, para librar la unidad.
Y el tercero, y último, en el policía.
Con todo y que si un ciudadano de a pie camina en la acera de una banqueta y del mismo lado viene un policía y del otro un ladrón, mil veces preferible pasarse al otro lado.
Por la siguiente razón de peso y con peso:
El ladrón asalta, se lleva las pertenencias y huye.
Y el policía, asalta, quita las pertenencias, madrea y detiene acusando de injurias y agravios a la Santísima Autoridad.
Y, bueno, y como sucediera en Atoyac (el último ramalazo), la patrulla incendiada.
Y los vecinos a punto de linchar a los elementos policiacos por tantos abusos y excesos en el ejercicio del poder.
Pésima, entonces, imagen de García, el góber, a través de los agentes de Tránsito y policías. (lv)