En un momento estelar sus vidas se empalmaron. Y desde la escuela secundaria han sembrado en el surco de la amistad. Y se han mantenido.
Antes de cumplir los quince años, las tres apostaron al destrampe. Uno, bailes los fines de semana. Dos, una cervecita, una copita. Tres, fumar. Cuatro, el sexo rápido, por ejemplo, con el compañero en el bailongo.

DOS. Integraron un sexteto

Y en aquella vida loca integraron un sexteto. Tres chicos del pueblo en el carril de la vida alegre.
Incluso, con tanta liberación femenina y madurez social y sexual que hasta tríos formaron.
Y sin celos, envidias, intrigas ni pensamientos y sentimientos tóxicos de por medio.
Por ejemplo, si estaban en el baile y alguna se ponía de acuerdo bien podía desaparecer por ahí unas dos horas, tres, para el rapidín con el chico en turno.
Si el muchacho tenía automóvil, entonces, en el coche. Si motocicleta buscaban una calle solitaria y en la madrugada. Y si tenía dinerito, al motel, para estar más tranquilos en el ejercicio de la libertad íntima.

TRES. Se arrejuntaron por ahí

Por ahora, divorciadas, dos de ellas eligieron el paso siguiente. Y viven arrejuntados con un hombre. Y sin pensar en casarse pues quedaron hartas. Simplemente, una vida en común.
Incluso, y hasta departamento les pusieron. Y las dos parejas se llevan bien.
La tercera amiga ha preferido la libertad total. Sin amarrarse ni depender de un hombre.
Así, cada fin de semana en el baile ya en el pueblo, en la ciudad jarocha, si por ahí le gusta un hombre lo corteja y se lo lleva a la intimidad.

CUATRO. Jamás depender de un hombre

Las tres como asistentes domésticas. En unos casos, con varios años asignadas en la misma casa y con la misma familia.
Su filosofía de vida es categórica: nunca, jamás, depender del dinero de un hombre porque ata y suele maniatar muy feo, al grado de que el hombre se cree y siente dueño de la vida ajena.
Además, ningún centavo piden a los padres de sus hijos. Ellas son, digamos, autosuficientes con sus valores, principios y objetivos de vida.

CINCO. Ejercen sus derechos

Las tres viven la vida. Las tres, alegres y optimistas. Sin permitir una carga negativa en sus días y noches.
Ellas viven ejerciendo los mismos derechos económicos y sociales de los hombres. Y sin esperar que por decreto la igualdad humana sea establecida.
Es más, tanta experiencia, vivencias y madurez han alcanzado que, por ejemplo, en ellas se cumple el proverbio popular de que “cuando los hombres apenas van… las mujeres vienen de regreso”.
Y en todos los órdenes y aspectos de la vida.

SEIS. Periplos con los hijos

Sus hijos son menores de edad. El mayor tiene diez años. Y el menor, siete. Y los seis hijos de las tres amigas (dos por mujer) cursan la escuela primaria.
Y viven con los abuelos. Y ellas están pendientes del itacate, la torta, la despensa, la ropa, los zapatos, los útiles escolares y las medicinas cuando enferman.
Y los domingos cuando las tres descansan agarran camino con los hijos y la ciudad es el paraíso terrenal para los niños y para ellas.
La faena turística inicia con un desayunito de picadas y gordas y luego visitar los museos de la ciudad y hasta el castillo de San Juan de Ulúa donde todos juegan a “las escondidas”.
Hacia el mediodía y la tarde, al cine en plaza comercial. Y a la comidita chatarra en la oscuridad de la sala cinematográfica.
La vida plena. Y con alegría. (lv)