En el caso, y en Xalapa, la ofrendaron por la memoria del fotógrafo Rubén Espinoza y la activista social y estudiante de la Universidad Veracruzana, Nadia Vera.
Los dos asesinados en un departamento en la ciudad de México en la colonia Narvarte en el mes de julio del año 2015.
Y a la fecha, en la impunidad, de igual modo como el crimen de otras cuatro chicas, entre ellas, una latina chambeando de modelo en la capital de la nación.

DOS. 34 colectivos

Ok.
Desde luego, los ciudadanos de a pie y motorizados y los 34 (treinta y cuatro) Colectivos de Veracruz integrados con padres con hijos y parientes plagiados y desaparecidos lo agradecen.
El objetivo superior, entre otros, y en efecto, que nadie los olvide.
Y que nadie los olvide como tampoco olvide, por ejemplo, el dos de octubre de 1968 cuando unas trescientas personas, entre ellas, estudiantes, fueron ejecutadas en la Plaza de Tlatelolco.
Pero…

TRES. Crímenes y castigos

Pero lo importante, lo trascendente, lo significativo, es que los asesinos sean identificados y detenidos y sujetos a proceso penal y sentenciados.
Podrán, por ejemplo, organizarse plantones en el Zócalo de la Ciudad de México y en las calles y avenidas centrales de las capitales.
Podrán levantarse exposiciones fotográficas con las caras y los rostros de tantos y tantos y tantos desaparecidos, incluso, por desaparición forzada.
Podrán filmarse películas y componerse canciones y publicarse libros y crónicas y reportajes y poemas.
Podrán las ONG del resto del mundo manifestar su más alta solidaridad con la desventura de miles y miles de padres de familia y hermanos y tíos y primos.

CUATRO. ¡Vaya impunidad!

Pero… nada más duro y rudo y terrible y agotador y extenuante como que nunca, jamás, los homicidas sean identificados.
Y menos, mucho menos, detenidos.
Y llevados a juicio.
Cierto. Pero más rudo y duro que varios años después el secuestro y desaparición de personas continúe en Veracruz y en la Ciudad de México y en el resto del país.
Y sin que ninguna autoridad federal, estatal y municipal pueda frenar la vorágine de incertidumbre, zozobra, inseguridad e impunidad.

CINCO. Puro fuego artificial

En la noche de rock con Los Caifanes en Xalapa el viernes 28 de septiembre, la euforia de la solidaridad de los rockeros capitalinos con los Colectivos.
Pero una euforia con fuegos artificiales efímeros y furtivos que ninguna acción oficial fue capaz de generar, pues, se entendería, la autoridad ya tiene concha con el estribillo exigiendo “justicia pronta, rápida y expedita”.
Y más, cuando el primer gobierno de la 4T guinda y marrón va de salida.
En las últimas horas, un nuevo Colectivo fue integrado. Se llama “Rastros de amor” siguiendo la pista a los desaparecidos a partir del año 2019, el primero de García, Cuitláhuac, el góber.
Y, bueno, si otro Colectivo se ha formado y en Xalapa expresa el desdén y el menosprecio gubernamental ante tanto dolor y sufrimiento de los familiares.

SEIS. Pendiente social

Las personas secuestradas y desaparecidas, gravísimo pendiente social. De cada familia. Pero más, mucho más, del Estado.
Y aun cuando la peor temporada para los derechos humanos fue en el siglo pasado con la llamada “Guerra sucia” (Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, presidentes), la desaparición constituye la peor entre las peores pesadillas oficiales.
Más, cuando se trata de la desaparición forzada donde participan como socios, aliados y cómplices los políticos, los funcionarios públicos, los jefes policiacos, los policías y los carteles y cartelitos. (lv)