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Escenarios
Sábado 05 octubre, 2024

Mujer de alquiler

**Sabía inglés y leía
**Mesalina VIP

UNO. Mujer de alquiler

Se llamaba Leopoldina Rodríguez. Y era una de las cinco trabajadoras sexuales en La Habana con la categoría de VIP.
Y hablaba inglés a la perfección. Y leía. Y mucho. Sobre todo, novelas y cuentos. Y tenía fama de ser culta. Muy culta.

Y cada tarde llegaba al bar “La Floridita” como mujer de alquiler. Allí conoció a un magnate español. Y fueron amantes. Y el millonario le puso una tienda de marca. Y fracasó.
Entonces, decidió meterse de lleno a la prostitución.
Y una tarde, el escritor Ernest Hemingway quedó prendado de sus ojos oscuros, muy oscuros. Y su cabellera larga. Y su sonrisa gigantesca tan ancha como la sandía del muralista Diego Rivera.
Y Leopoldina se volvió amante de Hemingway durante diez años.

DOS. Mujer profética

El autor de “El viejo y el mar” le puso un departamento. Y ella lo esperaba como su mujercita cuando podía librarse de su cuarta esposa, la periodista Mary Welsh.
Tanto la amó Hemingway que en el buró de su recámara en la Finca “Vigía” tenía una foto de ella en vez de la foto de su esposa.
Y/o de sus dos hijos.
Todavía más: el amor del escritor por su daifa lo llevó a mostrarle sus manuscritos para que los leyera y revisara y le formulara sugerencias para mejorar la narrativa.
Luego de publicar “El viejo y el mar”, ella le dijo: “Tú ganarás el Nobel de Literatura”.
Y el escritor le reviró: “Si es así, me gastaré contigo el dinero del premio”.

TRES. Duelo con la esposa

Más todavía: Mary Welsh sabía que Leopoldina era amante de Hemingway.
Y alguna vez, Leopoldina le reprochó:
“Tú no sabes apreciar la literatura de tu marido”.
“Pero aprenderé” le reviró la cuarta esposa.

CUATRO. Una flor diaria en su tumba

A los diez años de amantes (1950) empezó la tragedia fatídica.
Ella enfermó de cáncer y el escritor pagó el costoso tratamiento. Pero fue en vano.
Entonces, cubrió los gastos funerales.
Y varios días después del sepelio, el escritor fue solo al panteón y habló con el encargo del panteón:
“Todos los días le pondrás una flor en su tumba”.
Y le entregó la lana suficiente y un salario.
Zelda, la esposa del escritor Francis Scott Fitzgerald, decía: “Hemingway es capaz de cualquier cosa con el sexo. Es un homosexual encubierto y cazador de mujeres.
Un golpeador perfecto, incapaz de amar en serio y jugarse por una mujer”.

CINCO. El aliento cálido de Hemingway

Pero la famosa actriz, Ava Gardner, una de las más exitosas de la época y quien también fue su amante, decía: “Anoche sentí el placer más excitante de mi vida. Sentir el aliento cálido de Hemingway sobre mi cuello”.
Y la actriz alemana, Marlene Dietrich (una mujer indomable y fuerte y que tanto gustaban al escritor), dijo: “No necesito sexo para amarnos. Estamos más allá del sexo”.
Con todo y que ella coleccionaba amantes luego de asegurar sus piernas en un millón de dólares.

SEIS. Par de Lolitas

El escritor también tuvo dos Lolitas. Una de 18 años. Y la otra, de 19.
Incluso, a Valerie, de 19 años, le ofreció boda. Pero ella lo rechazó.
Entonces, la contrató como su secretaria y le pagaba 250 dólares.
Y delante de su cuarta esposa, Hemingway le acariciaba las nalgas y la Lolita era dichosa y feliz.
Y, pícara, sonreía y se alejaba exhibiendo “el dulce bamboleo de sus caderas”.
Pero la relación íntima con la mesalinas cubana, Leopoldina, fue mucho más intensa porque tuvo la suficiente conciencia literaria para entregarle los manuscritos y corregir pasajes y paisajes y personajes completos. (lv)


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