Niñas embarazadas
**Pendiente diluviano
**Denuncia intrascendente
ESCALERAS:
Por ejemplo. En el año 2023, dos mil 51 niñas quedaron embarazadas (alcalorpolítico).
Del total, solo catorce accedieron a un aborto legal. El resto y/o la mayoría, se convirtieron en madres.
Madres menores de quince años de edad.
¡Súper! exclamarían unas. El día cuando, por ejemplo, la hija cumpla quince años, la madre llegará a los treinta.
Antes del tiempo de la despenalización del aborto en el Estado jarocho, Veracruz, campeón nacional en embarazos de menores.
Y campeón nacional en legrados.
PASAMANOS: Equifonía se ocupa del asunto. Ok.
Digamos, de igual forma como la Comisión Estatal de Búsqueda boletina los nombres de mujeres y hombres desaparecidos.
El límite legal de su función institucional.
Casi casi como la Comisión Estatal de Derechos Humanos y a la que la Fiscalía General de Veracruz desdeña con tantas y tantas recomendaciones.
Y el caso de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas en un Veracruz que fue (y es) “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.
Antes, en el duartazgo por ejemplo, crímenes de reporteros. Y hasta decapitados. Ahora, agravios y de políticos, caray.
CORREDORES: El asuntito de los embarazos infantiles y de adolescentes es viejo. Antiguo, pero vigente. Bíblico, pero real.
Vaya, bien podría pensarse en un caso de Seguridad Nacional.
Por una sencilla razón: salvo que un ángel de la guarda y San Juditas Tadeo proteja a las madres-niñas y sus bebés, suelen quedar a la deriva.
Más, si el padre es otro chico de la misma edad.
Peor, si el padre es un muchacho “hecho y derecho”.
Y, caray, si el padre es un casado y con hijos.
Entonces, la vida suele volverse un infierno.
Un infierno en casa.
BALCONES: Los expertos teorizan. Y alrededor de los embarazos adolescentes montón de agravantes. Entre otros, los siguientes:
Uno, la libertad de los menores. Dos, las tentaciones en el camino con el primer besito, la primera pasión, el primer amor.
Tres, los aceleres de las compañeras en el salón de clases. Cuatro, la televisión y las redes sociales, anexas y conexas, tan saturadas de cuestiones sexuales.
Cinco, la vida de los padres como “perritos y gatitos” y en el mismo costal.
Seis, la distancia emocional, moral y social entre los padres y los hijos.
Siete, la intensidad volcánica con que suelen vivir una que otra amiga.
PASILLOS: Entonces, un asunto de Estado.
Claro, claro, claro, si en el año 2020 (dos mil veinte), tiempo de la última encuesta demográfica, la población infantil en Veracruz (de cero a diecisiete años de edad) era de dos millones cuatrocientos mil, entonces, el hecho de que en el año 2023 quedaran embarazados dos mil 51, digamos, es una cifra menor.
Desde luego, pero la tesis universal se antepone. Toda vida humana es preciosa. Y vale. Y cuenta.
VENTANAS: La vida es así, por ejemplo:
Una adolescente quedó embarazada en la ciudad jarocha. Entonces, los padres hablaron y los chicos aceptaron procrearlo. La menor, viviendo en casa. El menor, en la suya.
Pero luego de unos meses de que el bebé naciera, la relación entre los chicos se frustró. Chocaron. Y rompieron la relación.
El chico fue enviado por sus padres lo más lejos posible con un familiar.
La chica dejó de estudiar y ahora cuida a la bebé.
En casa, “el infierno tan temido”. (lv)