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Jueves 03 octubre, 2024

¡No… al nepotismo!

I (La primera promesa de Sheinbaum)

Un viejo, antiguo, histórico, milenario y bíblico lastre social (nunca, jamás, exterminado en el país) como el nepotismo exhibido de nuevo en el palenque público por la presidenta de la república, Claudia Sheinbaum Pardo.
No, dijo, al nepotismo.
No... a que el presidente de la república

Gobernadores…
Presidentes municipales…
Legisladores federales y locales…
Influentes y poderosos en la política…
Impongan y hereden cargos públicos a familiares.
Vaya, la historia bíblica reproducida y aplicada en el sexenio de su antecesor.
Bastaría, por ejemplo, y entre tanto, recordar al senador Félix Salgado Macedonio, militante de MORENA con su “purificación moral” quien cuando fue depuesto de la candidatura a gobernador simple y llanamente, y con el visto bueno del Palacio Nacional, impuso a una hija como la candidata.
Y, claro, en nombre de la democracia ganó en las urnas.
Habría de preguntar si el cargo de secretario de Organización del CEN de MORENA con Andrés Manuel López Beltrán, Andy, es un caso de nepotismo, anexo y conexo.
Pero, bueno, mientras, los cuatro puntos cardinales de la república están llenos y rellenos de nepotismo.
Casi casi como dijera aquel de que los políticos “no tienen llenadera”.
En unos casos, cargos públicos para los familiares, empezando por la esposa y los hijos.
En otros, negocios lícitos e ilícitos al cobijo del poder para los familiares.
Desde obra pública asignada por Dedazo hasta la creación de empresas fantasmas.
En más de setenta años, las tribus priistas convirtieron a México en el primer lugar mundial de corrupción.
Y en el paquete de la corrupción desde el desvío de recursos oficiales hasta puestos públicos para la familia.
Una historia que, por lo demás, está vigente.
Nepotismo, por ejemplo, cuando el sacerdote José María Morelos envió a su hijo Juan Nepomuceno a estudiar en Estados Unidos.
Y cuando Benito Juárez García otorgó cargos públicos a sus tres yernos.
Y cuando Porfirio Díaz Mori influyó para que los gobernadores otorgaran obra pública por Dedazo a su hijo Porfirito, como le llamaban.
Y cuando Francisco I. Madero nombró secretario de Hacienda a un tío y diputado federal y ministro sin Cartera a su hermano menor, Gustavo.
Y cuando, además, con el erario le financió un periódico, Nueva Era.
Nepotismo cuando Plutarco Elías Calles impuso a un hijo de gobernador de Nuevo León y a otro como diputado federal y Ministro sin Cartera.
Y cuando José López Portillo alcanzó “la plenitud del pinche poder” alardeando “el orgullo de mi nepotismo” con su hijo José Ramón designado representante de México en la FAO con sede en Roma.
Etecé. Etecé.
Una historia muy vieja que la presidenta ha decidido ventilar.
Y, bueno, digamos (por lo pronto) que su pasado la enaltece y dignifica.
Militante del grupo guerrillero de Colombia, el M-19, teniendo como compañero a Gustavo Petro, el presidente de aquel país.
Activista de los derechos humanos al lado de doña Rosario Ibarra de Piedra.
Líder en la UNAM del Centro Estudiantil Universitario, CEU.
Y si ella se mantiene fresca y vigente a los ideales, sueños y utopías de su temporada juvenil, entonces, la posibilidad de una iniciativa de ley, incluso, para aniquilar el nepotismo, sería posible.
Claro, habría de recordar que su antecesor fue líder social al frente de indígenas y campesinos de Tabasco y la mitad del país y la otra mitad conocieron su gran transformación neurológica.
Y política.
Y social.

II (Tlatoanis aztecas marcaron la pauta)

El nepotismo es una constante universal.
Las tribus políticas están creídas, convencidas, de que cuando se encumbran en un cargo público, por añadidura el beneficio alcanza a la esposa, los hijos, los hermanos, los tíos, los primos, los compadres, los amigos, los socios, los aliados, los cómplices y hasta la barbie en turno.
Incluso, lo sienten como una especie de herencia natural.
Y por derecho divino.
Peor, mucho peor, cuando así, tal cual, “al pie de la letra” ha sido en la historia.
Por ejemplo, par de tlatoanis aztecas, Moctezuma II y Cuitláhuac, eran hermanos.
Y a la muerte de Cuitláhuac, un sobrino, Cuauhtémoc, heredó la silla embrujada del palacio como gran tlatoani.
Cuauhtémoc era hijo de Tlillalcápatl, hermana de Moctezuma II y Cuitláhuac.
Entonces, el nepotismo está en la sangre y la cultura y la vida del país.
Con todo y los trescientos años de conquista española.
Dura, titánica, legendaria es y será la lucha política, social y legislativa de la presidenta en contra del nepotismo.
Las elites políticas creyendo que son nombradas gerentes generales, dueñas, de una empresa privada y/o de una hacienda donde cada uno es el Pedro Páramo de Juan Rulfo.
Con un capataz llamado Ignacio López Tarso, Fulgor.

III (Dios Padre, Dios Hijo)

Nepotismo, quizá, quizá, quizá, la decisión de Dios Padre de enviar a la tierra a Dios Hijo para ser crucificado en el Gólgota…
Relato bíblico, pues. (lv)


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