de pueblo en pueblo, siempre empujó la carreta y alcanzó los más elevados decibeles del prestigio mundial.
Fiel a su vocación narrativa, estudió en la facultad de Leyes para satisfacer a su señor padre.
Pero dejó la carrera en el camino y se entregó a su vocación original. Primero, el periodismo. Y de inmediato, la literatura.
Merecedor de unos quince o veinte, quizá, premios literarios, escaló las alturas con el Nobel de Literatura.
Una paisana latina, Gabriela Mistral, chilena, fue la primera (y la primera mujer, además) en ganar el Nobel.

DOS. Muchas vidas en una sola

Su vida puede calibrarse en los siguientes capítulos: Reportero. Escritor. Novelista. Cuentista.
Fundador de la Escuela de Cine en La Habana. Fundador de la Escuela de Periodismo en Colombia.
El único escritor del llamado “Boom literario” amigo de Fidel Castro Ruz y con quien conservara la amistad.
Y una amistad que le permitió al mismo tiempo liberar a cientos de cubanos presos políticos de Fidel Castro.

TRES. El trotamundos

Varias de sus novelas y cuentos llevados al cine. Incluso, lista para estrenarse “Cien años de soledad” y a la que siempre se opuso fuera filmada para que cada lector imaginara a los personajes.
Amigo entrañable de unos veinte presidentes de la república en el mundo.
Y a diez de los cuales solía entregar los manuscritos de sus novelas para observaciones y referencias.
En momento estelar dejó Colombia para habilitarse como corresponsal de un periódico en París.
Y de París agarrando camino a Rusia cuando el tiempo de la “Cortina de Hierro” y que ni era cortina ni tampoco de hierro.

CUATRO. Los años en París

En París vivió y padeció hambre y miseria atroz.
Entonces, solía recoger en las calles y avenidas parisinas botellas vacías de cerveza y licor para venderlas y ganarse unos centavitos y comer.
En los bares solía cantar canciones rancheras mexicanas para acompletar la despensa.
Y trepaba a los autobuses urbanos de pasajeros y cantaba vallenatos y luego extendía la mano a los usuarios.
Y en las noches, con lluvia y frío, y viviendo en la buhardilla de un edificio los inquilinos y vecinos escuchaban hasta la madrugada el ruido incesante de las teclas escribiendo novelas y cuentos.
En aquel viaje literario se acostaba en la madrugada y levantaba hacia el mediodía para engañar a las tripas y ahorrarse el desayuno.
Es más, aprendió el idioma francés cantando canciones de intérpretes parisinos.

CINCO. Vida dura y ruda

Pero por encima de los caminos llenos de espinas, cardos y abrojos y camino, incluso, al Gólgota, jamás cedió en el objetivo superior del periodismo y la literatura.
Se mantuvo. Fiel a sus orígenes. Fiel a su pasión narrativa. Fiel a los ideales y principios.

SEIS. Vida maravillosa

La actriz Rita Macedo estuvo casada con el escritor Carlos Fuentes Macías durante quince años.
Y alguna vez, Macedo dijo a Fuentes la siguiente frase bíblica:
“Nunca escribirás como García Márquez”.
El Gabito (como le llamaba su señora madre) fue una inteligencia incandescente.
Desde niño se llenó de historias.
Unas, las que sobre el pueblo le contaba su abuela.
Y otras, las que le contaba su abuelo sobre las batallas en la guerra, por cierto, derrotado en todas.
La vida maravillosa de su infancia fermentando en su literatura.
Lo escribió Sigmund Freud: “Infancia es destino”. (lv)