Nunca Benito Juárez. Tampoco Francisco I. Madero ni Lázaro Cárdenas del Río, tres de los cinco héroes patrios del Edén, lanzando bombas molotov contra la prensa independiente de entonces.

PASAMANOS: Tres mujeres. Carmen Aristegui. Azucena Uresti. Y Denise Dresser.
Y seis hombres. Raymundo Riva Palacio. Ciro Gómez Leyva. Carlos Loret de Mola. Joaquín López-Dóriga. Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín.
Quizá, el más baleado de todos, Loret de Mola, por contar historias sobre los tres hijos mayores de López Obrador.
Y “haiga sido como haiga sido”, el atentado para asesinar a Ciro Gómez Leyva, quien se salvó porque la camioneta que manejaba estaba blindada.
Ninguno de los nueve se ha salvado del rafagueo tuitero de los Siervos de la Nación.

CORREDORES: Nueve periodistas, columnistas, articulistas y ensayistas en la mira presidencial.
Incluso, y como resulta lógico, parte de la prensa defeña disparando en contra de ellos.
El único delito (ajá) cometido es contar las historias duras y rudas… como son.
Además, ejerciendo la libertad de prensa, la libertad de expresión, con el acelerador metido hasta el fondo.
Además, con independencia y autonomía.
La mayoría de ellos, acusados y exhibidos de su alianza con las tribus priistas y panistas cuando estuvieran en el poder presidencial.

BALCONES: En el último tramo del sexenio, AMLO, todo indica, lanzó a la Unidad de Investigación Financiera de la secretaría de Hacienda y Crédito Público (palabras mayores) en contra de Loret de Mola.
Y de su esposa.
Es decir, el aparato gubernamental en contra de un reportero.
El incienso mediático que la otra parte de la prensa tira halagos al jefe del Poder Ejecutivo federal resulta insuficiente.
El jefe de la nación y “en el país de un solo hombre” ha buscado una prensa uniforme a su alrededor.
Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas siguieron empujando la carreta y pateando el balón sin escuchar los cánticos de las sirenas ni tampoco los ladridos.
Eran estadistas. Hombres superiores. Hombres que, incluso, “parecían gigantes”.

PASILLOS: Bien podrían los Nueve Reporteros, Columnistas y Ensayistas integrar un Frente Común para enfrentar el tsunami gubernamental.
Pero, bueno, el sexenio se está yendo y la mayoría decidió enfrentar “los toros por los cuernos” de forma unipersonal. Quizá dos, tres, aliados.
Para ventura de sus familias, los nueve han sobrevivido. Y sobrevivirán.
Y en automático, son (y serán) más fuertes. Más respetados y respetables. Con mayor autoridad moral porque el rafagueo presidencial “les ha hecho lo que viento a Benito Juárez”.

VENTANAS: El casi sexenio está terminando. En octubre, la nueva presidenta de la república.
Dos meses y cacho para descifrar el destino de los nueve trabajadores de la información incómodos e indeseables al obradorismo.
Se ignora si la avalancha será transferida como herencia política y social a la sucesora.
Por ahí, Loret de Mola ha trascendido que así será.
Entonces, y como reza el dicho popular, “no hay enfermedad que dure cien años ni enfermo que lo aguante”.
Veremos, dice el cieguito clásico.
Pero de ser así, caray, el tiempo nublado y grisáceo se volverá (es ya) el nuevo Jinete del Apocalipsis y un Círculo más del Infierno.