Pero si la alquila, entonces, quizá unos cuatrocientos.
En tanto, el taxista que la alquila, ruleteando unas doce horas diarias, aprox., primero, apenas, apenitas saca para pagar el alquiler.
Y segundo, le quedan por día entre doscientos y trescientos pesos.
Es decir, unos mil cuatrocientos pesos a la semana… para llevar el itacate, la torta, los tacos y la despensa a casa.
El infierno si tiene hijos en edad escolar.
Peor, mucho peor, si los hijos cursan la universidad.

DOS. Profesionales… de taxistas

“Pior” todavía: El caso, por ejemplo, de los profesionales egresados de universidades públicas y privadas metidos de taxista, pues como dice Joaquín Cosío, El Cochiloco, en la película “El infierno”, “si ando en esto… es porque no hay de otra”.
Por eso, quizá, y entre otros hechos, Veracruz en el primer lugar nacional de migración a Estados Unidos.
Y la mayoría, y por desventura, como indocumentados.
En las últimas semanas, tres paisanos (dos de ellos originarios de Soledad Atzompa, en la sierra de Zongolica) fallecidos en Indianápolis en accidente automovilístico.

TRES. Cornadas del hambre…

Ingenieros, arquitectos, médicos, veterinarios y comunicadores metidos de taxistas.
Y desde luego, en ningún momento un invento o una patraña.
Se les conoce y están bien ubicados.
Y en el puerto de Veracruz.
Ellos quedaron cesantes con el COVID y luego de tocar puertas laborales, todas saturadas, todas cerradas.
Ninguna posibilidad por ahí.
Entonces, y como el hambre suele dar muchas cornadas, de taxistas.
Es más, entre ellos se han identificado y descubierto que son un montón.

CUATRO. Fidel Herrera democratizó los taxis

Antes, mucho antes, el taxista, digamos, vivía bien. Con dignidad.
Pero cuando Fidel Herrera Beltrán gobernó Veracruz, “le entró la locura” democrática y democratizó las concesiones de taxis y de notarios públicos.
Así, otorgó cientos, miles de concesiones de taxis de norte a sur y de este a oeste de la entidad.
Y en los pueblos rurales modestos y sencillos fueron abiertas las puertas de nuevos notarios públicos.
Incluso, cabeceras municipales muy pobres donde hasta par de notarios públicos fueron autorizados.
La vocación democrática de Fidel se excedió. Pero, bueno, suele ocurrir cuando se vive “en la plenitud del pinche poder”.

CINCO. Anuncios económicos

Por eso, la economía de los taxistas anda tan jodida.
Es más, con frecuencia, en el aviso económico de la prensa escrita aparecen anuncios ofreciendo la venta de una concesión de taxi.
Y/o en todo caso, la oferta de un alquiler por un tiempo indeterminado, pues el beneficiado aspira a buscar oportunidad laboral.
Y ni modo de que los taxistas abusen en el cobro al cliente porque en automático si se exceden quedan marcados para siempre.
Hay mucha, demasiada, excesiva competencia…

SEIS. ¡Qué duro es vivir!

Ya podrá imaginar el lector el momento duro y rudo cuando de pronto, el taxista enferma, en el mejor de los casos, digamos, de la columna vertebral por tanto tiempo sentado.
Y/o de los pies. Por ejemplo, la gota. Los pies hinchados por el trabajo sedentario.
Y si es mayor de edad, el problema de la próstata con las incontinencias.
Y si por ahí le cae el Alzheimer y/o el Mal de Parkinson, caray, ¡qué duro y rudo es vivir!
Más porque suelen caminar por la vida sin las prestaciones económicas, médicas y sociales que garantizadas en la Ley Federal del Trabajo.