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Escenarios
Sábado 06 julio, 2024

Vivir como ermitaños

**Herencia del COVID
**Lección para todos

UNO. La casa como cárcel

El par de años del COVID dejó gran lección a todos. Pero más, mucho más, a los seniles. Una parte considerable, por ejemplo, transfigurada en ermitaños.
Digamos, el estado ideal del ser humano.

Luis Velázquez

Como en los orígenes de la humanidad y la sociedad.
Incluso, como los elefantes que cuando sienten la muerte aproximada se retiran de la manada, buscan una cueva en la montaña y encierran a esperar el final.
Vivir enclaustrados en casa. Sin asomarse, siquiera, a la puerta ni al garaje. Vaya, sin ninguna relación amical.
Casi casi como la canción inmortal de José Alfredo Jiménez. “Aunque sigas viviendo… para mí ya estás muerta”.

DOS. En casa… la vida misma

Si eres viejito y pensionado, por ejemplo, tampoco hay necesidad de ir a la institución bancaria para retirar el dinerito.
Basta y sobra que un hijo vaya al cajero las veces necesarias para retirar los fondos poco a poquito, pian pianito.
Una trabajadora doméstica llena de enjundia, ímpetu y vitalidad para las tareas básicas.
Más si el viejito (o la viejita) son viudos.
En casa, la vida misma. Leer. Escuchar música. Y como aquella pareja de senectos de tarde en tarde, en el reposo, bailar con la música de su tiempo y que bien puede conectarse en el celular.
¡Oh, bendita tecnología!

TRES. Los amigos… en el panteón

En aquel tiempo, una pareja de ancianos fue a su pueblo de origen.
Primero, descubrieron, mejor dicho, confirmaron que la mayoría de los paisanos de su época estaban sepultados en el panteón.
Segundo, que los hijos de aquellos contemporáneos viven en otras latitudes geográficas.
Tercero, que ellos a nadie conocían ni reconocían. Pero tampoco nadie a ellos.
Entonces, y a tono con el aislamiento sugerido en el tiempo del COVID, decidieron alejarse del mundo.
Y desde entonces, encerrados en casa.

CUATRO. Cine en casa

Ermitaños, la vida es así:
Cero relaciones amicales. En todo caso, por la vía telefónica.
Cero comiditas y cenitas en casa con los amigos.
En casa, los únicos visitantes son los hijos y los nietos.
Y si en el caso a la pareja ermitaña le gusta el cine ahí está la tableta con varias plataformas para mirar y admirar el número suficiente de películas.
En casa, por ejemplo, cada vez los hijos y los nietos llegan con montón de elefantitos como regalo, símbolo de la nueva época que se vive y usufructúa desde hace tiempo.

CINCO. Ni a la calle asomarse

Más que ver y escuchar noticieros televisivos, películas en la Tabletita Digital.
Más que leer periódicos y revistas, leer libros y escuchar música.
Más que platicar con los vecinos, dormir.
Más que dar lástima por ahí, permanecer en casa como ermitaños.
Más que exponerse a habladurías, ni a la calle asomarse.
Sobre todo, cuando montón de achaques, males y enfermedades se cargan en un camino de espinas, cardos y abrojos y derecho, derechito al Gólgota.
Caray, así como está Veracruz con tantas medallas y preseas en los primeros lugares nacionales en feminicidios, secuestros, desaparecidos, extorsiones, fosas clandestinas e impunidad.

SEIS. Resucitar a la vida

Vivir como ermitaños es una nueva vida.
Tomar sabor a la casa y ocuparse, incluso, en las tareas domésticas.
Por ejemplo, sembrar plantitas, incluso verduras, en el pequeño y modesto patio.
Incluso, verduritas sembradas en cazuelas y colgadas como adorno en el pasillo y/o en las ventanas de cara a la calle.
Y, claro, regar el jardín, así sea un pedacito.
En casa, ningún gatito ni perrito porque cuando luego de varios años mueren el dolor y el sufrimiento es muy canijo.


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