Cinco: Abusiva.
Seis. Golpeadora.
Siete. Arbitraria.
Ocho: Ladrones.
Nueve: Secuestradora.
Diez: Extorsionadora.
Norma Romero resume la estrujante realidad en contra de los migrantes de América Central (Guatemala, Honduras y El Salvador).
Y los ilegales del continente, entre ellos, de la Venezuela del dictador Nicolás Maduro.
Y de los indocumentados procedentes de África: “La Fuerza Civil es la más difícil de las policías de Veracruz”.
Lo dice luego de unos veinticinco años, o más, de experiencia en el día con día con los migrantes a su paso por Amatlán y cuando las señoras extienden la mano con una despensa alimenticia.
Además, y desde hace varios cuando la casa de “Las Patronas” se convirtió en refugio migratorio para los ilegales necesitados de un reposo en el peregrinaje de América Central a la frontera norte de México y en su paso por Amatlán.
Un retrato hablado “al pie de la letra” luego de cinco años y cuatro meses de Cuitláhuac García como el góber obradorista.
Tiempo de la 4T y MORENA y de un partido político que de izquierda, la izquierda campeona en el mundo (ajá) de los derechos humanos.
El estilo personal de ejercer el poder de la autoridad estatal a través de la Fuerza Civil.
Y de los policías.
Y de los Agentes de Tránsito.
La gran mística y apostolado social de la secretaría de Seguridad Pública.
Los principios.
Los valores.
“La purificación moral” en el servicio público.
“La honestidad valiente”.
“Los golpes de pecho” en “La mañanera”.
El mundo ideal soñado (ajá) por AMLO, el presidente, el mesías, el gurú, el tlatoani, el chamán.
El mero mero.
¡Ay, que Claudia Sheinbaum Pardo ofreció un cargo público en el gabinete legal federal en el próximo sexenio a Cuitláhuac!
Y, bueno, de seguro, “y de ser así”, será, sería, entre otros hechos y cositas, por la Fuerza Civil.

II (Maldición bíblica)
El gobierno de Veracruz está mal.
Por ejemplo: el primer contacto de la autoridad con la población, los ciudadanos con credencial de elector, los menores, el agente de Tránsito.
El segundo, quizá también el primero, el policía.
La Fuerza Civil, por ejemplo, creada con un optimismo irradiante de un contacto respetado y respetuoso y respetable con la población.
Y, bueno, como en el caso de los migrantes, y de acuerdo con “Las Patronas”, el infierno.
Ni hablar: queda confirmado. El uniforme, la gorrita, el bigotito negro enaltecido por los lentes negros, la papada y la panza, la macana y el garrote, los gases lacrimógenos, la patrulla y hasta los caninos expertos en detectar y olfatear la droga, están convertido en peores ejes de mal.
Por encima, incluso, de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros y “polleros”.
“Las Patronas” exhibiendo en el palenque público la realidad atroz de la Fuerza Civil.
Vaya, la milenaria y bíblica leyenda (leyenda real) de que se le tiene mayor miedo, terror, pánico y horror a un policía que a un ladrón, un asaltante, un ratero, un raterillo.
El ladrón, por ejemplo, asalta y corre.
Y el policía, asalta, acusa de agravios a la autoridad, detiene y lleva a la barandilla y encarcela.
Una maldición bíblica que sigue trascendiendo a un nuevo sexenio que este año terminará el periodo constitucional.