Mujeres armadas
**“Me matarán, pero me llevo a uno”
**Legítima defensa
UNO. Una pistola en la bolsa
Sea como sea, pero hacia finales del quinto año del sexenio obradorista en Veracruz, parte de la población ha decidida armarse.
Una señora viuda, quien vive sola, con hijos desperdigados por ahí en el país, dice: “Yo tengo mi pistola.
Luis Velázquez
Siempre la cargo en la bolsa de mano. Y duermo con la pistola debajo de la almohada. Y practico el tiro al blanco.
Y si los malosos me quieren secuestrar y/o robar en la casa, mínimo, me llevo a uno primero”.
DOS. Mujeres bragadas
Igual que ella, otras amigas se han armado. Unas divorciadas. Otras casadas. Otras solteras.
Todas las partes conscientes del terror feminicida de norte a sur y de este a oeste del Estado jarocho.
Todas conscientes de las mujeres secuestradas y desaparecidas y torturadas y abusadas y ultrajadas y hasta asesinadas.
De acuerdo con sus versiones, en el rancho de donde son originarias, unas armadas, incluso, hasta con machetitos bien afilados.
Es más, con chuchillos cebolleros bien pulidos y vueltos a pulir y aprendiendo el tiro al blanco.
TRES. Legítima defensa
En ningún momento el deseo y la voluntad expresa y manifiesta de hacerse justicia por mano propia.
En legítima defensa de sus vidas y las vidas de los suyos y sus bienes materiales. Poquitos que tienen, pero bienes al fin que les ayudan a vivir un poquito mejor.
Por ejemplo, una tele, un IPAD, un celular, el refrigerador, la estufa.
Ningún volchito a la puerta de la casa. En el rancho, claro, un caballito, un burrito, entre otras cositas, para acarrear el agua del río a casa.
CUATRO. “Vivan su vida”
La señora viuda siempre sugiere armarse a las amigas y vecinas y conocidas.
Y de inmediato les muestra la pistola en la bolsa de mano.
Y cuando le pregunta si sabe tirar las invita a despoblado por ahí, en las goteras de la ciudad, y les demuestra con hechos la habilidad para manejar la pistola y la capacidad para pegar el tiro al blanco.
Ella tiene hermanos y la critican. Pero a ella le vale. “Ustedes vivan su vida y yo la mía” les dice.
CINCO. A nadie hace daño
Ella compró su pistola por ahí y se cuida mucho cuando anda en carretera vaya a caerle por ahí una patrulla y la revisen y hasta la detengan.
Es más, evita circular en caminos vecinales y la autopista y su vida activa la reduce a la ciudad.
De la casa a la chamba. Y viceversa. A veces, con las amigas y compañeras del trabajo, un cafecito a la salida de la oficina, el taller, la fábrica, la industria, el comercio, el negocio.
Una vida tranquila, sin hacer daño a nadie. Pero al mismo tiempo, cuidándose. El miedo, pero más aún, “el miedo al miedo” (León Felipe) la mantiene en alerta.
SEIS. Dóberman en casa
Siempre rehúye las invitaciones de las amigas para bailar en un centro social el fin de semana.
Digamos, una vida con bajo perfil, centrada en la ocupación laboral y en casa donde tiene un dóberman bien educativo para las sorpresas, vigilante en casa día y noche.
En ocasiones, los hijos le llevan a los nietos para cuidarlos y dormir con ellos, mientras los padres cumplen compromiso social.
Entonces, y cuando los menores están dormidos, ella duerme en la sala de la casa atenta al ruido más sencillo de la noche.
La pistola a un lado en la bolsa.