Padres famosos
**Hijos soberbios
**Pedantería extrema
EMBARCADERO: Un mal karma, una pésima vibra, alguna maldición satánica, incluso, habría pasado con los intelectuales de las décadas de los 50 y 60 en el siglo pasado... Muchos de sus hijos fueron incluidos en los Círculos del Infierno y hasta como jinetes del Apocalipsis cuando entre ellos se registraron “suicidios, adicciones, desempleo crónico, embarazos no deseados, pedantería extrema y un amplio reportorio de disfunciones” según cuenta el escritor Juan Villoro, hijo del filósofo Luis Villoro,
Luis Velázquez
en el libro “La figura del mundo”, editorial Random House…
ROMPEOLAS: La hija de un escritor famoso, por ejemplo, entró duro y tupido a la droga… Y de acuerdo con las versiones, murió en un trance en una calle de la ciudad de México y en donde la encontraron… Caray, el único yerno del dictador Porfirio Díaz Mori, 34 años en el poder, Ignacio de la Torre, le salió homosexual y en las oficinas del Palacio Nacional solía organizar tremendas orgías con sus efebos jóvenes… Y de paso, hasta funcionarios por ahí…
ARRECIFES: El único hijo del Gran Siervo de la Nación, José María Morelos, Juan Nepomuceno Almonte, criado con su trabajadora doméstica, Brígida Almonte, educado en Estados Unidos, se volvió feligrés y cabildero de Maximiliano de Habsburgo para entronizarlo como Emperador de México y en contra del presidente Benito Juárez García… Plutarco Elías Calles, el creador del PRI llamado, entonces, Partido Nacional Revolucionario, habría sido, digamos, cuidadoso en la formación de sus hijos… A uno, lo impuso de gobernador de Nuevo León… Y a otro, diputado federal y ministro Sin Cartera…
ESCOLLERAS: A nadie rechazaba más (y quizá odiaba) el Nobel de Literatura, Octavio Paz Lozano, que a su hija criada con su esposa, la escritora Elena Paz, pues ambos se volvieran las peores enemigas… Pero, bueno, el inventario de Juan Villoro sobre los hijos de los intelectuales de aquella época (conocidos y contemporáneos de él mismo) resulta impresionante… Más, mucho más, porque dueños todos de una inteligencia incandescente y un talento natural, considerados los mejores entre los mejores, resulta inverosímil el saldo de los hijos… Quizá el desapego de los padres… Acaso, conflictos generales acentuados… Quizá, las influencias externas… Acaso, el tiempo intenso de los hippies, la unión libre, los tríos, la melena larga, la minifalda, el alcohol, la droga, la vida libertaria…
PLAZOLETA: En un tiempo de su juventud, el escritor Carlos Fuentes Macías tuvo intenso y volcánico cortocircuito con su padre, un diplomático con cargos en varias naciones… El padre estaba desencantado porque el hijo la pasaba en la vida alegre… Y con los amigos… Noches completas en los centros nocturnos de la Ciudad de México… Y las cositas anexas y conexas… Incluso, hasta llegó a decir que ningún futuro le esperaba… Luego, claro, se reconciliaron cuando Fuentes publicara su primer libro y el segundo y el tercero…
PALMERAS: Entre otros hechos, Villoro se detiene “en la pedantería extrema” de muchos hijos de intelectuales de aquel tiempo… La pedantería, hermana gemela de la altivez, la gallardía, la soberbia, la exclusión, el mesianismo y el complejo de superioridad… Todo, claro, en nombre de los padres famosos… En todo caso, la circunstancia suele reproducirse “al pie de la letra” en los hijos de los políticos y los magnates y los empresarios poderosos y menos poderosos… Y hasta en los hijos de los caciques del pueblo… Un mal, digamos, propio de la naturaleza humana cuando se tiene dinero y poder…