Derecho a estar solo
**Crear y recrear
**Dialogar con uno mismo
UNO. Días en la soledad
Cosas insólitas y maravillosas de la vida: el filósofo Luis Villoro, padre del escritor Juan Villoro, “podía pasar días en soledad, sin más contacto que sus libros”.
De hecho y derecho, vivía para adentro.
Luis Velázquez
Creado y recreado en su mundo interior.
Incluso, cuenta el hijo en el libro “La figura del padre”, solía debatir consigo mismo… en vez, digamos, de dilucidar con otros.
Se trata de estilos ejemplares de vida. Por ejemplo, los monjes. Es más, la poetisa Sor Juan Inés de la Cruz encerrada en el monasterio por órdenes superiores, escribiendo todos los días.
DOS. Ermitaños modelos
Impresionante la historia de los monjes retirados de la vida y días y noches existiendo como ermitaños, encerrados en las cuatro paredes de un cuarto.
Además, el cuarto lleno de austeridad. La famosa austeridad de San Francisco de Asís.
La sencillez y la humildad con que siempre vivió el obispo santo, Rafael Guízar y Valencia.
Los días y noches en soledad de los escritores tecleando novelas, cuentos y poemas.
Pensando y dando vueltas a las cosas, las circunstancias y los hechos de la vida pública. Y social. Y cultural.
TRES. Pensar y escribir
Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura, siempre vivió con el deseo de encerrarse en su departamento a pensar y escribir.
Y dejar que las editoriales que publicaban sus libros se movieran en el país y América Latina y el mundo.
Pero, bueno, según parece, nunca tomó la rigurosa decisión.
Impresionante, memorable y citable, aquella escena cuando el presidente Ernesto Zedillo empuja la silla de ruedas donde Paz va sentado, todo barbón, con un sarape en las piernas.
Es decir, la cercanía del poder y con los príncipes del poder.
CUATRO. Soledad necesaria
Escritores, compositores, escultores, intelectuales, filósofos, etcétera, etcétera, todos necesitan de la soledad para crear y recrear sus obras literarias y artísticas.
Hasta ahora, está comprobado que únicamente en la soledad se puede crear.
Y, claro, crear obras de calidad y con calidad, soñando con trascender al tiempo y el espacio.
Así era don Luis Villoro.
Una niña dijo a sus amiguitas: “Mi podre nunca está solo; siempre está acompañado de un libro”.
CINCO. El derecho a estar solo
Unos chicos por ahí de unos 18, 19 y 20 años, han descubierto el secreto de la dicha y la felicidad: “Me gusta estar solo… conmigo mismo”, dicen.
Y defienden con intensidad volcánica su legítimo derecho a estar solos.
Acaso, encerrados en sus departamentos. Y al mismo tiempo, vaya paradoja, googleando y conviviendo con los amigos a través del celular y en videollamadas.
Digamos, la soledad en el siglo XXI gracias al Internet, el celular, las redes sociales, el WhatsApp y el Tik Tok, entre otras cositas.
SEIS. Huir de los tóxicos
Entre los dichos populares está uno, el siguiente: “Más vale solo que mal acompañado”.
Más cuando de por medio se tienen conocidos y hasta amigos tóxicos.
Llenos de mala vibra. Y peor fario.
Simplemente, gente negativa trasmitiendo el peor veneno de negatividad.
Rechazando, evidenciando y cuestionando a los demás y en todo y con todo.
Entonces, el relato bíblico es la pócima deseada:
En casos así, dice, aléjate lo más posible. Y nutre el corazón, las neuronas, el hígado y el espíritu en otras fuentes.
Y cuando retroalimentado, si la persona tóxica te interesa vuelve con ella para ver si logras el milagro de cambiarla.
Pero si no te interesa, entonces, sigue lejos que Dios mismo te perdona.