En ranchos ganaderos. En farmacias de medicina veterinaria. En empresas, industrias y fábricas donde necesitan veterinarios.
En hospitales para perritos y gatitos. En la secretaría de Desarrollo Agropecuario. En las oficinas municipales a cargo de cuestiones veterinarias.

PASAMANOS: Incluso, hasta tocó puertas en alguna universidad privada. Y en Bachilleratos. Caray, hasta en escuelas secundarias.
Durante varios meses anduvo navegando en Internet buscando oportunidades. Envió un número incalculable de solicitudes de empleo con su currículo.
Todas las tardes checaba la computadora en la bandeja de entrada esperando una respuesta.
Recurrió a sus maestros solicitando una recomendación. Y todos le echaron el chorizo y el rollo.
Quiso emplearse con algún veterinario exitoso y ninguno le dio oportunidad.
Entonces, un semestre después de egresado, simplemente nos avisó que únicamente le quedaba migrar a Estados Unidos.

CORREDORES: Y con unos centavitos ahorrados agarró camino.
Lo bueno es que algunos vecinos están de migrantes desde hace rato en el país vecino.
Y se había comunicado con ellos vía Internet. Y ellos lo animaron y reanimaron.
‘Vente para acá’ le escribieron. ‘Aquí entre todos te apoyaremos. Allá, en Veracruz, no hay nada. Y se pierde mucho tiempo con la esperanza y la fe’.
Y mi hijo, quien también se llama Pedro, Pedro N., se fue con la bendición de su madre y la mía.

BALCONES: Y ni modo, quedamos solos mi vieja y yo.
Tiempo difícil porque mi esposa está enferma. Padece de la presión arterial alta. Padece reumas y artritis. Tiene dolores en un pecho y tememos lo peor.
Y yo trabajo todo el día. Más, porque vivimos lejos de TAMSA y debo tomar dos carros para llegar a tiempo a la fábrica. Y me hago una hora de camino, si bien me va.
Entonces, mi esposa está sola casi todo el día. Es más, ella dice que yo únicamente de noche llego a casa como si fuera su amante.
Pero ni hablar, la vida es así y qué le vamos a hacer.
Y los hijos, claro, tienen todo el derecho del mundo a construir y reconstruir su vida.

PASILLOS: Por fortuna, mi hijo ya está laborando en Estados Unidos. Sus cuates le consiguieron una oportunidad en un rancho ganadero de Texas.
Por ahora es un trabajador más. En las tareas básicas del campo. Incluso, hasta sembrando.
Pero como estudió la carrera de Veterinario tenemos confianza en que poco a poquito se abrirá espacio y tiempo con el dueño del rancho y le dará una oportunidad para desarrollar sus conocimientos.

VENTANAS: Mi hijo es joven. Tiene veinticuatro años. Y está lleno de energía y optimismo. Y tiene muchas ganas de hacerla. Ya se sabe, el hambre suele asestar muchas cornadas.
El sueña que si le va bien y cuando llegue la hora de jubilarme en TAMSA nos vayamos a vivir a su lado en EU.
Ya se verá. El dicho lo advierte: ‘Dios dispone, pero el diablo lo descompone’.
Todas las noches rezamos el rosario por el buen fario para mi hijo. A veces, nos enlazamos en videoconferencias. Y lo vemos y sentimos con muchas ilusiones”.