Ni a los padres de familia de los 43 hijos desaparecidos en Ayotzinapa.
Nunca quiso recibir a los familiares de las víctimas del desplomen del Metro de la Línea Doce.
Vaya, tampoco y por ahora a los damnificados del huracán Otis en Acapulco, tan encendidos que están (Carlos Loret de Mola)
Entonces, si tal es la línea de “La mañanera”, en Veracruz, el góber obradorista tampoco ha deseado recibir a los miembros de los treinta Colectivos, integrados con padres con hijos secuestrados, desaparecidos y quizá asesinados.
Y por eso mismo, y luego de que los Colectivos marcharan en las calles y avenida principal de Xalapa decidieron pernoctar en los bajos del palacio de gobierno.
Durmiendo en el suelo.
Tirados en el piso sobre un petate, quizá, una colcha, una sábana.
Abrigados con algún sarapito, una cobija, un suéter, una bufanda para proteger el cuello y la cara.
Y con el único objetivo de una audiencia para dialogar con el señor jefe del Poder Ejecutivo estatal.
Digamos, solicitando hasta piedad y misericordia para tener una explicación racional sobre las razones por las cuales el gobierno de Veracruz suspendió la búsqueda de los desaparecidos.
Y en contraparte, AMLO, el presidente, glorificando a Cuitláhuac García.
¡Ay, zandunga, el tiempo de los derechos humanos!
Indicativo y significativo: Pernoctar en los bajos del palacio mendigando, limosneando, solicitando el legítimo derecho de audiencia.
Terrible y duro y rudo cuando el señor góber rechaza dialogar con los Colectivos.
Más porque todos ellos significan quizá, quizá, quizá, la parte más vulnerable de las familias de Veracruz con hijos, hijas, sobrinos, primos, tíos y hasta padres ancianos plagiados y desaparecidos.
Y como están las cosas, los hechos y las circunstancias, quizá ejecutados y sepultados en fosas clandestinas.
Más en un Veracruz en el primer lugar nacional en fosas.
Los Colectivos, luchando por la libertad y la dignidad humana.
Y las tribus guinda y marrón, en el desdén, el menosprecio, el desprecio, la indiferencia, la apatía, el valemadrismo en la tarea de gobernar.
¡Ah!, el góber respondió a los Colectivos inaugurando la Expo Turismo en Boca del Río y en boletín oficial detallando presupuesto millonario para la causa.
Digamos, simple danza populachera de los millones.

II (Desdén al diálogo)
Caray, el góber jarocho, una copia y mala copia Xerox de AMLO, el presidente, rehuyendo el diálogo.
El diálogo como forma superior en el ejercicio del poder y la tarea de gobernar.
El diálogo para esclarecer dudas y sospechas y dilucidar posibles acuerdos y tomar acuerdos y caminar juntos empujando la carreta y remando la canoa y pateando la pelota.
El diálogo para lograr la suma de voluntades pensando todo en una mejor calidad de vida y una vida digna para la entidad geográfica.
El diálogo como premisa número uno en el viaje sexenal atrás del buen gobierno.
El diálogo para buscar siempre, siempre, siempre, puntos de encuentros, lejos de los desencuentros.
El diálogo como el ejercicio más sublime de los verbos entender y comprender a los demás, a los otros.
El diálogo para conjuntar y fusionar a gobernantes y gobernados.
Pero, bueno, el góber jarocho declarando la guerra a la población civil únicamente por el legítimo derecho constitucional de pedir justicia.
Ta’cañón para una generación política que los Colectivos pernocten en palacio durmiendo en el suelo rogando, mendigando, lismoneando el diálogo.
Podrán los suyos lisonjear a Cuitláhuac García.
Pero entre los Colectivos...
Y sus familiares...
Y los hijos...
Y los hermanos...
Y los tíos...
Y los primos...
Y los padres ancianos...
Y los vecinos...
Y los amigos...
Y los compadres, “veinte y las malas” que para la elección presidencial y de gobernador y diputados federales y senadores el año entrante sufragarán en las urnas en contra de los candidatos de MORENA.
Los pordioseros del diálogo público...

III (“La cosa se pondrá pior”)
En cinco años, primera vez cuando los Colectivos pernoctan en los bajos del palacio de Xalapa.
Hartos del menosprecio oficial.
Radicalizados contra el góber, la secretaría General de Gobierno, la secretaría de Seguridad Pública y la fiscalía General.
“Pa’, la cosa se pondrá pior” dice el hijo del cacique, narco y presidente municipal (Ernesto Gómez Cruz) en el filme “El infierno”.