Cubierto de gloria cuando renunció al presidente Gustavo Díaz Ordaz por la matanza de trescientas personas el dos de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en el viejo Distrito Federal.
Inteligencia incandescente. Talento. Experiencias. Vivencias.
Pero…vaya paradoja, teniendo todo, exitoso, era un hombre depresivo.

DOS. “Es terrible sentirse odiado”

Se lo confió a su amigo, el poeta Pedro Gimferrer: “Tu artículo (sobre “El mono gramático”) ha llegado en días de depresión. Padezco periódicos momentos de abulia, decaimiento y melancolía o, como llamaban los antiguos a esa enfermedad del espíritu y la voluntad: acedia. Y me levantas el ánimo. Tu influencia ha sido milagrosa” (Memorias y palabras, Octavio Paz).
Incluso, le confía la siguiente revelación: “Oigo el zumbar furioso de las dos abejas coléricas. (Su expareja, Elena Garro, y su hija Helena Paz Garro). Cada vez que pueden, me clavan sus aguijones envenados y no cesan de urdir tretas y calumnias para extorsionarme, sacarme dinero, arruinarme y deshonrarme.
Es terrible sentirse odiado. Perdona esta confidencia y olvídala”.

TRES. Enfermedad silenciosa

Depresivo, por ejemplo, Ernest Hemingway. Y se pegó un tiro con una escopeta en la boca.
Depresivo, el escritor norteamericano William Styron, y se suicidó.
Ambos, como Octavio Paz, tenían todo. Pero la depresión agarra parejo. A gente exitosa y gente frustrada.
Lo peor, es una enfermedad silenciosa como el paro cardiaco.

CUATRO. Niños alrededor

Por fortuna, hay cura. Un tratamiento médico, cierto, prolongado (de dos a tres años, promedio), pero efectivo.
Estar tomando medicina… hasta derrotar a ese ser extraterrestre fastidiando los días y noches.
Dejarse llevar por un médico especialista. Y con experiencia.
Y nada de internarse en un hospital siquiátrico. Ni tirarse en el desván con el sicólogo y/o el terapeuta.
Un geriatra, por ejemplo, asegura que la medicina más eficaz para un depresivo es acercarle niños para que a su vez le transmitan su energía química, capaz de resucitar a los muertos.

CINCO. Muerte en vida

Se cae en la indiferencia y la apatía por los días y las noches.
Se bajan los brazos y se cuelgan los guantes para la tarea laboral.
La persona queda “atrapada y sin salida” en la inactividad.
Suele alejarse de su pareja y los hijos y los nietos y los primos y los sobrinos.
Por lo regular, se apuesta al silencio y a la encerrona en casa.
Y nada impacta ni levanta. Más, mucho más, cuando es genética.
Por un lado, la carga histórica. Y por el otro, el mundo externo causando estragos en el mundo interno.
A Ernest Hemingway llegaron a darle electrochoques y ni así resucitaba a la vida.
Y eso que tuvo a su lado a las actrices más bellas y hermosas del cine norteamericano.
Y casó en cuatro ocasiones.

SEIS. Círculo del Infierno

Por fortuna, nunca Octavio Paz llegó al suicidio en su llamado “viaje a la oscuridad” de acuerdo con la mirada de William Styron.
Pero de todas las enfermedades identificadas (tres mil) más la no identificadas (siete mil), la depre es una de las peores.
Nada más terrible que ver al familiar poseído por el mar rugiente de la depresión, un Jinete del Apocalipsis, uno de los Círculos del Infierno, uno de los males de la caja de Pandora de Zeus.