Y aun cuando han sido derrotados, la historia hace constar los momentos estelares cuando los ciudadanos de a pie y motorizados se sublevaron al poder político y su aparato gubernamental.
Hartos, cansados, fastidiados, desencantados, decepcionados del ejercicio personal del poder y de la tarea de gobernar.
Como ahora, cuando la mitad de la población y la otra mitad está irritada con los primeros lugares nacionales en feminicidios, secuestros, desaparecidos, extorsiones y fosas clandestinas.

PASAMANOS: Por ejemplo, el 7 de enero de 1910 en Río Blanco los obreros textiles se fueron a la huelga reclamando mejores circunstancias de vida salarial.
La respuesta fue de Porfirio Díaz Mori enviando a las tropas y que asesinaron a trescientos trabajadores.
Luego, los soldados treparon los cadáveres a los vagones del Ferrocarril Mexicano y trasladaron al castillo de San Juan de Ulúa.
Y los soldados, tan patriotas, obedecieron la orden de arrojar los trescientos cadáveres al Golfo de México amarrados a piedra para evitar que flotaran.

CORREDORES: En el mismo Porfiriato, unos jarochos se sublevaron a una reelección más de Díaz Mori.
Entonces, el dictador ordenó a su góber precioso, Luis Mier y Terán “¡matarlos en caliente!”.
Y el góber, tan modosito, ordenó matar a nueve jarochos, los cabecillas, y por la espalda y con tiro de gracia.
En 1914, cuando la invasión norteamericana a Veracruz, los jarochos defendieron la soberanía de la patria cuerpo a cuerpo con los soldados gringos.
Entonces, tomaron sus armas como eran palos y piedras y se lanzaron contra ellos.

BALCONES: En la década de 1940, los campesinos de Veracruz se rebelaron a la rebatinga de las tierras ejidales operadas por los latifundistas, obsesionados de manera obsesiva con tener haciendas de diez mil, quince mil, veinte mil hectáreas.
Y desafiaron a los terratenientes.
Y los terratenientes contrataron al cacique y pistolero, Manuel Parra, jefe del comando y la banda conocida como “La mano negra” y en aquel tiempo asesinaron a cuarenta mil agraristas.
Y, claro, con el visto bueno del góber precioso, Jorge Cerdán Lara.

PASILLOS: En aquel tiempo, los jarochos del barrio de “La Huaca” y patios de vecindad anexos y conexos se sublevaron a los casatenientes, dueños de todos los patios donde a cada rato y con el visto bueno de la autoridad estatal incrementaba la renta.
Aquella lucha heroica la encabezó el sastre Herón Proal y a cuya causa se incorporaron las trabajadoras sexuales, todas viviendo en patios, y que sacaron los colchones de las recámaras donde vivían y hacían el sexo a las calles y les prendieron fuego.
En nombre, claro, de la justicia, la libertad y la dignidad y el respeto a los elementales derechos humanos.

VENTANAS: En el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, la lucha de la población contra el fuero de los caciques y sicarios cometiendo robos hasta en las carreteras en el transcurso de las noches y despojando a cuanto quisieran y asesinando a mansalva.
Con Javier Duarte, la lucha de los reporteros para vivir tranquilos, sin sobresaltos, tiempo cuando fueron asesinados diecinueve trabajadores de la información y Veracruz fue declarado “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.
Ahora, la vida, un infierno.
Uno, feminicidios. Dos. Secuestros. Tres, desaparecidos. Cuatro, extorsiones. Cinco, fosas clandestinas. Y seis, impunidad.
Las circunstancias sociales de ahora están dadas para una sublevación, igual, igualito que en el siglo pasado.
Claro, en nombre del poder, el poder reprime.
Pero hoy la justicia social suele darse a la hora de las urnas para elegir candidatos a un puesto de elección popular y votar en contra de los candidatos del partido oficial, y en el caso, en contra de MORENA.