Festival de barbacoa
I (Y de carnitas en zócalo jarocho)
El próximo fin de semana, sábado y domingo, el zócalo jarocho olerá a carnitas y barbacoa.
Se efectuará gran festival de los prestadores de servicios gastronómicos en la zona rural del municipio.
Carnitas, digamos, las más famosas, tipo Tejería.
Y la barbacoa, como en la comunidad de Vargas y comunidades anexas y conexas.
Luis Velázquez
Diez negocitos participarán.
Un festín por encima de los mariscos, los camarones, el arroz a la tumba y los toritos.
La diversidad gastronómica, pues.
De paso, chelitas bien frías de Los Portales para que así la reactivación económica sea pareja.
Y de igual modo como ocurrió en Rinconada con el festival de la garnachita y un concurso de comilitonas tanto de menores como de adultos, también, en el zócalo, concurso de tragones.
Taquitos de carnitas y cueritos y tamales de barbacoa.
Barbacoa de res y barbacoa de pollo y borrego.
Y con sabroso, sabrosísimo arroz.
Y, claro, tortillitas echadas a mano y con maíz blanco y sobre un comal, igual, igualito que cuando la Malinche se las hizo a Hernán Cortés desembarcando en las playas de Chalchihuecan.
El zócalo jarocho, plaza pública que para todo sirve y se presta.
Desde mítines políticos hasta festivales religiosos.
Y musicales, con las tardeadas y veladas de danzón con las personas de la sexta y séptima década.
La actriz María Rojo bailando con vestido rojo cortito y bien pegadito y una rosa en la oreja y tremendas zapatillonas.
Tianguis de curiosidades.
Carnitas y barbacoa, ahora.
A tono, claro, con la moda turística sexenal para dar vida a la vida en medio del poscovid, la recesión y la inflación.
Más, mucho más, en un Veracruz incapaz de recuperar los miles y miles de empleos perdidos en el tiempo canijo de la pandemia.
Más cuando las Bolsas de Trabajo únicamente ofrecen empleos informales.
Entre otros, ayudantes de mecánicos, fontaneros, pintores, electricistas y jardineros.
Y se ni diga, de cocineras en restaurantes y fonditas.
II (En realidad, meros consuelitos)
Cierto, la economía de unos cuantos bien puede moverse durante dos, tres días.
Luego, el desierto, el limbo, el vacío, la nada.
Y la nada es nada.
Y ni modo, por ejemplo, que los productores de carnitas y barbacoa anden de pueblo en pueblo con su vendimia, porque, ni hablar, en otras demarcaciones la competencia es dura y ruda.
Y en todo caso, que cada parte cuide su capilla y templo.
Con todo, la lucha económica y social la hacen.
Peor cruzarse de brazos ante la recesión y la inflación y los estragos (todavía vigentes) del COVID y reducirse a contemplar las estrellas, el cielo y la luna y las nubes negras y blancas.
Más en un Veracruz exhibido por la secretaría de Trabajo federal y el Seguro Social incapaz de recuperar los miles y miles de empleos perdidos en el par de años del COVID cuando, y en paralelo, en el resto de entidades federales los gobernadores se aplicaron en tiempo y forma y con resultados alentadores.
El puerto jarocho y Boca del Río están posicionados con los mariscos.
Ahora, el empujón para las carnitas y barbacoa.
Y con todo y barbacoa y carnitas a bailar “La bamba” y “El tilingo lingo” en “la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
La vida en materia económica se ha vuelto un tsunami, un torrencial, un vendaval, y solo resta ponerse los guantes para seguir empujando la carreta, aunque esté destartalada.