Van por Tomás Ruiz
I (El genio del SAT)
Tomás Ruiz González es el genio del SAT. El Sistema de Administración Tributaria de su autoría.
El amigazo del presidente Carlos Salinas de Gortari.
El primer secretario de Finanzas y Planeación del góber Javier Duarte, internado en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Luis Velázquez
Inteligencia incandescente.
Muy bien relacionado.
Prestigiado.
Pero por desventura está viviendo un tiempo nublado
Huracanado, incluso.
Desde hace ratito lo siguen vinculando a un proceso penal.
El delito, que el desvío de recursos públicos.
Y anda amparado.
Y dada su trayectoria, jefazazo que fuera en la secretaría de Hacienda y Crédito Público, resulta inverosímil, insólito, que la autoridad fiscal lo esté relacionando con el presunto desvío de recursos públicos.
Más cuando otro titular de SEFIPLAN con Duarte, primero estuvo viviendo en el penal de Pacho Viejo. Y ahora, en arresto domiciliario que por enfermedad.
Y acusado de igual forma de desvío de recursos.
Recursos estatales.
Recursos federales.
Más indicativo y significativo cuando semanas anteriores el genio electoral de Duarte, secretario de Trabajo y Previsión Social, fue detenido e internado en el penal de Pacho Viejo por enriquecimiento ilícito.
Sentenciado a seis años y medio de cárcel.
Fue, era, es Tomás N. (como ahora le llaman) un hombre, un político por encima de todos dada su inteligencia, talento, experiencias y vivencias.
Cercano al poder tanto federal como estatal.
Un técnico que prestigió a Javier Duarte como su primer titular de SEFIPLAN.
No fue Duarte quien honraba y enaltecía a Tomás N.
Sino Tomás N. a Duarte.
Y, bueno, dadas las cosas y los hechos que ocurrieron durante los casi seis años de aquel mandato constitucional (le faltaron cuarenta días a Duarte para terminar el sexenio), sabrán los chamanes el fondo de la olla.
Y más, mucho más, porque al lado de los trastupijes de que fueron acusados muchos de los llamados “Niños de la Fidelidad” (el góber Miguel Angel Yunes Linares encarcelando a un montón, por ejemplo), Veracruz, entonces, convertido “en el peor lugar del mundo para el gremio reporteril” con diecinueve trabajadores de la información asesinados, más tres desaparecidos.
Más Veracruz por vez primera en la historia en las grandes ligas de los desaparecidos.
Y de la desaparición forzada, resultante de la alianza sórdida y siniestra de políticos, funcionarios públicos, jefes policiacos, policías, carteles, cartelitos, sicarios, pistoleros, malosos y malandros.
Más la aparición por vez primera en la historia estatal de las fosas clandestinas.
Y, caray, aquella generación política “metiendo las manos al cajón” y “ordeñando la vaca” tal y como fueron señalados en su tiempo.
Y todavía ahora.
II (El fondo de la olla...)
Sabrá Tomás N. “el fondo de la olla”.
Más porque siempre causó la percepción y la sensación de un hombre íntegro.
Más íntegro dada la rigurosidad con que actuaba.
Y la fama precedida, entre otras cositas y hechos, por la creación del SAT.
Y su pasado familiar.
Simplemente, prestigió al gabinete duartiano.
Entonces, y como el Zavalita de Mario Vargas Llosa en “Conversaciones en la catedral”, habría de preguntarse el momento crucial y estelar cuando pasó lo que dicen que sucedió.
Y, claro, las razones de peso y con peso.
Y desde luego, los responsables y/o culpables.
Las circunstancias “al rojo vivo y a todo color”.
Más porque para entonces, Tomás N. era ya un político, un técnico, pudiente.
Sin ninguna necesidad de caer, digamos, en (posibles) trastupijes.
Ni siquiera, vaya, digamos, por ambición o codicia, porque a primera vista ninguna necesidad tenía.
Además, su formación académica, política y moral era sólida y consolidada.
En su momento, Tomás N. renunció o lo renunciaron a la secretaría de Finanzas y nunca, jamás, fueron trascendidas (y en nombre, ajá, de la transparencia) las razones, los móviles, los pretextos.
Y más, como en el caso a otros sucesores también les tocó vivir (y padecer) “el infierno tan temido”.
Uno de ellos, por ejemplo, privado de su libertad en el penal de Pacho Viejo y ahora en arraigo domiciliario.
Y dos más, amparados.
Otro, con un cargo menor, pero de hecho y derecho actuando y operando como el jefe de jefes de SEFIPLAN, en la mira (todavía) de la justicia con expediente negro.
Duro y rudo y terrible lo que por ahora vive Tomás N.