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Martes 06 junio, 2023

Crónica de un secuestro impune

*Natan de Jesús Armando Hernández Gallegos fue “secuestrado” en Poza Rica, había ido de vacaciones a ver a sus hermanos; estudiante de éxito, atleta sobresaliente

*Los encargados de la Unidad Estatal de Combate al Secuestro (UECS) se negaron a investigar una casa de seguridad: “Ahí domina el crimen organizado” dijo el fiscal David Cerdeña

*En una hielera de cerveza Tecate, elementos de la Fiscalía General del Estado se llevaron el ADN de Alicia Gallegos –madre de Natán- para cotejarlo y analizarlo en Pánuco

*Una joven de 29 años de edad está detenida por el secuestro, pero del joven Natan, de 21 años de edad, nada se sabe/ Noé Zavaleta/En Misión Especial en Poza Rica

  • Madre de Natan de Jesús Armando Hernández Gallegos

  • Natan de Jesús Armando Hernández Gallegos, secuestrado en 2018

“¡Natan, Natan, ¿hijo dónde estás? Natan, dime dónde estás!”. Se recuerda Alicia Gallegos Manríquez, Lichita, gritando con todas sus fuerzas la noche del primer día de marzo del 2018 en una colonia popular, muy cerca del COBAEV de Coatzintla, al norte de Veracruz.

La calle estaba a obscuras, hay una casa de seguridad del crimen organizado a unos 30 metros de donde estaba “Lichita”, ahí al fondo un par de sicarios sale con medio rostro tapados con pañuelos hasta la nariz y gorras ceñidas a la cabeza.

Una hora antes de los gritos desgarradores, la madre de Natan entrega en una bolsa de regalo un fajo de billetes con 40 mil pesos, cadenas y aretes de oro, todo lo que pudo juntar en doce horas a partir del secuestro de su hijo, con tal de volver a ver al más pequeño de su familia con vida.

“¿Dónde está Natan?” increpó Alicia Gallegos a los secuestradores de su hijo. Con señas corporales estos le contestaron que se callará o que le van a pegar un “plomazo” en la sien. Otros dos sicarios resguardan a las afueras de la casa de seguridad; no establecen comunicación con la madre del secuestrado. Un delincuente más, alto, como de un metro con 90, gordo como puercoespín, con la barba colgando hasta el pecho corre presuroso a abrir un portón viejo. Pasa un minuto, diez minutos, media hora, se cumplen 60 minutos y no hay señales que indiquen que pronto será liberado Natan Hernández.

Vienen los gritos de Alicia Gallegos ahogados en el cuerpo, grita, una, dos, tres veces, casi hasta desgarrarse la garganta. Agita los brazos con fuerza y jala aire para gritar con mayor estridencia, los decibeles de una mujer desesperada suben al cien por ciento. Perros ladran, luces de las casas aledañas, unas de cemento, otras de láminas, se encienden. El teléfono de “Lichita” suena: “Pinche vieja escandalosa cállate o voy a bajar a matarte ahorita mismo… Vete en chinga en Walmart allá te voy a ir a tirar a tu hijo”.

Espantada, orinada de miedo, con temblor en las manos, labios y brazos, Alicia Gallegos corre de la calle en penumbras hacía la carretera buscando afanosa un taxi. Perdió la cuenta de las veces que se cayó en su loca carrera, no recuerda si fueron cuatro, cinco o seis veces. Tampoco recuerda de dónde sacaba fuerzas de flaqueza para pararse lo más rápido posible. Raspones en piernas, codos, brazos y rodillas, poco importaba eso. Cómo pudo se subió a un taxi para correr al centro comercial, esperando durante la noche, madrugada, hasta que amaneció, desafortunadamente los secuestradores no regresaron a Natan.

“Perdón mamá, perdón Lichita, no pude traerte a mi hermano con vida… perdóname”, le lloró con fuerza, durante la madrugada del 1de marzo el hermano mayor de Natan, quien vigiló de cerca la casa de seguridad de los secuestradores, pero tampoco logró hallar rastros de su hermano privado de la libertad. Sin embargo, sí vio cuando estos salieron por el portón abierto y la calle aún en penumbras.

Natan de Jesús Armando Hernández Gallegos, de 21 años de edad, fue un estudiante de elite de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), estudiaba el séptimo semestre de Ingeniería Mecatrónica en la sultana del norte. Cuando fue “secuestrado”, el 28 de febrero del 2018 en Poza Rica, había venido de vacaciones a ver a sus hermanos y a una cita con el médico de Petróleos Mexicanos, pues tenía unos granos que le escoreaban la lengua, le urgía regresarse a Monterrey, pues estaba por empezar sus prácticas profesionales.

Además de la escuela, Natán de Jesús jugaba fútbol americano y recién había obtenido la distinción de ser cinta negra en karate. El día de su secuestro había ido al gimnasio y a pagar la mensualidad de la tarjeta de crédito de su madre “Ñoñita” –cómo cariñosamente le decía- en Fabricas de Francia. A mitad del camino cuando iba de regreso pidió a su madre que lo “sorprendiera” con una suculenta cena en casa.

En un trayecto de quince minutos, del centro de Poza Rica a su domicilio, Natan Hernández fue secuestrado. Hoy en día se ignora si fue el taxi que abordó o un grupo de sicarios lo interceptó en el camino.

“A las 7:15 P.M. su teléfono me mando a buzón… Me puse como loca, pero mis otros hijos me calmaron, me dijeron que no fuera tan aprehensiva. Antes de la media noche ya todos estábamos en alerta, paramos una patrulla de la Fuerza Civil y nos dijeron que nada podrían hacer”.

A las 2 de la madrugada del 1 de marzo llegó la temida llamada: Tenemos a su hijo secuestrado, hágale como quiera, pero quiero un millón de pesos, si usted ladra voy a ir ahorita a matarla y luego lo voy a matar a él”. Le dieron toda la noche y el transcurso del día para juntar el dinero.

En más de 20 llamadas, los secuestradores fueron bajando su tabulador, luego pidieron medio millón de pesos y 250 mil pesos. En sólo tres llamadas aceptaron ponerle el teléfono en la boca a Natan, quien sólo lloraba y alcanzaba a balbucear: “Ay Ñoñita, Ay Ñoñita”.

Alicia Gallegos, con un nudo de emociones atravesándole la garganta sólo le atinaba a decir: “Mi Natancito chulo, ya estoy juntando lo que me pidieron, pronto voy a ir por ti”. Al otro lado del teléfono sólo se escuchaban golpes y tablazos de tortura.

Unos integrantes de la familia Hernández Gallegos acudieron al batallón militar de Poza Rica para ver sí el Ejército Mexicano podía intervenir en el secuestro de Natan: “¿Ya lo buscaron bien? ¿No andará de cusco?” obtuvieron como respuesta. Al menos obtuvieron un número telefónico para ir con los encargados de la Unidad Estatal de Combate al Secuestro (UECS).

Sin embargo, aquí hubo una decepción muy grande, los ministeriales y el fiscal a cargo de la investigación de Natan de Jesús Hernández se negaron a investigar “la casa de seguridad” donde se presume tuvieron al estudiante de la UANL, pues adujeron que era ahí un nido de la delincuencia organizada y que por ende tendría que haber atracción federal.

“Ahí domina el crimen organizado, como creé que me voy a ir a meter ahí… no, no yo no puedo ir y catear ahí, pongo en riesgo mi vida”, le contestó a la familia de Natan, el fiscal, David Cardeña Ortega quien llevaba el caso.

Cardeña no investigo nada de secuestros, ni de desapariciones forzadas en el norte de Veracruz, cuando estuvo en la Fiscalía durante el bienio del panista, Miguel Ángel Yunes Linares. Sin embargo, la Fiscalía actual de la morenista, Verónica Hernández Giadáns lo ascendió de puesto en el organigrama impartidor de justicia y fue trasladado a Xalapa, donde hoy sigue despachando.

“La UECS ha sido omisa de principio a fin, su trabajo hoy solo ha consistido en revictimizar… la UECS se empezó a mover seis meses después… pero nunca me preguntaron marcas de mi hijo o lunares, ni que ropa llevaba… un primer año de investigación lleno de inconsistencias”.

En una hielera de cerveza Tecate, elementos de la Fiscalía General del Estado se llevaron el ADN de Alicia Gallegos –madre de Natán- para cotejarlo y analizarlo en Panuco, “Lichita” nunca entendió por qué hasta allá, pero tampoco ha obtenido resultados.

Una joven de 29 años de edad está detenida por el secuestro de Natan. Alicia Gallegos identificó a la joven como otra de las vigías que aguardaba ahí en la colonia donde la citaron los secuestradores de su hijo. La joven no ha querido declarar al respecto; al menos está en la cárcel.

Alicia Gallegos ya acudió a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) a poner una queja por más de 35 inconsistencias que encontró en la investigación de la Fiscalía para dar con el paradero de su hijo. Actualmente se encuentra adherida al Colectivo en Búsqueda de Desaparecidos “María Herrera” y desde ahí ha emprendido una ferra lucha por saber que paso con Nathan y a someterse a la revictimización por parte de elementos de la UECS: Sí algo me llega a pasar a mí o a mis hijos hago responsables a los de la UESC”.

“Lichita” se encuentra sentada en una banca del Parque Juárez, atrás del árbol de la esperanza donde hay fichas de más de cien desaparecidos en la región –la mayoría de ellos jóvenes y jovencitas-, carga un morral azul donde lleva el mandado y siempre un folder de plástico con la ficha y fotografías de Natan Hernández.

Sentada en una banca multicolor, les dice a madres y padres que acaban de sufrir la desaparición de un hijo, con voz tierna, pero firme que la “investigación” y “diligencias” para buscar a un hijo siempre correrán a cargo de los dolientes, pues la autoridad, sea quien sea, harán muy poco para que el hijo vuelva a casa.

“Natán es un chico muy cariñoso, muy estudioso… con muchos valores, con muchos sueños, su amor era el deporte, exageradamente, quería que yo lo cronometrara. Era cinta negra en Taekwondo y desde los seis años andábamos en los torneos. Tengo como 60 medallas. Íbamos a cualquier parte de la república. Fuimos a Nuevo León, a Cancún, a Guadalajara, ¿a dónde no me llevó Natan?

Tengo recuerdos bonitos de él. Tenía un futuro muy amplio y se me hace increíble que ya no esté, porque alguien tuvo la brillante idea de quitarle su libertad”, reflexiona Alicia Gallegos y sus ojos se ponen vidriosos. Un viento fresco empieza a resollar en el parque, la tarde va cayendo.

La investigación por el secuestro de Natan Hernández ya está en manos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) desde hace dos años, pero poco ha sido el avance.

De mientras, Alicia Gallegos ha comenzado a hacer visibilización sobre la desaparición de su hijo, lo mismo en parroquias, que en escuelas o con padres que acaban de sufrir la desaparición de un ser querido. Se ha reunido con el presidente, Andrés Manuel López Obrador y con el gobernador, Cuitláhuac García, asegura que no descansará hasta saber ¿”dónde está Natan”?




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