Y, claro, aterrorizar más, mucho más, a la población.
En Poza Rica, así nomás, de pronto, ¡zas!, los sicarios llegaron al bar Garibaldi, ubicado en el bulevar Adolfo Ruiz Cortines.
Y apretaron sus fusiles, Magnum, pistolas, en contra de la clientela.
Un hombre con cinco disparos en el cuerpo, herido.
Y se debatía entre la vida y la muerte.
Otro hombre, con tres disparos (como a Rosita Alvírez en la canción de “El piporro”) murió en el interior del bar.
A un ladito, los ciudadanos escuchando los disparos salieron corriendo.
Despavoridos.
Temerosos.
Luego, los malos se perdieron en el día salvaje, violento, descarrilado de Veracruz.
El Veracruz campeón nacional en feminicidios, secuestros, extorsiones y fosas clandestinas.
Y como siempre, la autoridad asegurando que se trata de un ajuste de cuentas entre carteles.
¿Ajuste de cuentas asesinando a civiles?
Pero, bueno, cada quien mira la realidad “desde su cristal”.
Avisito parroquial:
La Fiscalía General está investigando.
¡Hosanna, hosanna, por “la justicia pronta, rápida y expedita”!

II (Retórica falsa y delirante)
En Veracruz, los malos escalando en la violencia contra los civiles.
Por ejemplo:
Autobuses de pasajeros urbanos y suburbanos asaltados.
En la noche y en el día.
Las feligreses de iglesia de Córdoba, rezando el rosario en la tarde... asaltadas.
Los comensales de una taquería en Córdoba... atracados.
El hombre asesinado en un balneario en la región de Córdoba un domingo al mediodía.
Los clientes de un café en la plaza El Dorado, de Alvarado, atracados con el dinerito en efectivo y relojes y cadenas.
El negocio en plaza Mocambo, en Boca del Río, asaltado un mediodía.
Los cadáveres colgando de puentes y árboles en el norte de Veracruz.
Cabezas decapitadas abandonadas en el centro de una pista en antro y sobre la mesa cantinera.
Los civiles secuestrados en el interior de sus casas.
El rafagueo en un bar de Poza Rica esta misma semana y en donde los sicarios disparando “a diestra y siniestra” como si cazaran en la llanura y/o sobre la laguna dejando un hombre muerto y otro debatiéndose entre la vida y la muerte.
El autobús de pasajeros incendiado en colonia popular en Coatzacoalcos delante de los usuarios bajados de la unidad “a punta de pistolas”.
Y como ninguna autoridad policiaca les hace frente, entonces, ellos “crecidos al castigo”.
Claro, claro, claro, “ahogado el niño en el pozo” llega la policía para rastrear pistas, rastros, señales.
Entonces, el góber de la 4T y su Fiscal General asegurando en el palenque público que “tienen identificados a los asesinos y pronto, pronto, pronto, caerán”.
Y caerán tanto los homicidas físicos como intelectuales.
La retórica falsa, delirante, calenturienta, “en la plenitud del pinche poder”.
Casi casi como si la autoridad creyera, estuviera segura, convencida de que los ciudadanos de a pie creen sus declaraciones y discursos.
Desde luego, en tanto AMLO, el presidente, alabe y halague a su góber de los féretros... allá querubines y ángeles pataleando emberrinchados.
La población civil, a la deriva, al garete, a “la buena de Dios”.
Y la Arquidiócesis de Xalapa pidiendo a los feligreses actúen y vivan como Jesucristo.

III (Los dueños de Veracruz)
Los carteles en Veracruz en contra de la población civil.
Y la autoridad, en el principio de Peter.
Digamos, como cuando “los porros” de Luis Echeverría Álvarez el diez de junio de 1971 inmortalizados en el filme “Roma” del cineasta Alejandro González Iñarritu.
Y los policías siniestros de Gustavo Díaz Ordaz en la Guerra Sucia.
Y los policías de Guerrero en el tiempo priista del góber precioso, Rubén Figueroa Alcocer, emboscando a diecisiete campesinos en el poblado de Aguas Blancas.
Y la orden de Porfirio Díaz Mori de “matar en caliente” y por la espalda y tiro de gracia a los nueve jarochos sublevados a su reelección, Luis Mier y Terán, su góber favorito.
Los civiles de Veracruz en el tiempo inmaculado de la 4T, a la deriva social.
En la incertidumbre y la zozobra.
Indefensos.
Los malos, ejerciendo e imponiendo su poder.