La amistad, una religión
**Cuates que fueron
**Peleados a morir
UNO. La religión de la amistad
La amistad es una religión. Y únicamente cuando se entiende y comprende interpretada así, la amista dura.
Un proverbio árabe dice, sin embargo, que la vida de un ser humano se calibra a partir del número de enemigos que deja al morir.
Luis Velázquez
Y un dicho azteca asienta lo contrario. La vida se calibra con el número de amigos al morir.
La paradoja es tan grande que, por ejemplo, otro adagio popular advierte que los amigos “se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos”.
DOS. Amigos que fueron
Octavio Paz Lozano y Carlos Fuentes Macías y Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa y Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, entre tantas otras figuras conspicuas, fueron amigos, digamos y como dicen por ahí, entrañables.
Y terminaron distanciados, enfrentados, conflictuados, odiándose incluso.
Quizá nunca arraigaron la amistad en tierra fértil para germinar con fortaleza.
Lo decía José Vasconcelos Calderón: “Yo solo necesito a Dios para vivir”, enfrentado, además, a su examigo Álvaro Obregón, el presidente de la república que lo nombrara ministro de Educación.
TRES. En dos… solo una persona ama
Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, lo planteaba de la siguiente manera:
“En una amistad (y en una relación amorosa) solo una persona ama. Y la otra está por interés”.
Su primera esposa, la escritora Elena Garro, y su hija, Elena Paz Garro, terminaron odiándola.
Luego, entusiasmado por una señora divorciada y con quien tenía planes para casarse, el pintor oaxaqueño, Francisco Toledo, llegó a París y luego de un ratito “se la bajó”.
Y quedó desmoralizado y deshecho.
CUATRO. Enemigos queridos…
La grandeza moral y social de Octavio Paz quedó mostrada cuando fundara la revista Vuelta. Entonces, incluyó en la nómina de los escritores “a enemigos tan queridos”.
Y es que el adagio popular advierte que en los encuentros y desencuentros de los amigos suele darse que los enemigos se vuelven más amigos que los amigos puros.
Bastaría preguntarse si los amigos de la infancia, la adolescencia, la juventud, la madurez, se conservan.
Y/o si en la madurez total y absoluta, incluso en la vejez, se tienen los mismos amigos.
Digamos, y como solía afirmar don Julio Scherer García, el Francisco Zarco del periodismo en el siglo XX (Carlos Fuentes):
Los amigos son piedras que rodando en la ladera se encuentran y empalman.
CINCO. Conocer a los demás
El sicólogo del barrio observa que en un nicho han de colarse a los amigos. Y en otro, las relaciones personales. Y en otro, los compañeros de viaje en la vida. Y en otro, los conocidos.
Y porfis, que nadie se confunda porque lo primero en la vida y para evitar decepciones, frustraciones y desengaños es que cada quien necesita aprender a conocer la de por sí compleja personalidad.
Incluso, hasta poner a prueba a los candidatos a la amistad, de igual modo como ellos también lo suelen hacer.
SEIS. Raspados en el camino
Sin ir lejos, Dios y Luzbel eran amigos. Jesucristo y Judas, también. Los emperadores de Roma, Marco Antonio y Octavio Augusto, de igual manera.
Pero en el camino se rasparon y ni modo, terminaron como los enemigos.
Y es que la amistad, vista como una religión, significa volverse el otro yo “en las buenas y las malas”. Más, mucho más, “en las malas”, porque en los tiempos de jauja “los amigos sobran” y brotan por todos lados.