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Martes 23 mayo, 2023

Poder total y absoluto

**El tlatoani, el gurú
**Príncipe en turno

UNO. El tlatoani, el mero mero

El peor fracaso de la democracia es la fuerza omnímoda, poderosa, incalculable, devastadora de los políticos encumbrados.
Aquellos que tienen y controlan el poder total y absoluto.
Digamos, el presidente de la república, el gobernador y los alcaldes.

Luis Velázquez

Por eso, incluso, ha sobrevivido la frasecita bíblica del “país de un solo hombre”. El jefe máximo. El tlatoani. El gurú.
Claro, y por fortuna, se ha dado una gran excepción con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, que rebotó el Plan B Electoral de AMLO, el presidente.
Y entonces, vaya democracia, los Siervos de la Nación sitiaron el edificio de la SCJN y ahora los amenazan con revivir la estructura judicial del tiempo de Benito Juárez García cuando los ministros eran elegidos, ajá, por el pueblo.
¿El pueblo? Ajá. ¡El pueblo, dicen por ahí!

DOS. Dueños del día y de la noche

Igual que en la mayoría de las naciones del mundo, la elite gobernante es dueña del día y de la noche.
Del destino personal de los políticos y hasta del destino colectivo.
Porfirio Díaz Mori, 33 años dictador, lo expresaba de manera concreta y lacónica:
“El presidente da y quita”.

TRES. El presidente siempre mangonea

En teoría, los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial son autónomos, independientes, soberanos.
Pero en la práctica, el poder Ejecutivo siempre busca mangonear a los otros e imponerse e imponer sus leyes, decisiones, acuerdos, objetivos.
Más, cuando el presidente de la república es el comandante en jefe de las fuerzas armadas. El jefe máximo de los gobernadores de su partido político. Y de parte de los Poderes Legislativo y Judicial.
Y del dinero público. Y de la diplomacia. Y hasta, caray, parte de la prensa. Más… la beneficiada con los jugosos convenios mensuales.

CUATRO. El Príncipe en turno

Por eso, la fama pública de que el gobernante es el Príncipe en turno. Seis años por lo regular como jefe máximo.
Todos, la mayoría, rindiendo tributo al patrón sexenal porque “una palabra suya basta para sanar el alma” de la población, tan urgida y necesitada de un empleo digno y estable y pagado con justicia laboral y de una vida sin sobresaltos, sin plagios, sin desapariciones, sin crímenes y sin fosas clandestinas.

CINCO. Intocables y mesiánicos

La tarea pendiente es la actitud de cada ciudadano, cada grupo social, ante el poder político.
Más, mucho más, cuando el poder es ejercido por una sola persona. El tlatoani. El gurú. Es decir, el presidente de la república. El gobernador. Y el presidente municipal.
Más, porque todos ellos se creen y sienten intocables. Enviados por un Ser Superior para salvar a la tierra.
“Al poder hay que criticarlo, acotarlo, vigilarlo, atemperarlo, limitarlo” escribe Enrique Krauze en su último libro, Spinoza en el parque de la esquina, Tusquets Editores.

SEIS. Ejercicio de la libertad

Sobre todo, cuando para cada persona lo más importante en la vida es la libertad.
La libertad para estar, ser y trascender.
“Hacer todo para proteger a la persona, su integridad, su dignidad, su vida misma. Protegerla, quitarle obstáculos, propiciar su creatividad y diversidad”. (Ibidem)
Lo decía Octavio Paz:
“La democracia sin libertad es tiranía. La libertad sin democracia es una quimera”.
Nada, pues, de Siervos de la Nación transfigurados en soldados y guerrilleros del obradorismo.
Nada de chairos rafagueando con su Mágnum cibernética a los enemigos y adversarios y críticos de AMLO, el presidente.
El Estado de Derecho. El imperio de la ley.


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