En el taller y el surco.
Nada reditúa más provecho material, económico y social, como el halago.
De hecho y derecho, jab a las neuronas, el corazón, el hígado y el sexo de los meros meros.
Claro, sin pasarse de tueste y llegar a la exageración y que, bueno, en cosas de halagos, los subalternos descarrilan.

DOS. Competencia de aduladores

La fama pública cuenta por ahí que en cosas de vanidades los aduladores compiten entre sí.
Y por lo regular, las mujeres políticas son mano.
Bastaría referir el caso de Cleopatra, 323 (trescientos veintitrés) años antes de Cristo, Reina de Egipto, enalteciendo la frivolidad de los Emperadores Romanos, Julio César y Marco Antonio.
Y en el tálamo imperial.
Y los dos, dichosos y felices porque su vanidad era enaltecida a los más altos decibeles.
Una reina… en la intimidad y a sus órdenes, con todo y que era afrodescendiente.

TRES. Enemigos de la crítica

Los jefes nunca están preparados en sus neuronas y corazones e hígados para la crítica.
Más, cuando tienen el poder absoluto y total y se creen y sienten mesiánicos.
Y es ahí donde los aduladores alcanzan “la plenitud del pinche poder”.
Premisa universal: entre más adulas más posibilidad se tiene de estar cerca de quien manda, el jefe máximo, el poder.
Y por añadidura, más posibilidad de ascender en los cargos públicos.
Lo dice AMLO, el presidente:
Más que la eficacia y la eficiencia, en política cuenta la lealtad.

CUATRO. Prohibido evidenciar

En 1994, el presidente Carlos Salinas eligió candidato presidencial a Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Entonces, el amigo de toda la vida, Manuel Camacho Solís, le pidió un desayuno.
En el desayuno, Camacho dijo a Salinas:
“No quiero saber porque no fui yo. Sino porque fue Colosio”.
Respuestas:
Una: te asociaste con mis enemigos, por ejemplo, con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
Dos: has pasado el sexenio criticando a tus compañeros del gabinete legal y ampliado.
Y tres: terminaste criticándome.
Así, exactito, copia Xerox es el ejercicio del poder en los políticos de todos los partidos políticos.

CINCO. Untarse jaboncito…

Nada más útil en la política para escalar los peldaños como cerrar los ojos y las neuronas a las cosas negativas del jefe máximo y de sus círculos del poder y de su familia y hasta de sus barbies.
Por el contrario, untarse jaboncito en las lonjas para que todo se resbale.
Claro, entrar a la feroz competencia del incienso.
Si es necesario, entrar de rodillas con los brazos alzados y los ojos en trance a la Basílica orando por la dicha y la felicidad del jefecito.

SEIS. Rivales y adversarios

Los aduladores están conscientes de tener competencia en el tiradero de incienso.
Incluso, rivales que los intrigan, primero, entre ellos, y después, entre todos hablando al oído del jefe máximo en su contra.
Pero, bueno, la cuchilla ha de afilarse y entre más pulida mejor para defenderse.
Y nada más útil, entre otras cositas, como averiguar los pecados mortales y veniales de los otros y buscando las pruebas jurídicas para tumbarlos de las neuronas del jefe.
En todo caso, la vida siempre es, ha sido y será una lucha feroz para estar, ser y trascender.