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Malecón del paseo
Martes 16 mayo, 2023

Vida disoluta

**Jugador y erotómano
**Famoso escritor

EMBARCADERO: León Tolstói, considerado el mejor escritor del mundo, antes y después (Ana Karenina y Guerra y Paz, por ejemplo), llevó una vida intensa y volcánica con el acelerador metido hasta el fondo... Más, incluso, que el Tolstói de América Latina como fue considerado Ernest Hemingway... Y más que José Vasconcelos Calderón, palabras mayores con su vida frenética... Por ejemplo, el conde Tolstói tuvo una vida licenciosa en Rusia y en Europa donde estuviera exiliado.

Luis Velázquez

Llena de una variedad de pasiones, desde el juego que lo llevara a la ruina económica hasta las trabajadoras sexuales…

ROMPEOLAS: Era tanta su pasión por el juego que hasta escribió una novela intitulada “El jugador”… Peor aún: en una noche de juego (y parranda, alcohol y sexo), perdido el dinerito que tenía apostó casa y rancho en Rusia y los perdió… Tiempo aquel cuando se volvió mesiánico y aseguraba que “si Dios no existía (como cacareaban por ahí), entonces, yo soy Dios”… Luego de cuarenta años de vivir con su esposa Sofía Andreyevna y quien tenía dieciséis años menos y juntos procrearon trece hijos, decidió abandonarla porque estaba harto y fastidiado de ella…

ARRECIFES: Vivió con intensidad y “fue de todo y sin medida” como canta José José… Aquella juventud licenciosa cambió en su vejez cuando se volvió “anarquista cristiano, torturado por las culpas” (Enrique Krauze, en su último libro, “Spinoza en el parque México”)… Incluso, “se volvió contra sí mismo y se odió”… Entonces, caray, igual, igualito que José Vasconcelos en los últimos años, convirtió a Dios en el eje principal de su vida… Con todo y que Tolstói era un “viejo intolerante e iracundo”…

ESCOLLERAS: Tan intolerante que, por ejemplo, su contemporáneo fue Fedor Dostoievski… Y nunca lo quiso conocer por más mensajitos que le enviaba… Tampoco, Dostoievski hizo el intento de viajar a la finca de Tolstói para conocerse y platicar y volverse amigos… Por más y más que Antón Chéjov lo cabildeara en repetidas ocasiones… Arrepentido de aquella vida, dejó de jugar y apostar en las cartas y dejó la vida disoluta… Y más que entregarse a su esposa y a sus dieciséis hijos, se desbordó en atenciones y cuidados por los campesinos que trabajaban a su servicio…

PLAZOLETA: Primero, obsequió parte de la hacienda a todos ellos… Segundo, fundó una escuela para los hijos de los campesinos y él mismo impartía clases… Y tercero, empezó a llevar una vida monástica, franciscana, jesuita… Y su esposa enfureció porque estaba dejando sin herencia a los hijos… Y aquella decisión fue argumento de sobra para un nuevo conflicto conyugal… Tolstói tomó en serio (y como suele ocurrir) “su espíritu místico y humanista”… Se volvió, digamos, un radical, extremoso… De un pecador en las grandes ligas, a un puro entre los puros que deseó proyectarse… Casi casi como Vasconcelos cuando una amante le preguntó si la necesitaba y el filósofo filoso, político y escritor originario de Oaxaca, paisano de Benito Juárez y Porfirio Díaz Mori y los hermanos Flores Magón, le contestó: “Yo solo necesito a Dios”…

PALMERAS: Tolstói se entregó a Dios… Quiso así recuperar, quizá, el tiempo perdido… Pero, caray, en la senectud vivió odiando a su esposa y quien, por ejemplo, copió a mano ocho veces la novela “La guerra y la paz”, un mamotreto de unas novecientas páginas… Tanto odio tenía por su pareja que en los últimos siete días de vida Tolstói se negó a recibirla en el lecho de muerte…


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