En la primera girita, Adán Augusto tuvo auditorio lleno en el WTC hablando sobre la reforma electoral.
Y auditorio lleno porque lo miran como posible candidato presidencial de MORENA en el año 2024.
Y en la segunda girita, de plano, Adán Augusto destapó con hechos concretos y específicos al diputado federal, Sergio Gutiérrez Luna, como inminente candidato de MORENA a la gubernatura por encima de la secretaria de Energía, la zacatecana Rocío Norma Nahle García, y preferida de Cuitláhuac para la sucesión.
Entonces, ¡vaya tsunami político levantado!
En una orilla del ring, Cuitláhuac habló del Veracruz plural que ha creado y la tolerancia política para que los aspirantes y suspirantes se manifiesten y expresen.
Pero... en la otra esquina del ring, estaba Éric Cisneros con los guantes puestos y tronando en contra de Adán Augusto López Hernández y Sergio Gutiérrez Luna.
Entre otras linduras, dijo, por ejemplo, que el parcito “quiere regresar al pasado turbio” del priismo.
El pasado que días anteriores, como si existiera química entre ambos, acaso entre los tres incluido Cuitláhuac, expresara el delegado federal, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, quien ha levantado la mano para la nominación guinda y marrón a gobernador.
El pasado priista resumido de la siguiente manera por el delegado federal:
Uno, el acarreo.
El acarreo dado en el par de eventos de Adán Augusto y Sergio Gutiérrez.
Dos, la cargada.
Tres, la estampida de los búfalos.
Cuatro, el primer evento organizado por el gobierno de Veracruz.
Cinco, las encuestas a modo.
Y seis, las columnas periodísticas pagadas.
El doble, triple discurso, pues, entre otras cositas, para quedar bien con la jefa de Gobierno en la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, soñando con la candidatura guinda a la presidencia de la república, y quien tanto arropamiento necesita con los sabotajes (aplausos, aplausos) en el Metro.
Cuitláhuac, jugando “al monje loco” de la pluralidad y la tolerancia.
Y Cisneros, disparando jabs, quizá, quizá, quizá, para congraciarse más con Cuitláhuac esperando, deseando, soñando con que lo pudiera palomear ante el presidente AMLO.
En todo caso, en cobro a que cuando el diputado local de MORENA, Magdaleno Rosales Torres, lo acusara de estar comprando bienes materiales en Baja California con el erario público de Veracruz, Cuitláhuac salió en defensa de su honestidad valiente.
En cobro, digamos, a que Cuitláhuac lo favoreció con la petición de imponer a la Fiscal General, su protegida.
Y/o otras facturillas por ahí pendientes.
El caso es que ha de enaltecerse la buena química, el mejor karma, entre “El Uno” y “El Dos” y por eso mismo, caray, lo son en el orden numérico.
Todavía faltan unos once, doce, trece meses, para el destape formal de los candidatos, y como AMLO asestó el banderazo de salida desde hace rato, entonces, la orgía de declaraciones, eventos, encuestitas, definiciones de lealtades y columnitas periodísticas pagadas.
Toneladas de tinta corriendo en las cañerías.
Cuitláhuac y Cisneros le hacen al ensarampado pero su juego truculento está claro, evidente y manifiesto.

VERACRUZ, EL BOTÍN

“El Uno”, soñando encartarse con Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno en la Ciudad de México, con la posible candidatura presidencial.
Y de ser así y ganar en las urnas, empalmarse para el sexenio 2024/30 y en las grandes ligas federales.
Y “El Dos”, soñando con el Senado de la República.
Entonces, y desde hace ratito, creciendo y multiplicándose los graves pendientes sociales (desempleo, subempleo, inseguridad, incertidumbre, zozobra, tiradero de cadáveres, feminicidios, impunidad, etcétera), únicamente les ocupa y preocupa la sucesión.
Incluso, “El Dos” ha estado con regularidad en Palacio Nacional y de pronto su invitado es “El Dos” quizá, acaso, sin duda, para muestrearlo en el altiplano.
Claro, por los servicios prestados y, digamos, la lealtad perruna.
Por eso, el torpedeo en contra de Adán Augusto López Hernández, quien busca la misma candidatura presidencial que Sheinbaum.
Y contra Sergio Gutiérrez, soñando con desbarrancar a la secretaria de Energía y quien, según ella, tenía andado el camino partidista, y sin opositor, cuando de pronto se le apareció el diputado federal por el Estado de México y desde la secretaría de Gobernación.
En medio, Veracruz como el botín.
El gran botín.
Los seis millones de los ocho millones de habitantes de Veracruz utilizados, como en el tiempo priista y panista, como “carne de cañón” electoral.
Todos, los seis millones, en la miseria (el último grado de la dignidad humana para llevar el itacate y la torta a casa) y la pobreza y la jodidez.
Iguales, igualitos, en todos los partidos.
Los mesiánicos dándose “baños de pureza”.
El pueblo, dicen, me pide como gobernador y presidente de la república.
“Hay días cuando me siento Dios” exclamaba Calígula “en la plenitud del pinche poder”.