Culto religioso a AMLO
•Tlatoani y patriarca
•El presidente da y quita
ESCALERAS: Hay un culto religioso a AMLO, el presidente de la república. El tlatoani de la cultura azteca. El todopoderoso. El Padre. El Patriarca.
“El presidente da y quita” repitió Porfirio Díaz Mori en sus treinta y tres años de reinado. Benito Juárez García, reeligiéndose durante quince años ininterrumpidos. Francisco Ignacio Madero entrando a la inmortalidad a partir de su asesinato ordenado por su amigo Victoriano Huerta.
Luis Velázquez
Más, mucho más ahora cuando AMLO expropió algunos mandamientos de la Ley de Dios a la iglesia católica. “Amaos los unos a los otros, no robar, no matar”.
PASAMANOS: AMLO es el padre y el patriarca como antes lo fueron los ex presidentes priistas y panistas. Y antes, mucho antes, Moctezuma y Cuitláhuac, el rey efímero. Y en el inter, Maximiliano de Habsburgo y Mamá Carlota.
El endiosamiento del presidente de la nación en turno genera muchos, demasiados, excesivos incluso, beneficios.
Lo decía en Estados Unidos Ronald Reagan: “Estás conmigo o contra mí”.
CORREDORES: De por sí, el jefe del Poder Ejecutivo federal tiene por ósmosis facultades metaconstitucionales. Es el jefe máximo del poder político. Pero al mismo tiempo, vaya intensidad volcánica, comandante en jefes de las fuerzas armadas.
Y jefe supremo del erario. Y de parte sustancial de los Poderes Legislativo y Judicial y que aquella famosa división de poderes fue convertida en una falacia.
Jefe de las corporaciones policiacas. Jefe nato de su partido.
Y jefe máximo de los gobernadores, veintidós bajo su plumaje que ya tiene AMLO. Y de los diputados locales. Y de montón de presidentes municipales.
BALCONES: La mayoría de mexicanos siempre hemos tenido par de dioses. Quizá tres. Acaso cuatro.
Uno, el dios celestial. Al morir te irás al cielo si fuiste bueno. Y si malo te achicharrarás en el infierno con Luzbel.
Dos, el dios terrenal. El presidente de la república. El gobernador. Quizá el alcalde.
Tres, par de diosas. Una, la esposa y/o la novia.
Y cuatro, la amante.
“Tú eres mi patria” decía el filósofo, político y escritor José Vasconcelos a su segunda célebre amante, Antonieta Valeria Rivas Mercado, aquella que en la iglesia de Notre Dame de París se dio un tiro incapaz de soportar los ataques irascibles de celos.
PASILLOS: Por lo general, basta y sobra una palabra, una orden, del dios terrenal para mejorar y enaltecer la calidad de vida de los súbditos, los empleados, la familia, los amigos, los socios, los cómplices, los aliados.
La amistad y amistad “a prueba de bomba” con un jefe político encumbrado resulta suficiente para sacarse el premio mayor de la Lotería Nacional.
Y ni se diga, caray, si el jefe máximo tiene una o más amantes. Todas, en el paraíso. La dicha inmensa de soltarles el billete público a raudales, pues ni modo se los den de su bolsillo.
VENTANAS: Se trata de una herencia monárquica. Datan de la cultura indígena. Los jefes tribales, por ejemplo, igual, igualito, que los talibanes hoy, podían tener el número de mujeres que desean siempre y cuando, caray, las pudieran mantener.
Además, disponiendo de las mujeres a su antojo, por ejemplo, como los jefes indígenas de Yucatán, pasando por Tabasco y Veracruz, hasta llegar a la vieja Tenochtitlán, regalando cada uno veinte doncellas a Hernán Cortés a su paso por cada pueblo.
El famoso derecho de pernada de los hacendados descrito por Juan Rulfo en la novela “Pedro Páramo”.
El presidencialismo, el patriarca, el padre.