¡Ay mi amada depresión!
•Cero interés por vivir
•Más depre con el COVID
ESCALERAS: “Veinte y las malas” que una de las peores enfermedades es la depresión. “Depre” de cariño se le llama. Una especie de muerte en vida. Por ejemplo, cuando se pierde todo interés por vivir. Y cuando con frecuencia el fantasma del suicidio se aparece y avasalla.
Más luego del COVID. Y, claro, de la recesión que llegó como compañera gemela. Y de la inflación, que ha empobrecido más, mucho más, a la población pobre y en la miseria.
Luis Velázquez
Los vientos huracanados iniciaron con el coronavirus. Canijo, duro y rudo perder la vida sin despedirse de la familia, porque si la persona fallecía en el hospital era enviado directamente al crematorio. Y/o en todo caso, a la fosa común.
PASAMANOS: Lo peor entre lo peor es que luego de la pandemia, la población depresiva se multiplicó. Por lo pronto, el dato oficial de la secretaría de Salud (Servicios de Atención Siquiátrica) es que han detectado tres millones seiscientos mil más de adultos en “el viaje a la oscuridad” como le denomina el escritor norteamericano, William Styron, gran amigo de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes Macías, y que se quitara la vida.
Además, y de acuerdo con la SS, casos severos.
CORREDORES: La salud mental de los mexicanos quedó y sigue dañada por el par de años del COVID. Primero, el aislamiento. Segundo, la pérdida del empleo. Tercero, el estrés. Cuarto, el terrible y espantoso miedo a contagiarse. Quinto, el aislamiento social. Sexto, ansiedad. Séptimo, depresión.
El simple bichito aparecido en la provincia Wuhan, de China, alterando y perturbando la vida en el resto del mundo. Todavía hoy, y por desgracia, insuperable. El COVID, como todos saben, volvió a intensificarse.
BALCONES: Los casos de depresión se han disparado en tres naciones. Una, México. Dos, Estados Unidos, el país más poderoso del planeta. Y tres, el Reino Unido, con Londres la ciudad más cara para vivir en el planeta.
La vida individual, un infierno. Pero también, la vida laboral y social, pues la depresión está declarada una razón para la ausencia en el trabajo.
La SS lo advierte de la siguiente manera: "La falta de atención médica especializada provoca que la enfermedad evolucione, se vuelva crónica y limite a las personas en todas las esferas sociales".
PASILLOS: Los estragos son tan graves que la secretaría de Salud federal abrió una línea de apoyo telefónico para orientar a los enfermos de ansiedad, depresión, riesgo suicida y consumo de sustancias sicoactivas.
Y segundo, está capacitando a profesionales de la salud (y que, claro, son y serán insuficientes) para detectar y atender los trastornos mentales y problemas de consumo de sustancias adictivas.
VENTANAS: Antes del COVID, la depre estaba considerada una de las peores enfermedades apocalípticas en México. Los hospitales siquiátricos llenos de pacientes. Sobre todo, enfermos urbanos y suburbanos, pues para los enfermos campesinos e indígenas significa, y es, un gasto oneroso. Inaccesible.
En los últimos cien años en México, ninguna pandemia como el COVID poniendo la vida “patas arriba”.