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Lunes 05 diciembre, 2022

Estafa Maestra en la 4T

El primer trabajo de Andrés Manuel López Obrador fue en Tabasco. Delegado del Instituto Nacional Indigenista, INI. Nombrado por el priista Ignacio Ovalle Fernández.
--Pero necesitamos te vayas a vivir a la Chontalpa, le dijo Ovalle.
--Me voy, dijo AMLO.
Y se fue a vivir con los indígenas de la Chontalpa con Rocío Beltrán, su esposa y madre de sus tres hijos mayores.

Luis Velázquez

Vivían, igual que todos. En una casita con piso de tierra. Y con horcones como paredes. Y con techo de lámina.
Y dormían, unas veces en un catre. Otras, en una hamaca. Y otras, a ras del suelo, sobre petates.
Antes del amanecer, AMLO estaba en el campo con los chontales. Y se fajaba con ellos, lomo con lomo, espalda con espalda al sol.
Años después, cuando el sexenio de José López Portillo terminó, Ovalle consiguió el segundo trabajo oficial para AMLO.
En la dirección del Instituto Federal del Consumidor.
El trato total y directo, sin rodeos, con la gente.
Ovalle fue generoso con AMLO.
Secretario particular del presidente Luis Echeverría Álvarez cuando era un chaval, también chaval fue ascendido a subsecretario de la Presidencia. Con López Portillo al frente del INI. Luego, embajador de México en Argentina.
Después de López Portillo, Ignacio Ovalle se metió a la vida privada y se convirtió en consultor impartiendo cursos, más que de superación personal, de desarrollo humano.
Incluso, los vendía hasta en videos que él mismo dictaba, filmaba y grababa.
Con todo, cuando AMLO llegó a la presidencia de la república y decidió vivir en Palacio Nacional, igual, igualito, que Benito Juárez García, uno de los cinco héroes de la historia, el pasado nunca, jamás, alcanzó a Ignacio Ovalle para una Secretaría o Subsecretaría de Estado.
Tampoco para el tercero o el cuarto lugar en una dependencia del gabinete legal.
Vaya, ni para la coordinación de asesores del presidente de la república.
Le fue creada una dependencia más. Se llamaba Seguridad alimentaria Mexicana. SEGALMEX por las siglas.
Era, digamos, uno de los programas estelares y claves del obradorismo “cercanos a los pobres”, pues hasta Diconsa y Liconsa fueron incorporadas.
Y “haiga sido como haiga sido”, si con Enrique Peña Nieto hubo una Estafa Maestra con un fraude de más de cinco mil millones de pesos, oh Rosario Robles, ahora en SEGALMEX con Ignacio Ovalle de jefe máximo y de acuerdo con las Cuentas Públicas de los años 2019 y 2020 el presunto daño patrimonial es de unos trece mil millones de pesos.
Por ahora, judicializados casi dos mil millones de pesos.
La secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación siguen presentando denuncias.
¿Sabía Ignacio Ovalle lo que estaba pasando en SEGALMEX?
¿Tuvo conocimiento como jefe máximo?
¿Se la pasaron de humo?
¿Y se la pasaron de humo en el tiempo sacrosanto de la 4T, la honestidad valiente y la purificación moral?
¿Y en el tiempo cuando más cuentan la lealtad y la honestidad... por encima de la eficacia y la eficiencia?
¿Y en el tiempo de “si te cachan... te echas la culpa y callas” como lo exhibió la reportera Elena Chávez González en el libro “El rey del ca$h”?

EL COCHINERO EN SEGALMEX

El peor estercolero del sexenio, cuatro años ya.
Ficticia o bajo sospecha... nóminas por honorarios.
Personal inexistente.
Productos y materiales de trabajo que fueron comprados y nunca entregados.
Incluso, caray, presunta adquisición de tarimas y que nadie vio.
Compra de productos y cuyas notas ni de remisión jamás fueron vistas ni comprobadas.
Gastos por comprobar... que nunca fueron comprobados.
Personal contratado y que jamás fue visto asignado y trabajando en una oficina, en un taller, en el campo.
Ningún reporte de actividades oficiales de los jefes y subjefes y los burócratas.
Ninguna constancia de afiliación de los prestadores de servicio al IMSS.
Peor tantito: ni listas de asistencia del personal burocrático para dejar constancia de su existencia.
“Compra de productos varios que jamás ingresaron a los almacenes”. (Proceso 2404, Arturo Rodríguez García)
El desfalco.
La gran estafa.
La peor corrupción cuando desde “La mañanera” predican “la honestidad valiente y la purificación moral”.
El capitán de un avión y/o de un barco y/o de un equipo de béisbol y fútbol, por ejemplo, son los jefes máximos.
Y para bien o para mal, el jefe de jefes es el responsable número uno.
Si fue partícipe, ta’canijo.
Si los propios colaboradores, subalternos y empleados lo engañaron y agarraron de tonto “y se la pasaron de humo”, mucho peor.
En todo caso, ha de recordarse que a la hora de los halagos, los aplausos, los vítores, las glorias y los reconocimientos, el jefe queda con “hacha, calabaza y miel”.
Para el mes de septiembre de este año iban once carpetas de investigación sobre el presunto desfalco.
La moneda humanística está dando muchas, excesivas, demasiadas vueltas... y en su oportunidad (antes del fin del sexenio, ajá) habrá de conocerse el lado donde caerá...


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