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Jueves 10 noviembre, 2022

“Mil usos” del hogar

•Asistentes domésticas
•Inicua explotación

ESCALERAS: La república amorosa ocupa el segundo lugar en América Latina con mayor número de trabajadoras domésticas.
Ellas pasan la vida barriendo y pasando jerga de casa en casa, lavando y planchando, incluso lavando los automóviles de la familia, cocinando, cuidando a los niños y adultos mayores.

Luis Velázquez

Y, caray, hasta laborando como “Mil Usos”.
¡Vaya paradoja!, toda la vida, sin las prestaciones sociales, económicas y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Y sin derecho a una casita de interés social del Infonavit. Ni tampoco derecho a la jubilación.

PASAMANOS: En la inicua explotación. Por unos trescientos pesos diarios como promedio, desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche, o más tarde.
Peor tantito, laborando el sábado completo, y más, si los patroncitos tienen invitados a cenar, porque entonces, terminan la faena en la madrugada del domingo luego de dejar limpiecita la cocina y el comedor y la sala.
Jornadas excesivas, salarios bajos, sin seguridad social y sin un contrato por escrito, expuestas a que al primer error humano sean despedidas y sin liquidación.
“Te largas”. Y punto.
Además, del maltrato de la patroncita y de los hijos groseros, altaneros y soberbios que las miran y tratan como en el tiempo siniestro y sórdido de la esclavitud de color.

CORREDORES: El informe de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, es demoledor:
El 73.1 por ciento de las trabajadoras domésticos en la república amorosa carecen de prestaciones.
Sin ninguna ley que las proteja y blinde.
En todo caso, la ley de la patroncita, solapada en todo y con todo por el patroncito.
Peor, mucho peor, cuando la patroncita exige que la trabajadora doméstica viva con ellos en casa.
Entonces, por lo regular trabajan las 24 (veinticuatro) horas del día porque a deshoras de la noche si un miembro de la familia tiene una ocurrencia que levanten a “La Yaya” para ocuparse.

BALCONES: Por eso hay un movimiento nacional de asistentes domésticas para cabildear la justicia laboral, social y económica para el gremio.
Ellas, y por desgracias, nunca fueron contempladas en la guerra de Independencia ni tampoco en la Revolución.
Ahora, en el siglo XXI, en la lucha patriótica.
Por lo pronto, lograron que el Congreso de la Unión las incluyera en el beneficio social para ser incorporadas al Seguro Social y el Infonavit.
Pero una cosita es la iniciativa de ley aprobada en el Congreso federal, y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia que en la vida cotidiana, en los hechos concretos y específicos, los patroncitos cumplan con la ley.

PASILLOS: En todo caso, si ellas fueran beneficiadas con la ley dependería del cabildeo que todas y cada una aplicara con sus patronas.
El cabildeo diplomático. La gestión social en corto y en directo apelando al corazón de cada ama de casa.
Una gestión con prudencia y mesura. En buen plan para ver si los patrones se apiadan y compadecen y les aflora el espíritu y la voluntad cristiana, luego de darse “golpes de pecho” en la misa dominical.
De lo contrario, con todo y sacrosanta ley, las trabajadoras domésticas seguirán explotadas.

VENTANAS: Y como todas ellas tienen necesidad laboral, más cuando son mujeres solas, divorciadas, viudas, y con hijos, ni modo, preferible conservar el empleo a exponerse a un despido fulminante.
Legislar en el Congreso de la Unión por todas ellas resulta insuficiente. El Seguro Social bien podría con los Siervos de la Nación lanzar un operativo de vigilancia de casa en casa para hacer cumplir la ley.


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