El Político Indomable
Con todos se ha peleado el góber de Veracruz.
Peleó con Miguel Ángel Yunes Linares, Miguel Ángel Yunes Márquez y Fernando Yunes Márquez.
Peleó con Sergio Gutiérrez Luna, el diputado federal incómodo que sigue alborotando la gallera guinda y marrón.
Peleó con el ex arzobispo Hipólito Reyes Larios, ya fallecido.
Luis Velázquez
Peleó con el vocero del Arzobispado, José Manuel Suazo.
Peleó con el diputado local de MORENA, Magdaleno Rosales Torres.
Peleó con la diputada local, Anilú Ingram Vallines.
Peleó con yunistas y duartistas, y a quienes a través del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, les abrió doscientos expedientes y denuncias penales en la Fiscalía General.
Peleó con los presidentes municipales por el cobro del impuesto predial y contra el que se han rebelado varios ediles.
Peleó contra Rogelio Franco Castán, exlíder estatal del PRD, ex diputado federal y ex secretario General de Gobierno, y a quien encarcelara y despedazara como candidato pluri a legislador federal.
Peleó, incluso, caray, hasta con el Cartel Jalisco Nueva Generación cuando acusaron al secretario General de Gobierno de proteger al Cartel de Sinaloa.
Entre tantos otros.
La penúltima estocada fue contra los senadores Dante Alfonso Delgado Rannauro, líder nacional del Movimiento Ciudadano, y el presidenciable Ricardo Monreal Ávila.
Ellos sí, la horma del zapato del góber.
Dueño de un potencial explosivo, casi casi volcán político en erupción, nunca ha aceptado un idilio, un romance, una luna de miel con los partidos y políticos opositores.
Al contrario, ha convertido la discordia en un eje de su política sexenal.
De hecho y derecho aplicando la frase memorable, imborrable y citable de la Fiscal General de “Aquí mando yo”.
Y como Veracruz “es el país de un solo hombre fuerte”, entonces, prohibido levantar la voz, ser contestatario, a tal grado que, por ejemplo, por eso mismo fue creado el artículo del Código Penal de ultrajes a la autoridad para que todo mundo se discipline y nadie ofenda “ni con el pétalo de una rosa” a los policías.
Tal cual, al góber parece gustarle vivir con enorme tensión.
Jovenzuelo de unos 54, 55 años, vive los días y noches como un joven ruco, obsesionado con imponer su ley en su hacienda porfirista.
El reino, paraíso terrenal, que AMLO, el presidente, le obsequió por ósmosis electoral en los comicios de mediados del año 2018.
Nadie, pues, le ha de asestar una estocada, pues de lo contrario, se expone a ser satanizado.
EJERCER EL PODER CON INTELIGENCIA
En el ejercicio del poder, un gobernador, el mero mero, el jefe político máximo, el tlatoani, el tótem, ha de ejercer teniendo la concordia como vaso comunicante.
Dueño del aparato oficial, dueño de las finanzas, dueño de las corporaciones policiacas, jefe supremo en los penales, dueño del partido político donde milita, amigo del presidente de la república, jefe de la mayoría, de los poderes Legislativo y Judicial, voz superior en la mayoría de los medios de comunicación, con tanto poder, el jefe del Poder Ejecutivo Estatal ha de convocar a la concordia con hechos y resultados específicos y macizos.
Pero cuando, y como en el caso, vive para imponer su ley a como dé lugar, creyéndose el mesías enviado por un Ser Superior para salvar la tierra, entonces, viviendo para el hostigamiento, nada bueno puede esperarse.
Tres años después de iniciado el mandato sexenal de la 4T en Veracruz, Veracruz, por ejemplo, campeón nacional en feminicidios.
Campeón nacional en secuestros.
Campeón nacional en extorsiones.
Veracruz, oliendo a pólvora y sangre, convertidos los caminos de terracería y carreteras y ríos en un tiradero de cadáveres.
Y en medio de un terrible y espantoso desempleo.
Y es que con tanto poder, ni modo que un gobernador juegue pulseadas con los opositores, pues significa tanto como tratar de volcar el vagón de un ferrocarril de un puntapié y/o a puñetazos.
Ni siquiera, vaya, Sansón podría.
Lo peor es que la mitad del sexenio ya se fue y estamos en el cuarto año del sexenio y 6 millones de los 8 millones 150 mil habitantes de Veracruz siguen “atrapados y sin salida” en la miseria, la pobreza, el desempleo y la jodidez, con todo y los programas sociales del obradorismo y que sirven, digamos, para un paliativo bimensual con el dinerito que entregan.
La discordia, vivir con la espada desenvainada, peleando con la mitad de los actores sociales y con la otra mitad, a ningún camino positivo conduce.
Más que al descrédito.
Lástima que el rencor y el odio estén convertidos en los ejes rectores de las neuronas y el hígado gubernamental.
UN VERACRUZ A MODO
De seguro el góber vivirá en un castillo de pureza acompañado de sus rodeólogos quienes lo aíslan de la realidad real.
Y además de tirarle incienso a su paso, le pintan un Veracruz a modo.
Pero cuando un político poderoso se va contra los ciudadanos comunes y sencillos (más de cien personas privadas de su libertad por el gravísimo delito de ultrajes a la autoridad según el senador Ricardo Monreal Ávila), entonces, resulta avasallante la fuerza del llamado Estado de Derecho y ningún respeto de la población electoral llega expresarse y conservarse.
Lástima de la generación guinda y marrón en el poder sexenal de Veracruz.
El ejercicio del poder y la tarea de gobernar para ajustar cuentas y para cometer abusos y excesos… en vez de trabajar “por el bien de los pobres”, un millón de indígenas y dos millones de campesinos viviendo en la precariedad, medio millón de ellos haciendo dos comidas, y mal comidas, cada día.