Y dos, el homicidio de la reportera Regina Martínez, corresponsal del semanario Proceso, el 28 de abril de 2012. Javier Duarte, gobernador.
Los dos, listos para ser reabiertos, con todo y que se trate, digamos, “de cosa juzgada”. Pero mal.

PASAMANOS: Doña Ernestina Ascencio fue ultrajada por unos soldados rasos al pasar por su comunidad, en la montaña negra de Zongolica. Después, murió.
Entonces, tanto Felipe Calderón como Fidel Herrera desearon quedar bien con el ejército y declararon que había muerto por anemia, la enfermedad histórica y milenaria en la zona indígenas, y por gastritis.
Y el caso fue cerrado.
En el caso de la muerte de Regina Martínez el duartazgo tiró sus redes asegurando que se trataba de un asunto pasional.
“No les creemos” aseguró don Julio Scherer García, director general de Proceso, a Javier Duarte, en el palacio de gobierno de Xalapa.

CORREDORES: Las ONG del país cabildean para que el crimen de doña Ernestina sea revisado. Los comités de periodistas, sobre todo del extranjero, cabildean para reabrir el asesinato de Regina.
Incluso, más de cien periódicos del mundo se han unido a la gestión, en tanto la Fiscalía General de Veracruz, zambullida en el silencio.
Es la misma actitud de la llamada Comisión Estatal de Protección a Periodistas, CEAPP.
Ni una palabra en el caso. Tampoco en el caso de los veintisiete reporteros asesinados en Veracruz. 19 en el sexenio de Javier Duarte. 5, en el de Miguel Ángel Yunes Linares. 3, con el góber de la 4T y la purificación moral.

BALCONES: Por eso resulta indicativo que en tanto las ONG del país se ocupen de la muerte de doña Rosario y las ONG extranjeras empujen la revisión del crimen de Regina, sus equivalentes en Veracruz vivan en gerundio, es decir, planeando lo que bien pudieran hacer.
Incluso, expresando su solidaridad a todas ellas y uniéndose a la gestión, con el acelerador metido hasta el fondo empujando la carreta.

PASILLOS: Más, mucho más, tratándose de los sexenios de Felipe Calderón, Fidel Herrera y Javier Duarte, adversarios políticos, opositores, enemigos incluso, del obradorismo.
La 4T en Veracruz la está pifiando. Bien pudiera treparse al tsunami nacional y extranjero para escarbar sobre el par de crímenes y de paso, hasta ganar voluntades y simpatías.
Es más, mucho, demasiado ganaría la Fiscalía General si anunciara que los casos de los 26 reporteros asesinados más 5 desaparecidos en Veracruz serían reabiertos.
Pero, bueno, cada quién tiene “su forma de matar pulgas”.

VENTANAS: Se ignora si el cabildeo para reabrir los crímenes tenga resultado.
Felipe Calderón, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte ya se fueron.
Se ignora el destino de los soldados que habrían ultrajado a doña Rosario Ascencio.
Hasta donde se sabe o recuerda, uno de los presuntos asesinos de Regina Martínez ya falleció y de SIDA, y el otro fue liberado y se esconderá en el fin del mundo.
Además, muchos años han caminado. En el caso de doña Rosario, catorce años y de Regina, nueve.
Claro, en ambos casos existieron asesinos físicos. Pero también, hay asesinos intelectuales, aquellos, entre otros, y que además quizá de expedir la orden (caso Regina), el encubrimiento de los (presuntos) homicidas.