“Soy prostituta de corazón”
•Crónica de Gustavo Chávez
“Laura” es el nombre profesional de la mujer de esta historia. Originaria de Orizaba Veracruz, comenzó a ejercer la prostitución a los 24 años cuando su pareja le abandono a ella y a sus dos hijos. Laura tuvo la oportunidad de salir del trabajo de sexo por dinero; pero a ella le parece que tiene verdadera vocación.
En Orizaba, el centro de salud tiene registradas a 125 prostitutas en activo. Esta cifra podría variar muchísimo si se toma en cuenta que en 2013 y 2014 se realizaron operativos policiacos en casa de citas y bares donde extraoficialmente se rescataron a 28 menores de edad.
Estas mujercitas fueron forzadas a trabajar entregando su cuerpo. Jamás volverán a ver el sexo de una manera igual.
Curioso que haya quienes tengan la opción y las posibilidades de dedicarse a cualquier otra cosa explotando sus capacidades físicas y mentales; pero en cambio prefieren ser objetos a aprender un oficio.
La zona donde Laura trabaja está a una cuadra del mercado Melchor Ocampo y a tres de la catedral de San Miguel. De hecho la colonia en la que se para en espera de algún cliente continua siendo el “centro histórico” de la ciudad.
Probablemente sea por el mercado que las cuadras aledañas están repletas de cantinas y bares de mala muerte, porque nada más en la calle norte dos hay doce bares en una cuadra, como si se retara a los borrachos a recorrer la calle para embrutecerse y perder la raya.
Las “callejeras”, según Laura, provocan a los hombres parándose a la puerta de los hotelitos y dice que al estar a los ojos de todos es más fácil que gusten a un hombre.
Sea cual sea el motivo, Laura asegura que todos los días tiene trabajo.
“Laura” es una mujer alta, de aproximadamente 175 centímetros de estatura, piel morena apiñonada, cabello ondulado y con unos grandes ojos cafés. Sus piernas la hacen resaltar de todas las mujeres que hay por ahí.
Son largas, más largas que su torso. Gruesas y marcan la línea de sus rodillas a sus nalgas en la parte exterior. Se le separan los cuadriceps como si se la pasara corriendo o en el gimnasio.
Lleva puesto unos tacones negros de 10 centímetros que dejan descubierto su empeine y unas medias negras que terminan antes de que comience su falda.
Trae un vestido rosa mexicano, demasiado llamativo, ajustado a sus caderas, escotado en el pecho y que deja ver que su abdomen es sólo un poco más pequeño que su busto.
Trae rubor en las mejillas, sombras negra y rosa sobre los parpados, las pestañas enchinadas y los ojos delineados casi hasta alcanzar su ceja. Los labios con un tono parecido al rosa de su vestido y unos aretes dorados de botón.
Laura tuvo la oportunidad de dejar para siempre la prostitución. El dueño de una tienda de abarrotes le ofreció trabajo como encargada de mostrador, no dejarla sola ante ninguna situación y que juntos “levantarían” el negocio.
“Siempre fue muy amable conmigo, era cliente frecuente desde que empecé a trabajar en un bar. Hace dos meses me ofreció hacerme cargo de su negocio. Me pagaría una tercera parte de las ventas al mes. Sólo tenía que contar las cosas y cobrarle a la gente”.
Habla de este señor con calma, con aprecio, hasta adulza un poco su voz e inclina la cara hacia su hombro derecho.
Ve pasar a un borracho y le guiña el ojo. Su voz cambia completamente. Halaga la espalda del hombre y acompaña con una mirada deseosa su caminar.
Laura trabajó tres semanas en la tienda de abarrotes de “La Esperanza”. Dice, irónicamente, que se fue de ahí porque ella ya no la tiene.
“Trabajaba de 9 a 9, de lunes a sábado. Me la pasaba todo el día sentada, dentro del local. Luego se acercaban las compañeras a platicar pero la mayoría del tiempo estaba sola. No tenía tanta venta.
-¿Fue por las ventas que dejaste el negocio?
-No. No me gustaba estar encerrada ahí. Tenía que usar pantalón y un mandil. ¿Que trabajo tan aburrido, verdad? Sólo hacía recargas (telefónicas) y cobraba cosas de unos cuantos pesos.
-¿Entonces tu trabajo de ahora es divertido?
-No sé si divertido, pero aquí veo y me entero de todo lo que pasa en la calle. Platico con mis amigas, voy a donde quiero, trabajo los días y las horas que quiero. Soy libre. Además, la ropa que compro para el trabajo me encanta, ¿a poco no se me ve muy bien? Dice con un carcajada, levantando una rodilla sobre otra y guiñando el ojo.
Hay un silencio que no es incómodo. El ruido de las conversaciones de la gente, el arranque de los autos, el claxon de una moto, las miradas de las personas que van el colectivo y una madre tapándole los ojos a su niño en brazos para que no presencie lo que se vive en aquella calle.
Ella enciende un cigarrillo y lo llena de labial. El aire que corre la hace acariciar sus muslos y comenzar a caminar.
Laura tuvo dos hijos con el mismo hombre. Éste la golpeaba, la maltrataba y abusaba sexualmente de ella. Un día la abandonó a ella y sus hijos. Era comerciante, un día fue por mercancía al DF y jamas volvió.
“Como tres meses después lo vi; pero la verdad no quise ni hablarle, me oculte de él. Mejor que me dejara. Era un hijo de la chingada, un infeliz”.
-Si así era el padre de tus hijos... ¿cómo le haces para no sentir asco al acostarte con otros hombres?
-“Pues aquí la mayoría son borrachos y ves que vienen de otras comunidades, son feos y chaparros; pero la mayoría les gusto y me tratan con respeto. Además desde el principio les digo que no soy de esas putas a las que pueden sobajar. Ya en el cuarto sólo pienso en el dinero.
Eso sí, les complazco en todo para que no duden en volver. Me gustar demostrar que soy una mujer hermosa y que como yo no hay dos.
Dependiendo que me pidan siempre me saco de 250 a 400 pesos. No hay día que no tenga al menos un cliente”
Laura practica el oficio más antiguo del mundo y lo hace con valor. Sabe que las calles están llenas de locos y enfermos. Pero se encomienda a Dios y para ella eso le quita la mayoría de su preocupación.
Laura dice que lo haría todo por sus hijos; pero no los cuida, no los lleva a la escuela y hay ocasiones en que no llega a dormir. Sus abuelos los cuidan y se nota que a ella no le remuerde esa obligación. “No todo es el dinero, hay algunas que lo hacemos con vocación”.
Yepez 16 Abr, 2017 - 07:31
Creo que muchas mujeres pasan por eso sus parejas la dejan y sus hijos tienen que comer