“Los 221 días más horribles de mi vida”
•Daniel Zairick, candidato panista al Congreso de la Unión por Orizaba, donde enfrentará al priista Fidel Kuri Grajales, fue secuestrado el 28 de enero del año 2003, en el puerto jarocho, y luego de su liberación narró su plagio
•Aquí se reproduce una parte de su diario, que puede consultarse en su blog www.despiertaestasvivo.blogspot.mx
•“He vivido... para contarlo”
•Un plagio más “de los muchos que ha habido en este país”
•“Lo que parecía un simple robo de auto resultó ser”... un viaje al infierno
http://www.despiertaestasvivo.blogspot.mx/
OCT 13
Cap 1. Despierta ahora.
Creo que lo he logrado. Despertar de manera consiente por primera vez en mi vida. Y no es hasta este momento que te das cuenta lo dormido que estabas y desde cuando lo habías hecho. Te preguntaras porque se me ocurre hablar de un tema tan discutido y propuesto, pero lo único que quiero es darte mi punto de vista en base a lo que he vivido, por desgracia.
Empezaré diciendo que mi secuestro fue uno más de los muchos que ha habido en este país y aquí te empiezo a contar mi versión. He dejado de sentirme especial en el sentido de poder vivir para contarlo y he pasado a ser el relatador de una historia que muy bien podría haber sido un sueño, y ojalá lo hubiera sido.
Todo empezó un 28 de Enero del 2003 más o menos a las 12:45am.
Yo salí del negocio familiar, Billiards 51, en la ciudad de Boca del Río, Veracruz, y me dirigí al estacionamiento que estaba a la vuelta de la esquina. Ahí en un rincón oscuro por donde casualmente no pasaba nadie...me "levantaron" (déjame notar que odio esta palabra porque es la que usa un secuestrador, yo prefiero "secuestraron") y lo que parecía un simple robo de auto resulto ser los 221 días mas horribles de mi vida...
Sigo después.
OCT 15
Cap 2. Hora De Dormir
Así que, en ese rinconcito donde me encontraba había un coche rojo (podía haber sido un Nissan) estacionado a unos escasos 10 cm de mi coche prohibiendo subirme en el. Dentro del coche rojo había una mujer, de pelo rubio (oxigenado obviamente) pero no me permitía ver su cara y hablaba por celular. Le pedí (sin ver su cara) que se moviera, lo cual empezó a hacer incluso antes de que terminara de pedírselo y haciendo una maniobra bien pensada le pega a mi coche en la puerta del conductor y se frena, evitando así cualquier intento mío por subir al coche (por ese lado, claro) y con la misma sincronización que unas bailarinas acuáticas llegó una Cherokke verde oscuro, se abrieron dos puertas pero no la del chofer que era un tipo moreno con algo de barba, y se bajaron dos hombres armados para acercarse a mí y amenazarme con las pistolas. Al momento que vi la primer arma me voltee y me hinqué en el piso, de manera inconsciente fue como reaccione. El hombre que me agarro del hombro me pedía calma, que solo querían mi coche y que le pasara las llaves a lo que accedí sin pensarlo, pero cuando las tomo no quito su mano de mi hombro y lo que pudo haber sido 3 segundos para mí se sintió como 5 minutos cuando de repente me dijo que me levantara y sin más entre los dos hombres me encaminaron a la camioneta para subirme en la parte baja del asiento trasero. Se subieron, cerraron las puertas y nos arrancamos, después de unos segundos parecía que íbamos a 120 km/h. En el trayecto una voz grave, que pude detectar por la dirección en la que la oía que se trataba del conductor, me dijo:
-Solo queremos tu coche, vamos a dar vueltas una media hora y te soltamos.
-... silencio total mío.
Este silencio que creí inteligente resulto ser todo lo contrario porque de repente el chofer gritó con una autoridad tan clara que me dejo entredicho que se trataba de el "Jefe":
-A ver! pégale un madrazo a este cabrón, para ver si no está dormido!
-No estoy dormido!.- Respondí inmediatamente.
-Ah! bueno pues contesta pendejo!
-Sí señor, está bien.- Literalmente temblaba de miedo.
*Quiero hacer una pausa aquí, para explicar este momento del párrafo anterior. Creo sinceramente que la mente tiene un gran poder de protección y que no nos damos cuenta de ello hasta que nos ocurre o nos lo dicen. Fue en algún momento entre que se bajaban los hombres de la camioneta y me subían a ella que mi mente decidió entrar en un estado surrealista, como dormido, de repente ya no había colores, todo lo recuerdo como un sueño, aunque no deja de sentirse muy real. Esto es precisamente a lo que me refiero como protección, mi mente decidió por mí que era mejor verlo de esa manera y "vivirlo" como un sueño a experimentarlo de manera completamente real y esto, creo yo, que fue una de las cosas que me ayudaron a salir adelante durante todo el proceso.
Y así me trajeron los hijos de la chingada (por que no tienen otro nombre) unos 20 minutos. En el trayecto me esposaron las manos por detrás y al cabo de lo que creo habrán sido 10 minutos mis brazos me dolían, se me habían dormido y yo no quería hacer el mas mínimo movimiento que pusiera nerviosos a esto cabrones. Al cabo de los 20 minutos, más o menos, llegamos a una casa, donde me bajaron poniéndome una chamarra en la cabeza para que no viera nada. Esta casa fue mi jaula casi 2 meses.
Sigo después.
OCT 23
Cap 3. Empieza el juego.
Ahí íbamos en la camioneta, dimos vueltas, pasamos topes, aceleraban, frenaban, recé el padre nuestro como 20 veces, bueno de todo. (Alguna vez habrás oído que si te secuestran cuentes las vueltas, los segundos, o cualquier cosa que lleve una secuencia para que, después de que acabe todo, "puedas rastrear tus pasos", bueno pues te lo digo por experiencia propia... NO SIRVE PARA NADA, lo que si te recomiendo es que te pongas a pensar en tus respuestas, porque va a haber muchas preguntas y tienes que contestar rápido). Para este entonces sentía dolor en los brazos, a la altura del hombro pues llevaba esposadas las manos por atrás y ya llevábamos unos 20 minutos abordo. Casi todo el trayecto pude sentir la pistola recargada en mi espalda del tipo que se subió atrás conmigo (un revolver), aparte de sus pies
que sin mayor preocupación los subió en mi. Durante el trayecto solo podía pensar en lo raro que era este asalto, me parecía inusual (aclaro que nunca me han asaltado y no tengo punto de comparación más que lo que alguien alguna vez me pudo platicar sobre ser asaltado) y todavía no entendía lo que pasaba. Como platique en el capitulo 2, el "jefe" se hizo notar durante el trayecto.
La camioneta por fin hizo un alto, se hecho en reversa y pude oír cómo se metía a un garage por el eco que producía el motor. Después de unos segundos la camioneta se apago, me echaron una chamarra negra encima de la cabeza y me sacaron a la fuerza de la camioneta. Mis lentes y mi cadena cayeron al piso y pedí por ellos pero no me hicieron caso alguno. Lo único que podía ver era el suelo y algunos pies que se cruzaban en mi vista. Me empujaban de manera nerviosa. Entramos a la casa subiendo un simple escalón seguido de tres pasos y de ahí subimos varios escalones, unos 15, para dar un par de vueltas cortas y entrar a un cuarto. Ahí dimos 4 o 5 pasos y me aventaron a una cama y se limitaron a decir:
-Vas a estar aquí 2 o 3 horas.
Prendieron la TV y subieron el volumen al tope. Platicaban en susurros y cortaban el cartucho de sus pistolas a cada rato, supongo que para hacerme saber que las tenían y que las usarían se era necesario. Empezaba el "quiebre mental de la víctima".
Este "quiebre" significa que a base de susto, volúmenes altos, pistolas, susurros, etc, pretender mantener a la víctima sometida para que, según lo pude comprobar, "sueltes la sopa" más fácil.
Mi cuerpo estaba lleno de escalofríos, incertidumbre, impotencia y un completo "no sé qué pasa" en mi mente. Tenía frío aunque el clima era cálido. Ya no soportaba el dolor de los brazos debido a las esposas.
No recuerdo cuanto tiempo habrá pasado, pero debieron de haber sido unos 10 minutos cuando entro un tipo y me dijo en voz baja:
-Quédate tranquilo, ya llego el jefe, quiere hablar contigo.
Yo me quede mudo.
Unos segundos después la misma voz de la camioneta decía con fluidez y autoridad:
-¡Zairick!
-Sí.
Después se dirigió a alguien en el cuarto:
-¿Quien prendió la tele?
-Yo, pues me dijeron...
-¿Pero que estas pendejo? Si quieres pídele una pizza también, ¡idiota...bájale!
Nadie respondió pero el volumen bajó por completo.
Estaba haciendo lo suyo, dejaba claro enfrente de mí quién era el que mandaba. Con los ojos vendados podía imaginarme a un tipo grande de corte militar, con buena dicción y fluidez al hablar, quizá un comandante o algo de rango similar. Después supe que se trataba de un hombre chaparro, 1.55 mts, y gordo, pero que contaba con la voz necesaria para cumplir con el puesto.
-Zairick.- Dijo una vez más.
-Sí.
-¿Ya sabes qué es esto?
-...pues...un asalto.
-Nooo cabrón, estas muy lejos, piénsale!
-...un secuestro
-Así es. Queremos el dinero de tu papá. No es nada personal, que te quede claro. Si todo sale bien vas a estar aquí 2 o 3 días, pero depende de tu papá.
Yo seguía mudo y por primera vez me empezaba a caer el "20". Y lo único que pensaba era ¿un secuestro? ¿a mí? Pero si estas cosas no pasan. Yo no soy nadie en Veracruz, nadie me conoce. Y mi cabeza empezaba a trabajar a mil por hora. ¿Quién esta detrás de esto? ¿quién me señaló? ¿de dónde me conocen? ¿dónde me habrán visto y con quién?
Todas mis preguntas tenían respuesta aunque ninguna segura.
El jefe arrimó un banco junto a la cama justo cerca de mi cabeza en donde con el cañón de su pistola me dio unos golpetillos diciendo:
-Te voy a hacer unas preguntas. Yo ya sé todo de ti, pero quiero corroborar los datos y por cada respuesta mala que me des te voy a enterrar una aguja debajo de las uñas, ¿me entiendes?
-Si señor.- El simple hecho de pensar en las agujas me dolió. Inmediatamente mi mente se puso a trabajar. Empezaba el juego.
Sigo después...
OCT 27
Cap 4. Primer Round
La mente trabaja a velocidades poco concebibles, antes de asimilarlo ya había procesado tan bien mis respuestas que ni yo lo creía. Y fue así como me di a la tarea de contestar de manera prudente e inteligente la serie de preguntas que el jefe me empezaba a hacer. No fue más que un instante, una milésima de segundo, cuando me di cuenta de que sabían poco de mí. ¿Cómo lo supe? Con la primer pregunta.
-A tu papá, el pelón, le gusta ir mucho a Las Vegas ¿verdad?- A mi padre le gusta ir a Las Vegas pero no tanto y está un poco pelón pero tampoco tanto, era la primera vez que alguien se refería a él como pelón y eso me daba algún tipo de pista.
-Pues normal- Respondí
-¿Cuando fueron ahí la última vez?
-En Diciembre- Estábamos en Enero, esto me indicaba que alguien con quien pude haber platicado del viaje tendría que haberlo comentado con los secuestradores o alguien involucrado y una vez más mi mente se aceleraba.
Yo seguía esposado por las espaldas y los brazos me dolían ahora más. Le pedí al jefe que por favor me quitaran las esposas y accedió pero volviendo a esposar cada mano a uno de los postes de la cama. Después me dijo que cerrara bien los ojos porque me iban a quitar la chamarra negra que habían puesto en mi cabeza y me pondría unos gogles. Así que cerré los ojos y me pusieron los gogles muy apretados, incluso muy molestos, pero ni modo.
Las siguientes preguntas se enfocaron en mis datos personales como apellidos, dirección, nombres completos de padres y hermanos, propiedades, etc. Aquí, en esta parte de preguntas, una vez más me daba cuenta que sabían poco, puesto que al decirles mis apellidos me pidieron que los deletreara, cosa que se me hizo absurda, ya que tenían mi cartera y adentro mi credencial de elector. Otra pregunta fue mi domicilio y cuando le dije que la ciudad era Ixtaczoquitlán se sorprendió y me preguntó que dónde estaba. Yo no podía creer que secuestraran a una persona sin ni siquiera saber donde vive. Esto los delataba aún más. Y me dio valor para medir mis respuestas, lo cual resultó ser de valor.
Hubo una pregunta que me dio a entender que trataba con gente de pocos estudios y muy poca inteligencia.
-¿Cuanto costo el billar?
-Cuatro millones*- Respondí sin mentir aunque me daba miedo hablar de dinero, pero la siguiente pregunta me lo dijo todo.
-Cuatro millones ¿de qué?- Bueno, que les puedo decir mis queridos lectores, el billar esta bonito, pero no para millones de dólares, este señor no tenía idea de su pregunta.
-De pesos- Respondí sorprendido.
-¿Seguro?
-Claro- Si no estuviera seguro de mis respuestas otra historia hubiera sido.
Y con la misma seguridad con la que el jefe me hacía sus preguntas yo respondía. No dejaba ninguna duda a mis respuestas y esto lo hice de forma muy consciente. Yo sabía que una respuesta sin seguridad llevaría a más preguntas, así que fui muy cauteloso.
*Por cuestiones obvias, las cantidades de dinero que platique en este relato las modificaré, les agradezco su comprensión.
Una vez satisfecho, el jefe, con las respuestas que le di empezó a medir el cómo empezaría la negociación con mi familia.
-Ya te dije que queremos el dinero de tu papá. Queremos 2 millones de pesos.
-Hmmmm- Solté el sonido en forma de pequeña carcajada a propósito. -Mi papá no tiene tanto dinero- dije inmediatamente después.
-¿Y las cuentas en dólares cabrón?-
-¿Qué cuentas en dólares?
-Las de tu papá, no te hagas pendejo.
-Pues se equivoca, no existen cuentas en dólares.- Esta respuesta fue importantísima para las negociaciones con mi familia y les diré porque. Si yo hubiera respondido que si existen cuentas en dólares, las expectativas del rescate subirían. Por otro lado, si yo hubiera contestado que no sé si existe estas cuentas les dejaría la duda y podría complicar la negociación. Por esta razón (la cual pensé en menos de un segundo antes de responderle) dije con mucha seguridad que no existían.
-¿Seguro?- Incrédulo me pregunto y de manera retadora.
-Sí, seguro. Yo sé todo lo que se refiere a dinero de mi casa.- Les hacía saber que lo que decía era verdad.
-Vas a estar aquí dos o tres días y si todo sale bien te vas.- El jefe se oía muy convincente.
-Ok.
-Todo depende de tu papá, de que no meta a la policía.
-No lo va a hacer señor. Yo conozco a mi papá y no lo hará.
-Bueno, aquí te van a cuidar y te van a dar de comer. Pide lo que quieras, tenemos de todo.
-Sí señor.
Y eso fue lo último que dijo. Al menos por ahora.
No tenía idea de que hora era, pero unos minutos después llego un hombre y me pregunto que si tenía hambre y le dije que no. Le subieron el volumen a la TV y se fueron. Llegaba a oír ruidos, al parecer, fuera del cuarto donde me encontraba y cada uno me hacía temblar. Luego llegó otro hombre (los reconocería por la voz) y me dijo que me durmiera, que el jefe se iba a tardar en regresar y por los ruidos que hizo me imaginé como se acostaba en una cama junto de mi. Se volvió a levantar y prendió un aire acondicionado; esto sí que no lo podía creer, tuve la suerte de ser víctima de secuestradores fresas. Luego se volvió a acostar. Pasaron unos cuantos minutos y empezó a roncar. Nunca había oído ronquidos tan fuertes como los de éste hombre, que sería mi cuidador por el resto del secuestro. Esa noche no dormí ni un minuto. No pude. Mi mente daba vueltas y me volvía a hacer las mismas preguntas. ¿Quiénes son? ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Porqué yo?
Esa noche no pasó nada más.
Cuando amaneció, lo supe cuando me vinieron a despertar igual que al otro hombre que estaba todavía roncando, me ofrecieron desayuno y otra vez decliné su oferta ya que no tenía nada de hambre y aparte pensé que probablemente la comida tendría veneno y no debería comerla. El volumen de la TV seguía muy alto, por supuesto para atormentarme. Este hombre que me ofreció el desayuno tenía la voz muy ronca y hablaba muy bajito, casi susurrando. Inevitablemente sentí su voz tranquilizante.
Pasó un rato más, no sentí cuanto tiempo, pero volvió el mismo hombre y me preguntó que si quería ir al baño y le conteste que sí. Pronto regreso con una cubeta, me levantó de la cama y me la puso en las manos y dijo -Ahí haz.- Y sin poder ver nada, pues hice, gracias a dios solo tenía ganas de hacer pipí. Me volvió a acostar y me preguntó que si quería comer algo. Esta vez accedí, supuse que si me envenenaban no podrían cobrar el rescate. Me trajeron pollo. Lo pusieron en mis manos y como pude, otra vez sin ver nada, me lo comí. Después me dijeron que me acostara otra vez y pasado otro rato regreso el Sr. Ronquidos y dijo asustado:
-Ahorita viene el jefe, ya hablo con tu papá y está bien enojado.
¿Bien enojado? ¿Qué habría pasado?-pensé. Otra vez empezaba a temblar. Y mucho.
Sigo después.
NOV 6
Cap 5. Mientras tanto...
Martes 28 de Enero del 2003. 12:37 pm
El teléfono sonó un par de veces, vio el número y no lo reconoció, pero aún así contestó:
-¿Bueno?
-¡Walid!
-¿Sí quién habla?
-Soy el que tiene a tu hijo Daniel
-... ¡Â¿Quién?!
-¡Tengo a tu hijo cabrón!
Mi padre, Walid, guardo silencio un segundo, suficiente para mirar a mi hermano Javier y dejarle entender que algo pasaba.
-Ah! Que tú tienes a mi hijo Daniel.- Dijo con cierto tono de confirmación que no le gustaba al secuestrador.
-¡Ya la cagaste pendejo!- Y colgó el "Jefe".
-¿Quién era?- preguntó Javier.
-No sé...dice tener a Daniel.
-¿Cómo que lo tiene? ¿Qúe te dijo?
-Lo que oiste, solo que tiene a Daniel.
Mi padre se estacionó cerca de un Wal-Mart, estaban en Puebla. Inmediatamente tomó otra vez el teléfono y me marco a mi celular, al billar y al departamento donde vivía. Nada. Los nervios se empezaban a acumular. Entonces le habló a un buen amigo, que vivía en la ciudad de Boca del Río, Veracruz, mismo lugar donde yo vivía en el momento del "levatón". Walid le pediría a su amigo que me buscara en el billar, en el departamento o en el gimnasio al que iba. Él decidió que no era prudente hacer más preguntas y se apresuró a buscarme, había notado una urgencia en la voz de mi padre que supo de inmediato que se trataba de algo serio. Yo no estaba en ningún lugar y cuando terminó de buscarme se comunico con mi padre para hacérselo saber.
-No está, no lo encuentro Walid.
-Ok, te lo agradezco, luego te hablo.
-Sale.
Walid y Javier sin saber realmente que hacer, decidieron que sería mejor volver a Orizaba, donde vivían, para pensar en el siguiente paso. Durante el trayecto repasaron la llamada telefónica una y otra vez, no sabían si era una broma pesada o una realidad cruda. Llegando a la casa, no había nadie y entonces mi padre decidió hablarle a Elsy, mi madre.
-Elsy, ¿donde estas?
-En el coche.
-Vente a la casa ahoritita- Le pidió mi papá.
-¿Porqué? ¿Qué paso?
-Solo vente a la casa, aquí te explico.
Mi madre se apresuró con todo tipo de pensamientos en la cabeza. No sabía que podría ser tan urgente y grave que mi padre no se lo quisiera decir por teléfono. Diez minutos más tarde mi padre le explicaba a mi madre lo que pasaba.
-¿Que paso Walid?
-...se llevaron a Daniel
-¿Cómo que se lo llevaron?
-Sí, me hablaron que lo tenían.
-¿Quién?
-Un hombre, pero me colgó. No sabíamos si era verdad o no pero no aparece Daniel por ningún lado.
Mi madre se soltó a llorar y a caminar nerviosa por la habitación pensando que hacer y pensando qué estaba pasando y lo único lógico que se le ocurrió se lo hizo saber de inmediato a Walid.
-Háblale al Arzobispo- Le pidió mi madre con una mirada de esperanza.
-¿Tienes el teléfono?
-Sí, espérame, lo busco.
Sin queja, tomó el teléfono Walid y le marcó para pedirle ayuda. Cuatro horas mas tarde la ayuda llegaría a la puerta de nuestra casa.
Llegaron 3 grupos policiacos especiales de ayuda para secuestros, todos mandados por el Arzobispo y sus contactos. Primero llego Seguridad del Estado argumentando que habían tenido conocimiento del caso y que estaban ahí para ayudar. Mis padres los pasaron a la casa para entrevistarlos. Para ellos (los policías) todo mundo es sospechoso, tratan de buscar a los involucrados, culpables o cualquiera que ponga cara de nervioso para después buscarme. Esto para mis padres supuso que la víctima (yo) entraba en segundo término y decidieron esperar. Después llegó el grupo de Manejo y Control de Crisis Familiar de la AFI (Agencia Federal de Investigación) que ahora no existe porque fue desaparecida por nuestro Presidente Felipe Calderon. En la entrevista los Agentes Federales hicieron hincapié en que lo primero es la víctima y que su prioridad es regresar a la persona CON vida a su hogar para después ir detrás de los delincuentes. En ese mismo momento mis padres decidieron quedarse con este grupo. Durante la entrevista con la AFI llegó otro grupo que ya nadie se acuerda como se llaman, pero era algo así como Grupo íguila o Atlas, pero ya se había tomado la decisión de continuar con la AFI.
Una vez entrados en tema con la gente de la AFI, se irían enterando mis padres como se manejaba este tipo de crisis familiar. Realmente eran personas muy profesionales, respetuosas y muy bien preparadas. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que fueron unos ángeles de tranquilidad para mi familia que fue quien más sufrió en esta travesía, y que, sin estos personajes, mi casa y el caso hubieran podido terminar muy mal. Y aprovecho este espacio para agradecer públicamente a los Agentes Federales que intervinieron en mi caso y que hicieron posible y lo imposible para que yo regresara sano y a salvo a mi casa y a mi familia. De verdad, Muchas Gracias.
Later...
NOV 16
Cap 6. Primera llamada
Ya llevaba mas de 12 horas secuestrado y aún no tenía certeza alguna de lo que pasaba en realidad. Como comenté en un capitulo anterior que la mente es poderosa cuando se trata de protegernos aquí hago mención una vez mas de como seguía protegiéndome. Y la única manera de explicarlo es que para las 12 horas que llevaba en un ambiente hostil, desconocido y oscuro, yo ya me sentía completamente adaptado a mis nuevos alrededores. Mis sentidos del oído y olfato se habían agudizado sustancialmente debido a dos cosas, una por tener los ojos tapados durante este tiempo (lo cual provoca que, cuando tienes la falta de uno de tus sentidos, se forzasen los otros sentidos a desarrollarse más) y dos porque pretendía ver (aunque no podía), oír y oler todo a mi alrededor, lo cual es un instinto completamente natural, y de cierta manera sientes que si llegases a captar algo "importante" te daría algún tipo de ventaja hacia con los secuestradores. A estas alturas cualquier ventaja que pudiera yo sentir, me daría esperanza y fortaleza para seguir. Nunca escuche ni oí nada, aunque en todo el tiempo que duró el viaje, siempre me mantuve alerta.
Martes 28 de Enero del 2003 4:12 pm
-Oye...
-Sí señor.
-Algo pasó...ahí viene el jefe pero está bien encabronado.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Parece que tu papá metió a la policía.
-¡No puede ser!, él no haría algo así, déjenme hablar con él ¡por favor!- Yo empezaba a temblar.
-Pus ahorita viene el jefe, quien sabe que vaya a pasar. Si es cierto que metió a la policía esto se va a complicar.
-Por favor, dígale al jefe que me deje hablar con mi papá.- Las palabras me salían solas, como si realmente supiera que algo me podría pasar, aunque todo pareciera un sueño.
-Pus a ver que dice, tu quédate aquí tranquilito.- Me dijo en tono amenazador y se fue.
Estaba pasando por mi primer mal momento, hasta ahora nada se comparaba con el miedo que sentía por el "jefe" enojado. Yo no lo conocía enojado, pero la forma en la que me hacían saber que el jefe estaba "bien encabronado" no hizo mas que aflojarme el estómago y que empezara a sentir mucho frío. Me daba cuenta que temblaba si poder controlarlo. Inmediatamente me puse a pensar en lo que le debería decir a mi padre, ¿Cómo le hacía saber que estaba bien y que pase lo que pase yo iba a aguantar vara?, que por mí no se preocupara, ¿Cómo tranquilizar a mi familia? ¿Se los digo en clave? ¿Tir mlig (estoy bien en árabe)? Repasé una y otra vez las palabras que saldrían de mi boca para no tener algún error, no podía equivocarme ya que no sabía de cuánto tiempo disponía, pero si es como en las películas tendría menos de un minuto. Me daba confianza sólo, porque sólo estaba y sólo iba a estar por mucho tiempo.
Se empezó a oír ruido en la parte de abajo de la casa. De repente se azotó un puerta, se oyeron pasos en las escaleras como si tuvieran prisa en subirlas y unos segundos después llegó el jefe.
-¡Daniel!- me gritó.
-Si señor.- conteste con algo de miedo, sabiendo lo que me habían contado mis cuidadores.
-Tenemos problemas.- decía con el mismo tono autoritario y a un volumen alto. -Tu papá quién sabe que se creé. ¡Se creé muy chingón! pero la cagó, metió a la policía y eso me retrasa. Yo de todas maneras voy a cobrar mi dinero y él creé que me puede ver la cara de pendejo.
Yo temblaba. No era frío y tampoco se compara con el miedo que te da cuando entras a una casa de espantos. Sentía miedo real. Pero les adelanto que no fue el peor miedo que sentí durante el secuestro.
-Señor, por favor déjeme hablar con él, yo le digo que no meta a la policía.
Y como si no me hubiera oído siguió hablando.
-Él creé que con la policía va a hacer algo, pero no sabe que la policía está con nosotros, por eso sabemos que la metió. Pero vamos a ver qué tan chingón se siente cuando le mande un dedo, a ver si así entiende el cabrón.
La idea de perder un dedo mientras estás vendado, esposado a una cama y rodeado de malandros enojados con pistolas, de repente se sentía muy real. Incluso un pequeño cosquilleo recorría mi mano como cuando se te duerme una extremidad, intensificando el miedo.
-¡Señor por favor! déjeme hablar con él, yo le digo- seguí insistiendo.
-Si hablas con él, ¿qué le vas a decir?
-Pues que no meta a la policía, que haga todo lo que usted dice- dije en tono explicativo, como queriéndolo convencer.
-Esta bien, sí vas a hablar con él. Vas a tener una sola oportunidad de pedir por tu vida y mas vale que lo hagas bien. Si lo haces bien no te corto los dedos.
-Si señor.- Fue increíble como, sin dejar de sentir miedo, sentí un pequeño alivio en ese momento. Como si lo hubiera convencido de dejarme hablar con mi padre (si, como no).
En ese momento me tomaban del brazo, me quitaban las esposas y me levantaban de la cama. Yo seguía sin ver, ya que los gogles no me los quitaban por obvias razones. Me encaminaron unos 3 pasos a mi izquierda y me sentaron en un sillón de ratán (esto lo supe después).
-¡No vayas a voltear!- me decía una voz atrás de mí.
-Si señor.- y en ese momento me quitaban los gogles por primera vez en casi 15 horas. Yo veía la esquina del cuarto. Estaba oscuro pero pude notar que era de color azul o verde. Y como con prisa apareció una mano, por mi lado derecho, entregándome una nota con algo escrito. Una linterna se encendió alumbrando a la nota. Empecé a leer. Eran las palabras que debería de decir a mi padre. Mi plan de tratar de comunicarme con él en clave se esfumaba.
Muchas veces durante el secuestro pensaba en la próxima llamada y cómo podría decir en clave o en árabe alguna pista que pudiera darle a mi familia una guía de cómo sacarme de ahí. Quiero que sepan que aunque lo pensé nunca lo logré hacer. En el momento de las llamadas hice lo que me decían y no me atreví a hacer otra cosa. No sé y no quiero saber qué hubiera pasado si lo hubiera intentado. Y que quede claro que no estoy recomendando a nadie hacerlo, cada secuestro es diferente y no me quisiera hacer responsable por algún mal evento. Lo que si recomiendo es siempre hacer lo que se te pide y rezar por lo mejor.
Unos segundos mas tarde, mientras intentaba leer la nota me pusieron el teléfono en la oreja. Alguien lo sostenía. Y en eso empecé a oír el tono de marcado. Lo que sentí después es difícil de explicar, pero cuando escuche la voz de mi padre un calor acogedor recorrió mi cuerpo y dejé de temblar. Me sentí como un niño de 3 años, época en la que cuando tenías miedo lo único que debías hacer era correr hacia los brazos de tu padre y sentirte protegido de todo mal. Así me sentí. De repente supe que todo saldría bien y que él sabría cómo hacerlo.
-¿Bueno?- la voz de mi padre se oía nerviosa.
-¿Pá? habla Dany
-Sí Dany
La misma mano que había entregado la nota volvía a aparecer, noté que usaba un anillo dorado con una piedra azul, ahora apuntaba hacia la nota de forma agresiva, como diciendo ¡lee! Así que empecé a leer.
-Papá,
Por favor ayúdame, haz todo lo que digan
los señores y no metas a la policía porque
me van a matar si no haces lo que dicen, lo
único que quieren es el dinero.
Otra vez la misma mano volvía a aparecer señalando la parte donde estaba escrito lo de la policía, dándome a entender que fuera insistente.
-Por favor no vayas a meter a la policía.- repetí.
Y mi padre de igual manera como leyendo algo:
-Dany, no te preocupes, no metí a la policía, estoy solo, solo haz lo que ellos...- si dejar que terminara la frase me quitaron el teléfono de la oreja. La llamada había durado menos 30 segundos.
El jefe con una voz mas tranquila pero igual de autoritaria me dijo mientras salía del cuarto:
-Bueno Danielito, esperemos que tu papá haga lo suyo bien y te haga caso. Pero haber metido a la policía me retrasa. Vas a estar aquí 2 ó 3 días y si paga, te vas.
Lo único que podía pensar era en 2 ó 3 días, ya llevaba 15 horas y ya no aguantaba más, así que otras 72 horas parecían eternas.
-Si señor.- fue lo único que pude decir.
Me volvieron a poner los gogles, me pararon del sillón y me volvieron a acostar y a esposar de las 2 manos, cada mano a un poste de la cama.
-Quédate tranquilito y no te va a pasar nada, ¿qué te dijo tu papá?.- me dijo uno de los cuidadores.
-Que no metió a la policía.
-¿Crees que haya metido tu papá a la policía?
-No creo, yo lo conozco y no haría algo así.
-Bueno, pues eso esperemos...tu tranquilito.
Y pues no me quedaba de otra.
Sigo después.
NOV 26
Cap 7. ¿Pollo o pescado?
Mi primer comida fue ese mismo día Martes 28 de enero, no sé la hora exacta pero puedo asumir que eran como la 5 o 6 pm porque fue después de mi primer llamada a casa. El miedo seguía acechándome de manera continua y sin disminuir de intensidad. Cada vez que se abría la puerta del cuarto se me aceleraba el corazón y me imaginaba que algo me harían. Este miedo lo viví durante todo el secuestro. Se abrió, ésta vez, lentamente la puerta del cuarto y un hombre llegó a mi lado, se agachó para hablarme más de cerca y cuando lo hizo oí una voz muy grave pero tranquila, casi como la de Barry White (el cantante afroamericano) pero a lo mejor exagero un poco:
-¿Estás bien?
-Sí...pero tengo mucho miedo.- conteste muy atento a la nueva voz.
-Nooo, tu tranquilo que no te va a pasar nada.- contestó.
-¿De veras?
-Sí, tu estate tranquilo que no te vamos a hacer nada, solo vas a estar aquí unos días y te vas a ir.- dijo con tanta tranquilidad que me lo creí y de cierta manera realmente me empezaba a tranquilizar.
-Ok.
-¿Tienes hambre?
-Sí.
-¿Qué quieres comer?- la pregunta se me hacía absurda realmente.
-¿Qué hay?
-Hay pollo ¿quieres?- como si hubiera otra alternativa.
-Sí, está bien.
Unos minutos más tarde regreso el señor de la voz grave (al que llamaré Barry), junto con otra persona (lo supe al oír mas pisadas y respiraciones, este "truco" lo aprendes rapidísimo). Me sentaron en la misma silla de donde hablé con mi papá pero ahora volteando hacia la cama para que de esta manera sirviera de mesa y me mantuvieron con los ojos tapados. Sentí como ponían algo junto de mi y me decían -Agárralo.- Era un plato de plástico con dos piezas de pollo, un muslo y una pechuga. No me dieron cubiertos (obviamente), así que tuve que comerlo con la mano y al probarlo supe que era del Pollo Feliz (o por lo menos sabía igual) y pensé -Bueno...por lo menos no voy a comer tan mal estos 2 días.- y vaya que si estaba equivocado.
Cuando termine de comer me preguntaron que si quería ir al baño a lo que conteste temeroso que sí.
-¿Quieres hacer del uno o del dos?
-Del uno
Escuche unos murmureos...
-Ok, espérate.
Un momento después regreso otro hombre, uno al que ya había oído antes (a éste lo llamaré José), me paró de la cama quitándome completamente las esposas. Este sentimiento fue raro, me sentía como indefenso pero con cierta libertad dentro de ese cuarto verdiazul oscuro de donde sabía que no podía salir y presentía que me estaban observando detenidamente por si hacía algún movimiento en falso. Fue la primera vez que pensé -¿Y por qué no me quito los gogles y me salgo caminando? ¿Qué me detiene? ¿Serán realmente capaces de hacerme algo? ¿me podré defender y salir vivo?- a todas estas preguntas solo me pude contestar -¡No hagas pendejadas!- Y así me quede. Me pararon de frente a la pared y me dijo José -¡Toma!- Estire la mano y me dio una cubeta con algo de líquido que olía a algún producto de limpieza de pisos como Fabuloso. No necesite más explicaciones, hice lo mío y volví a estirar la mano para regresar la cubeta. Me pusieron en la cama, me volvieron a esposar y me volvieron a decir que me quedara tranquilo. Ahí me quede oyendo la TV a todo volumen, oyéndolos murmurar y luego, con intención de que los oyera, hablaban de armas, silenciadores, etc., cortaban el cartucho o giraban el revólver de sus pistolas, todo con la intención de mantenerme sometido e intentar quebrarme. No voy a mentir que sometido me tenían pero nunca lograron quebrarme...gracias a Dios.
Sigo después...
DEC 14
Cap 8. Empiezan las negociaciones
Walid desde su recamara veía por la ventana al horizonte pensativo. Pensaba en el cómo y el porqué. ¿Quien es capaz de tal atrocidad? ¿Quién podía ser tan diabólico para negociar con una vida humana? Las respuestas no llegaban fácil y por mucho que intentaba descifrar el acertijo no lograba encontrar la salida. Decidió, entonces, que en lugar de pensar en eso sería mejor dedicar su tiempo a salvar a su hijo.
Miércoles 29 de Enero de 2003, 4:31 pm
Ya había mucha gente en mi casa entre familia y amigos. Todos querían saber que pasaba, como pasaba y porque pasaba. La presión en mis padres era suficiente como para todavía atender invitados pero había que hacerlo de todas maneras. Este día comenzaba un trayecto por el que nadie quisiera pasar.
La segunda llamada fue de advertencia:
-¿Bueno?
-¡Walid!.- gritó el jefe.
-Si.- contestó mi padre.
-Mira cabrón, mas te vale que no metas a la policía, tu hijo esta bien así que si quieres que te lo entregue bien haces lo que yo te diga.
-Si
-!Me entiendes cabrón!.- volvía a gritar el jefe.
-Si entiendo bien.
-Te voy a volver a hablar, estate pendiente, solo vas a negociar conmigo.- dijo el jefe en tono autoritario.
-Ok.- contesto mi padre mientras el jefe le colgaba el teléfono.
Todos los invitados empezaron a preguntar lo que no se debe, como ¿cuanto pidieron?, ¿que te dijeron?, etc. a lo que no recibieron respuesta.
El Agente de la AFI (al que llamaré Peter) le pidió a mis padres que por favor no hubiera tanta gente en la casa porque solo pondría más nerviosa a mi familia y que se haría mas difícil la negociación. Así que decidieron pedirle a los invitados que por algunos días no visitaran la casa y así lo hicieron. Yo sugiero que si alguna vez te encuentras en esta situación como invitado, no seas imprudente preguntando cosas que no te quieren contestar y que puedas poner en dilema a la familia de la victima en que si te deben de contestar o no. Ten un poco de tacto y sé un apoyo y no un estorbo. Un secuestro puede provocar morbo en algunas personas, piensa que la familia pasa por un momento inexplicablemente difícil y que necesitan espacio.
El resto del día fue espera. No volvió a pasar nada.
Jueves 30 de Enero de 2003, 6:26 am
La siguiente llamada la hicieron por la mañana del Jueves cuando todavía dormía Walid y aunque era una llamada esperada, nada te preparara para momentos como este.
-¿Bueno?- Con el timbre del teléfono también se despertaba mi madre y Peter el agente de la AFI.
-¿Qué paso cabrón? ¿ya tienes lana lista?- decía en tono amenazador.
-No todavía no.
-Pues que crees que estoy jugando, empiézale a juntar.- advertía el jefe.
-Ok.
-Quiero que me juntes 2 millones para mañana, quiero billetes de 100 y 200 sin marcas y no se te ocurra hacer una pendejada.- la cifra la he cambiado por razones obvias.
-¿Pero como los voy a juntar si no los tengo?- dijo mi padre en tono explicativo.
-No te hagas pendejo si te tengo bien investigado, ya se que los tienes en el banco, así que júntalos. Te voy a hablar y te voy a preguntar si ya los tienes. Si no los has juntado vete despidiendo de tu hijo, ¡pendejo!
-Voy a juntar lo que pueda.- contesto sin vacilar.
-Así me gusta cabrón.- y colgó sin importarle lo que contestaría mi padre.
Mi padre se levantó de la cama y se dirigió con Peter para decidir el siguiente movimiento. Y lo que seguía era juntar dinero. Ahora ya sabían la cantidad que querían aunque no contaba con ella. Este punto ponía muy nervioso a mi padre.
Lo primero que hizo mi padre fue hablar al banco a la hora que abrió para preguntar su saldo y en que tiempo lo podrían tener disponible en efectivo. Tardarían un poco mas de un día para juntar algo de efectivo, así que fue hasta el viernes que le avisaron que ya lo tenían. Lejos de la cantidad que pedían era lo que había disponible en ese momento. Esto nunca lo entendieron lo secuestradores.
Sigo después.
DEC 23
Cap 9. Lejos de la realidad.
A lo lejos se oía gente, busqué a mi alrededor y vi movimiento en un tipo de patio. Me acerqué al patio. Parecía ser una fiesta porque había mucha gente y todos platicaban, hasta había niños corriendo. A la primera que vi fue a mi madre.
-¡Que onda! ¿como estan?- pregunté animado.
-Bien Dany, ¿a ti como te esta yendo?- respondió mi madre.
-Pues bien. ¿ Aquí van a comer?- pregunté mientras veía a mi alrededor una mesa llena de gente donde estaba toda mi familia.
-Sí, ¿tu?- me preguntó mi madre mientras sin levantarse de la silla comía del plato frente a ella.
-No yo no, ya me tengo que regresar porque van a llegar y van a ver que no estoy.- contesté con un poco de prisa.
-Ok, cuídate papito.- me dijo mi madre con una sonrisa enternecedora antes de que empezara mi regreso.
-Nos vemos.- dije con un ademan de mano despidiéndome de todos.
Yo no me quería ir. ¿Para que me iba si ya estaba afuera con mi familia? Todo es tan tranquilo aquí, pero tengo que regresar, porque todavía no salgo y se podrían enojar.
Cuando abrí los ojos estaba acostado. Vi al frente una sábana blanca con dibujos de la película Toy Story colgada en la pared, cubría la ventana. Voltee hacía arriba al techo y vi el mismo color verdeazul que había visto antes en las paredes. Todo fue un sueño. Un sueño sumamente real. Nunca en toda mi vida había experimentado un sueño así, podría jurar que estuve con mi familia en realidad. Fue algo muy extraño pero creo que bastante explicable e incluso normal.
A partir de la tercer noche les pedí que dejaran quitarme los gogles para dormir porque eran muy molestos y me sudaban los ojos todo el tiempo. Fue un alivio que accedieran y esto me permitió observar la parte del cuarto que podía ver. Mi cama era de madera oscura con cabecera y piesera de los cuales salian unos postes en cada esquina de unos 50 cm cada uno, estaba arrinconada en el cuarto. La cabecera veía hacia la puerta del cuarto, tenía una sarape grueso colgado de los postes cubriendo totalmente la vista hacia la puerta y mis pies tocaban la pared del fondo. Las sabanas de mi cama eran iguales a la que colgaba de la ventana. ¿Podría ser que me tuvieran en lo que fuera una recámara de niños? Quizá, pero no lo podía saber en realidad. La televisión seguía a todo volumen pero ya casi no la oía porque te acostumbras al ruido.
Los siguientes dos días fueron desesperantes. No pasaba nada. Deje de contar los segundos y empecé a contar minutos y después horas. A cada rato que podía le preguntaba a alguno de los cuidadores si ya tenían noticias de algo. La contestación siempre fue "no". En ocasiones platicaban en el cuarto, con la intención de que los oyera, sobre armas, silenciadores, los "otros secuestrados", los disparos que le dieron a algún pobre hombre, etc. Este modus operandis debe de ser común entre las bandas de secuestradores, porque como dije anteriormente hacen de todo para "quebrarte".
Para mi alivio, el primer momento que tuve ganas de ir al baño de nuevo pero esta vez del "dos" el secuestrador, después de unos segundos de meditación, accedió a llevarme al baño. Al parecer ellos eran muy limpios o simplemente no querían protagonizar el evento cubetero. Así que de esta manera cada vez que me daban ganas me llevaban al baño. El procedimiento consistía en que debía de tener los ojos bien tapados (para entonces ya me habían dado un gorro tejido negro que debía ponerme sobre la cabeza cubriendo los gogles), quitar las esposas de la cama, pararme y caminar hacía el baño guiado por atrás por uno de los cuidadores, entrar al baño, hacer lo que tenía que hacer y tocar la puerta cuando terminara para que me llevaran de regreso a la cama. El tiempo de baño lo dejaban a mi gusto aunque trataba de no tardar mucho.
Así empezaba la espera de lo que creía tardaría unos 2 o 3 días como había dicho el jefe. Igual que mi sueño, me encontraba muy lejos de la realidad.
Sigo después.
PD: Aprovecho hoy 23 de Diciembre 2009 para desearle a todos mis lectores y más aguerridos fans una Feliz Navidad y un mejor 2010. Que el próximo año sea de salud y prosperidad, amor y entrega. Que Dios los bendiga a todos.
JAN 7
Cap 10. Tic Tac
Vivir con miedo puede sonar un poco a película o a libro de ficción, pero no lo es. Y me refiero a vivir las 24 horas del día con miedo, con terror. ¿Miedo a qué?... miedo a morir.
Empezó a correr el tiempo, como dije anteriormente, cada vez más rápido. Los primeros días cuentas los segundos y los minutos, pero conforme pasan los días eso se acaba y empiezas a contar las horas y luego los días y luego las semanas y luego los meses (en algunos casos, los años, sí, conozco a una persona que estuvo secuestrada casi 2 años). Y lo único que se mantuvo constante durante todo estos meses fue el miedo. Cada vez que oía voces, se abría una puerta o se azotaba otra sentía miedo de morir. Esto se debe a que al no saber nada de lo que pasa con las negociaciones o con los secuestradores, sientes que ese azoton de puerta es alguien enojado que viene a tu cuarto deprisa para meterte un plomazo en la cabeza porque no llegaron a un acuerdo con tu familia o por cualquier otro motivo que se te pueda ocurrir. Ese miedo tuvo altibajos durante el trayecto que los iré contando conforme lleguemos a ellos.
Viernes, 31 de Enero del 2003, 8:27pm
Después de dos días trascurridos desde la última visita del Jefe, mi pregunta obligada fue para pedir informes:
-¿Señor?
-¿Que quieres?- me contesto un nuevo integrante, con acento indígena (o por lo menos del campo), que me cayó en la punta de hígado (luego platico porque), y a este lo voy a llamar Jacinto.
-¿No sabe nada?- pregunté incrédulo.
-No, todavía no.- contestó secamente.
-¿Qué no ha hablado el jefe?
-No, no ha hablado.- seguía con su tono de claro desagrado por mi.
Ya habían pasado dos días completos, ¿cuánto puede tardarse mi padre en juntar el dinero y negociar con el famoso Jefe? Seguro que ya se habría arreglado con él y no me quieren decir.
-Pero dijo que tardaría dos días.- le aclaré por si se le había olvidado.
-Dijo dos o tres, aparte es Viernes y él se va a descansar los fines de semana, así que yo creo que hasta el Lunes.- su contestación la hizo ahora aclarándome a mi que no lo molestara todo el fin de semana.
-¡Â¿Quéee?!- exclamé
-Ya deja de hacer preguntas.- dijo alzando un poco la voz y lo que hice fue precisamente dejar de hacer preguntas.
Lo único que podía pensar eran dos cosas, una era "No mames" y dos "Este gí¼ey debe de estar pendejo". El Lunes, o sea, tenía que pasar lo que quedaba del Viernes, Sábado y Domingo completitos, por un lado pensaba que si mi padre no había juntado el dinero pues en efecto tendríamos que esperar al Lunes para que volvieran a abrir los bancos, por otro lado pensaba que también en fines de semana se puede juntar dinero no? No me estaba gustando nada como negociaban estos señores y mucho menos mis posibilidades.
-Dudo que mi familia me deje un minuto más aquí adentro.- me decía yo solo. -Seguro que me sacaran de aquí en cualquier momento.
No deje de pensar en todo el fin de semana el porque seguía yo ahí. ¿Qué estará pasando? esta fue una de las preguntas que me hice mas de 200 veces y la respuesta siempre fue -Algo fuera del control de mi familia los detiene a sacarme de este infierno. Aquí hago hincapie en esto, NUNCA culpe a mi familia por lo largo del periodo que estuve secuestrado, siempre supe dentro de mí que mi familia me ama y que hacían todo lo posible para intentar llegar a un acuerdo con los secuestradores. Una de las armas de un secuestrador es intentar ponerte en contra de tu propia familia con el simple fin de obtener información, mantenerte sometido y creo también que lo hacen por diversión.
Pase acostado el resto del Viernes, el Sábado y Domingo, llegó el lunes, el martes, el miércoles y todo el resto de la semana. Mi rutina era la misma: despertar, desayunar cereal, acostarme, comer un sandwich (pan y jamón, no se imaginen nada mas de 1 cm de grosor) ir al baño, acostarme, cenar o no cenar, acostarme y dormir. Todo con la misma rutina de ellos que involucraba la repentina amenaza:
-Mira pendejo- me decía Jacinto mientras enterraba el barril de su pistola en mis costillas.- te voy a llevar al baño pero cuidadito e intentes algo por que te trueno, ¿me entiendes?
-Si señor.- Contestaba tranquilo.
Hay mucha diferencia entre ver y no ver el arma con la que te amenazan. El día que me agarraron vi la pistola del secuestrador en su mano un segundo y fue suficiente para sentir miedo y darme cuenta que corría peligro. Las demás veces que me amenazaban con un arma (la que sea) y que no veía, simplemente no sentía tanto miedo, ni siquiera de que se fuera a detonar accidentalmente (o intencionalmente) una pistola. Creo que tiene que ver con que ya adentro, de alguna manera, sabes (y te lo dices a menudo) que vales mucho para ellos y no te van a matar por cualquier cosita, aunque no pierdes ese miedo a morir (del que platico arriba). Simplemente me refiero al miedo momentáneo de ver o sentir un arma.
Día tras día, durante casi 12 días, hacía la misma pregunta: -¿Ya saben algo?- y la repuesta siempre era no, excepto la de Barry. Barry siempre tuvo la gentileza de hablar conmigo, tranquilizarme y darme cualquier explicación para decirme lo que yo ya me imaginaba, que mi familia seguro que la pasaba mal y que hacían todo por sacarme de ahí y claro, al final decirme que no sabían nada todavía y que el jefe no los había visitado ni hablado por teléfono.
Todo cambio cuando, antes de hacer mi pregunta rutinaria, llegó Jacinto a saludarme.
Martes 11 de Febrero del 2003, 12:42 pm
-Oye Daniel.
-¿Si?
-...hay malas noticias.
-¿Porqué, qué pasó?- la verdad no quería saber la respuesta.
-Ya hablaron con tu papá.- me lo dijo con tono de pésame. De pronto me puse frío, la sangre se me fue a los pies y empecé a temblar.
Ese día no terminó bien para mi.
Sigo después.
JAN 19
Cap 11. El peor día de mi vida parte 1
Martes 11 de Febrero del 2003, 12:42 pm
-Oye Daniel.
-¿Si?
-...hay malas noticias.
-¿Porqué, qué pasó?- la verdad no quería saber la respuesta.
-Ya hablaron con tu papá.- Me lo dijo con tono de pésame. De pronto me puse frío, la sangre se me fue a los pies y empecé a temblar.
-¿Y qué pasó?- volví a preguntar con voz temblorosa.
-Pues que no quiere pagar el cabrón, como se ve que no te quiere, le ofreció una mierda al jefe.- Yo no podía creer lo que oía, ya habían pasado exactamente 2 semanas y no entendía como era que no habían llegado a un acuerdo, pero había algo que me molestaba mucho más y era el hecho que me "intentara convencer" de que mi propio padre no me quería, lo cual yo sabía que era absurdo.
-No lo creo.- dije ingenuo.
-Si, le ofreció muy poquito y el jefe esta muy encabronado, quien sabe que te vaya a hacer.- El tono había cambiado a una mezcla de terror y burla, como si se estuviera divirtiendo viéndome sufrir.
-¿Qué me va a hacer?- ahora si empezaba a temblar de verdad porque aparecían imagenes en mi mente de mutilación y muerte.
-Pues quien sabe, nunca lo había visto tan encabronado.- me contestó.
-Señor, déjeme hablar con mi papá, yo lo convenzo de que pague.- Esta vez, y por primera vez en mi vida, imploraba.
-Pus a ver que dice el jefe, solo reza que no te haga nada.
-Señor, por favor, dejeme hablar con mi papá.-
-...
-Señor...?
Si Jacinto había salido del cuarto o simplemente no me quiso contestar más, no lo supe. Llevaba cerca de 15 días secuestrado, me encontraba en el apogeo del siniestro, cuando sus tácticas para mantenerme sometido y con miedo funcionaban a la perfección, estaba realmente aterrado. Ya me habían dicho antes que el jefe estaba encabronado así que asumí que vendría a hablar conmigo sobre el tema, pero esta vez presentí algo diferente.
Pasaron las horas y el jefe no llegaba. Incluso me dejaron ver la TV un rato, sentado en mi cama y encadenado a ella. Me permitían verla con la advertencia que no dijera nada al jefe porque se meterían en problemas mis cuidadores, lo hacían por "buena onda". Ver la tele fue una de mis salvaciones durante el secuestro, me mantuvo distraído y al tanto del tiempo, me ayudo a desaparecer del cuarto donde me tenían para transportarme al programa que veía, aunque fuese por un momento.
Ese día, como todos los demás, comí un asqueroso sandwich pero lo que me causó preocupación es que no me daban de cenar pasadas las 11:00 pm, esto no había ocurrido ya que llevaban un sistema puntual de comidas e idas al baño. No podía pensar nada bueno de lo que ocurría, simplemente temía a algo porque se trataba de una situación diferente. Mi instinto no falló y lo supe cuando llegó José al cuarto.
Martes 11 de Febrero del 2003, 10:49 pm
Me encontraba acostado en la cama, ya no veía más la TV porque me habían pedido unos minutos antes que me acostara porque iba a llegar el jefe y no me podía ver así. Una vez acostado me puse mis gogles de nuevo.
De repente tocaron la puerta y grité: -Sí.
Abrieron la puerta al oír mi grito y entraron al cuarto. Este era el ritual para entrar al cuarto. Ya me había explicado José que tocarían antes de entrar por precaución suya, o sea, para que yo no intentara verlos y pusiera en peligro tanto mi vida como la suya. La instrucción era que me pusiera en mi posición que era acostado con los gogles puestos.
Se acercó a mi lado José.
-Siéntate.- me dijo autoritario y me senté.- Quítate la camisa y los pantalones.
Me quité lentamente la ropa que me pidió y pregunté:
-¿Que me voy a bañar?
-.....sí...te vas a bañar.- inmediatamente supe que mentía, pero tuve que seguir con las instrucciones porque...no tenía de otra.
-Cierra los ojos, te voy a quitar los gogles y por ningún motivo vayas a abrir los ojos, ¿entiendes?
-Si señor.
Me quitó los gogles, cerré los ojos los más fuerte que pude e inmediatamente me empezaron a poner un venda alrededor de ellos. Cuando terminó de ponerla me dijo que me parara. Yo tenía mucho frío. No entendía que pasaba. Segundos después quitaron las esposas de la cama y me esposaron las manos por atrás. Algo me decía que no me iba a bañar a menos que hayan cambiado el sistema y ahora me lleven amarrado al baño. Pero una vez más mis instintos tenían razón.
-Señor...¿que no me voy a bañar?
-¡Callate!- me advirtió un poco en voz baja.
Me agarró de los brazos por atras y me dijo que caminara.
Empezamos a caminar hacia la puerta del cuarto, mi única esperanza era que una vez que cruzáramos esa puerta me guiaran hacia la izquierda donde se encontraba el baño. Cruzamos la puerta y seguimos derecho por un pasillo que nunca había caminado antes. No íbamos al baño. Mis pies descalzos tocaban el piso frío. Mi mente empezó a bloquearse y empecé a caer en un abismo, entraba en mí un sentimiento terrorífico. Algo se apoderaba de mis pensamientos y del calor de mi cuerpo y no podía hacer nada para controlarlo.
Me di cuenta que entrabamos a otra habitación cuando mi pie dio el primer paso dentro de ella. Inmediatamente supe lo que pisaba.
Sigo después...
MAR 4
Cap 12. El peor día de mi vida parte 2
El azulejo frío del pasillo paso a convertirse en plástico adentro la habitación. El plástico del piso estaba estirado y suelto sobre algún tipo de alfombra y lo pude imaginar de color negro como el de las bolsas de basura. Mis pies se resbalaban un poco en cada paso que daba obligándome a mantener mi equilibrio por un pequeño instante. Estaba tan frío como el piso. Yo me encontraba sin ropa excepto los calzones pero me sentía tan desnudo e indefenso como un bebé recién nacido. Mi primer pensamiento inevitablemente fue el de "voy a morir" ¿qué otra cosa podría significar el plástico del suelo?. A mi derecha se escuchaba la televisión y la voz de Joaquín Lopez Doriga daba las noticias. Recuerdo la noticia perfectamente:
-"...la policía del Distrito Federal rescata hoy a un empresario judío de un secuestro... brutalmente herido..." "...después de 23 días del plagio lograron rescatarlo..."
Yo no podía creer lo que oía, pero sí pensé que era a propósito el que estuviera oyendo eso, incluso creí que podía ser un noticiero grabado y puesto para mi con la finalidad de amedrentarme aún más.
El plástico significaba para mí, que habría sangre. Quizá muerte. Supuse que habían puesto el plástico para no manchar la habitación con mi sangre y dejar la menor evidencia posible del crimen que estaba a punto de ocurrir. Mi mente daba vueltas cada vez más rápido al punto de sentirme mareado. Me guiaron hasta un banco de madera que era demasiado alto para que me sentara con facilidad y me tuvieron que cargar un poco para que lograra hacerlo. Me quitaron las esposas y me volvieron a esposar las manos ahora por el frente, luego pasaron una cadena por mis pies y simularon atorarle al mismo banco.
Una vez más José me pidió que que cerrara los ojos y lo hice mientras quitaba la venda de alrededor de mis ojos. Una vez que termino empezó de nuevo a ponerla donde estaba pero esta vez utilizó mucho más fuerza que fue suficiente para hundir mis ojos un poco dentro de los huecos oculares causándome mucho dolor. Peor aún cuando la misma venda pasaba por mi nariz apretándola para no permitirme respirar bien. El noticiero seguía con la misma noticia del secuestrado herido. Empecé a sentirme cada vez más débil y más frío. Hasta que llego un momento que mis oídos dejaron de prestar atención a mi alrededor. El televisor se empezaba a oír distante y mi respiración se dificultaba cada vez más. Intente decirle a José que no podía respirar, sin suerte. Ahora ya nada les importaba, esto no parecía un juego o una simple táctica para aterrarme, en verdad estaban dispuestos a hacerme daño.
A lo lejos, mezclándose con el sonido de la TV, una voz se hacía notar. Entre mi llanto de ayuda para poder respirar y la TV no pude distinguir ni sospechar lo que venía.
El golpe me lo dio el la cabeza, del lado del temporal derecho aparentemente con algo metálico, quizá una pistola, y fue tan repentino y fuerte que pensé que perdería el conocimiento en cualquier momento. Nunca me habían pegado de esa manera, casi caigo del banco y tuvieron que sostenerme para no hacerlo. Yo gritaba "¡No oigo, no puedo respirar!" y la voz seguía gritándome sin que yo entendiera palabra alguna. Poco a poco la voz se hacía más clara y mis esfuerzos por respirar daban frutos.
-¡Â¿Me entendiste cabrón?!- fue lo primero que oí, ahora el Jefe gritaba cerca de mi oído derecho, del lado que me había pegado.
-¿qué?- dije recuperando mi respiración.
-¡Que tu papá es un hijo de la chingada! ¡El hijo de puta metió a la policía, a la Anti-secuestros!- realmente se oía enojado, algo estaba mal.
-Eso no puede ser...él dijo que no lo haría.- dije inmediatamente interrumpiéndolo, no creyendo lo que me decía.
-¡El pendejo no te quiere, está arriesgando tu vida por que no tiene los huevos para seguir mis instrucciones!- seguía con su clásico tono militar.
-El no haría eso- repetí intentándolo convencer de que era verdad.
-¡Es un hijo de la chingada! ¿sabes cuánto me ofreció? ¿eh?!
-No...no sé
-Hijo de su chingada madre, nadamás de pensarlo me encabrona, ¿¿no sabes?? ¿cuanto? ¡Â¿eh?!- gritaba, esta vez hacia otro lado, como si caminara mientras hablaba y la voz cambiaba de volumen cuando lo hacía.
-No sé cuanto.
-¡50,000 pesos! el pendejo se esta burlando de mí y yo no puedo perder el tiempo así, él cree que es un juego.
-No lo creo.- interrumpí.
El segundo golpe vino de arriba, esta vez sentí la pistola enterrarse en mi cráneo con fuerza brutal. Por primera vez en mi vida vi estrellitas, como en las caricaturas, aunque tenía los ojos fuertemente vendados la visión se me puso roja y miles de estrellas perfectamente formadas y alineadas aparecieron en mi visión. La cabeza se me calentó y el dolor continuó por mi espina dorsal hasta la punta de mis pies y tardé unos cuantos segundos en recobrar la conciencia total. Mi mente daba vueltas y pensé "Este cabrón va en serio". Mis ojos empezaban a llorar tanto de dolor como de impotencia y la nariz se me llenaba de mocos empeorando mi respiración.
-¿Que no lo crees? ¡ahuevo que no lo crees porque tu sabes que tiene más!- lo que decía me hizo darme cuenta que la había regado.
-Bueno...a lo mejor...tiene problemas para conseguirlo.- sabía que debía responder y argumentar siempre a favor de mi familia. El secuestrador, en su caso, siempre utilizará argumentos malévolos para hacerte pensar mal y ponerte en contra de algún miembro de tu familia o de toda ella en general. Es tu OBLIGACIÓN Y RESPONSABILIDAD pensar, saber y estar completamente convencido de que tu familia está haciendo TODO LO POSIBLE por sacarte de ahí cueste lo que cueste. El secuestrador hace esto con motivos ulteriores que no explicaré aquí. En mi caso particular, tardé un poco (unos minutos) en entender lo que pretendían y el hacerlo me ayudó a mantener paz mental.
Continúo en el cap 13.....
APR 5
Cap 13. El peor día de mi vida. Ultima parte.
El jefe continuaba gritando y mi mente vagaba tratando de entender el modus operandis de la banda hasta que lo volví a oír cerca de mí.
Alguien tomo mi mano derecha y luego el dedo pulgar. Pensé que lo hacía el jefe pero pudo haber sido alguien más. Empezaron a enterrar lo que parecía una aguja abajo de la uña del pulgar. La punta afilada entró quizá un milímetro pero el dolor era insoportable.
-¡Ahora sí cabrón, vas a hablar! -decía el jefe mientras sostenían la aguja en el dedo sin enterrarla más. -¡Más vale que empieces a cantar porque si no esto te va a cargar la chingada!
-¡No por favor! ¿qué quiere saber?, ¡ya les dije todo! -mi grito fue de desesperación ya que podía sentir la amenaza de la aguja bajo la uña y el solo pensar en lo que dolería me hizo rogar que no lo hicieran.
-¡Las cuentas en dólares! ¡Tu sabes que las tiene! -insistió el jefe gritándome al oído. -No te hagas pendejo.
-Señor, le digo la verdad, mi papá no tiene cuentas en dólares. -respondí mientras jalaba los mocos de la nariz. Tenía que oírme seguro para no plantarles duda.
-¿Cómo madres no va a tener dolares? -continuaba acelerado.
-Yo sé lo que tiene mi papá y no tiene dólares.
-Te crees muy listo Danielito. -dijo en tono burlón. Al mismo tiempo retiraban la aguja del pulgar, quizá se daban cuenta que no mentía y decidieron no torturarme más. -¿Sabes que te va a pasar? ...te voy a cortar en pedacitos y te voy a sacar en bolsas y nadie te va a encontrar. ¡Ya estoy hasta la madre! ¡no puedo seguir perdiendo el tiempo así!
-...- no contesté nada.
De repente un olor fuerte llegó a mi. ¿que podía ser? ¿alcohol? ¿cloroformo? no lo podía saber, pero algo estaba claro: faltaba mucho para terminar esto.
-Vamos a ver Daniel si tu papá no nos hace caso esta vez. Vamos a ver si mandándole dos de tus dedos se sigue haciendo pendejo.- El tono era calmado, como muy seguro de lo que decía.
A mi derecha prendieron una máquina, el sonido me hizo pensar que se trataba de un cuchillo eléctrico. Lo prendían y lo apagaban, como probándolo. Ahora todo cuadraba. El olor fuerte pensé que sí era cloroformo o alguna otra sustancia que usarían para dormirme y así evitarme el dolor y el sonido era un cuchillo eléctrico.
Y ahí, sentado indefenso en mis calzones sobre el banco de madera, escuchando las palabras del Diablo mismo que me quitaría dos dedos a cambio de dinero, me rendí. Rendí mi cuerpo y mi mente porque no había nada más que hacer. La primera imagen que vi fue la de mi mano cercenada. Sobreviviré sin dos dedos me dije. Luego pude visualizarme acariciando la cara de mi novia, en ese entonces y ahora esposa, Elisa. Le acariciaba la cara con tres dedos y ella lo entendía, me amaba de igual manera. Mi vida continuará, el mundo no dejará de girar y seguramente el único individuo en este planeta que extrañe esos dos dedos seré yo. Estaba completamente entregado y dispuesto a pasarme ese trago amargo por el bien de mi familia.
Alguien tomo mi mano derecha y yo no puse resistencia. Este es el momento, pensé. Luego empezaron a envolver, en lo que parecía una venda delgada, mis dedos anular y meñique una vez que los habían doblado hacía la mano (imagina que haces el número tres con los otros 3 dedos: el gordo, el índice y el medio. Los otros dos dedos quedarían doblados hacía la mano. Pues así me envolvían los dedos con la mano). Envolvían con fuerza. Pensé que intentarían dormir mis dedos cortándoles la circulación y así evitar dormirme a mí.
Luego el jefe habló calmádamente.
-Aquí hay un doctor. No te preocupes que te va a dejar bien. Él sabe lo que hace.
La máquina eléctrica se prendía una vez más. y el olor era más intenso.
Cuando terminaron de vendarme la mano, los dedos empezaban a dormirse.
-Alza las manos.- La voz de José se oía otra vez.
Atemorizado las levante hasta pasar mi cabeza ligeramente. Y lo que ocurrió después ya no cuadraba con lo que estaba pasando. Una vez que levante los brazos me pusieron una camisa que no era mía de textura rasposa, la pude imaginar amarilla aunque realmente no sabía que color era, cuando terminaron me bajaron los brazos. Luego me empezaron a poner un líquido en la venda de los dedos doblados de mi mano derecha y pensé que entonces se trataba de anestesia local. Ese mismo liquido lo empezaron a poner en mi camisa y pude darme cuenta que se tenía el mismo olor que había olido antes. En la camisa pusieron solo un poco y pararon.
Una vez más el jefe habló.
-¿Que prefieres Danielito? ¿los dedos o una oreja?- Seguía calmado como si hiciera esto todos los días.
No contesté.
-Yo creo que mejor una oreja- dijo
Inmediatamente de que termino de hablar empezaron a cortarme el pelo arriba de mi oreja derecha con una máquina de cortar pelo que hacía el mismo ruido que había oído antes. Me raparon unos 5 centímetros arriba de la oreja.
-¿Sabes porque te corto el pelo primero?- me preguntó el jefe.
-No señor.- ahora yo contestaba incrédulo.
-Para que no se te infecte la herida...el pelo infecta. ¡Â¿que no sabías eso?!
-No señor.
-Aquí no queremos problemas de infecciones, vamos a hacer esto bien.
-Si señor.- Ahora ya no pensaba solo en mis dedos si no que también en perder mi oreja. Y mientras pensaba en esto me pusieron el mismo líquido que habían estado usando en donde habían cortado el pelo y luego me pegaron algo ahí, como si fuera cinta micropore o algo similar que sostenía una gaza quirúrgica y luego ponían más liquido sobre ella.
-¿Ya sabes que estamos haciendo?- me preguntó el jefe.
-No señor, no sé.
Luego de unos cuantos segundos continuó.
-Vamos a simular que te cortamos los dedos.
-¿Qué?- no entendía lo que oía.
-¡Como lo oyes! No te vamos a cortar nada hoy. Solo lo simularemos.
Sin decir nada más ni preguntar nada más seguía sin entender lo que pasaba. Y como si hubiera un switch de prendido y apagado volvía el infierno. Me agarraron de los pelos para levantarme del banco y luego me dejaron caer en el plástico del suelo y empezaron los gritos de nuevo.
-¡Â¿Qué crees que estamos bromeando cabrón?!- los gritos fueron seguidos por dos patadas que me dieron en los costados de mi pecho sacándome un poco de aire. -¡Te va a cargar la chingada cabrón! ¡Esto no es un juego!- Dos patadas más terminaron la tanda.
Una vez más mis ilusiones y esperanzas se hacían pedazos. Ya no sabía si era verdad o mentira. Me agarraron de los pelos otra vez y me arrastraron hasta donde me encontré con la pared mientras seguía sentado. Me doblaron las piernas por las rodillas. Arrastraba las cadenas con los pies. Unos segundos después me ponían unas hojas de papel frente a las piernas y me tomaban las manos para que agarrara los papeles. Mi mente ahora estaba en blanco, las cosas habían pasado de mal a bien y luego otra vez a mal. Nada me indicaba que se tratará de un simulacro, me habían vuelto a pegar una vez que me tiraron al suelo y habían vuelto a gritar como si fuera su peor enemigo. Me quedé quieto sentado con las piernas dobladas sosteniendo los papeles mientras los secuestradores murmuraban algo y así esperé hasta que el jefe habló.
-Ahora, cabrón, implora por tu vida. Tienes un minuto.
La cámara de video empezaba a grabar.
Sigo después...
JUN 11
Cap 14. Malas noticias, buenas noticias.
Miércoles 12 de Febrero del 2003, 9:12 am
La situación en la casa no mejoraba. Mi madre pasaba horas lamentando lo sucedido. Mi padre, inquieto, trataba de mantenerse ocupado en el trabajo. Pero nada podría suavizar la tensión. Este día por la mañana recibieron una llamada perturbadora.
-Bueno
-Mira Walid, oye muy bien lo que te voy a decir. Vas a seguir mis instrucciones paso a paso. ¡Â¿Me entiendes?!
-Si entiendo
-Te vas a ir a Veracruz lo más rápido que puedas. A tu departamento. Ahí vas a esperar otra llamada. ¿ok?
-Ok
-¡No vayas a hablar con nadie cabrón! que la vida de tu hijo depende de ti.
-Esta bien.
Cuando el jefe había colgado, Walid ya estaba listo para emprender el camino a Veracruz. Después de verificar con los agentes de la AFI (Peter) se determinó que no entendían el porque enviaban a mi padre a otra ciudad y la única posibilidad que dejaban abierta era que quizá le hablarían por teléfono a mi madre y no querrían que mi padre estuviera presente. Más acertados no pudieron estar.
Walid salió hacia Veracruz y no paró hasta llegar al departamento en el que yo vivía. Entrar en él y encontrarlo deshabitado, desolado, triste y oscuro fue un golpe duro para mi padre. Por un momento pensó que todo podría ser un juego y que saldría a asustarlo en cualquier momento detrás de una puerta. Yo sonriente por la broma y el enojado por lo mismo, me regañaría y me diría que no lo volviera a hacer. Pero el silencio profundo del departamento le dijo que en esos espacios no había nadie. Que estaba solo. Walid espero pacientemente la llamada, pero la ésta llegaría a 130 km de ahí.
Jueves 13 de Febrero del 2003, 12:31 am
Mi madre estaba a punto de dormir, regocigada un poco al saber que no habían hablado a mi padre para pedir o entregar algo (como regocijo me refiero únicamente al hecho de no lidiar con el secuestrador, por el contrario mis padres no sentían ningún regocijo al no tener noticias mías). Su hermana Rosita se había quedado con ella para no pasar la noche sola. Habían platicado sobre mi y el terror del momento. Entre frases el celular de mi madre sonó.
-Bueno.- Contestó mi madre.
-¿Sra. Elsy?
-Sí.- Ahora mi madre sabía de quien se trataba, ya que había oído esa voz antes en las grabaciones que hacían de todas las llamadas.
-Habla el jefe.- Increiblemente el jefe hablaba calmado y amable como no queriendo asustar a mi madre. -Mire le hablo por lo siguiente. Quiero que me haga un favor ¿ok?, apunte bien lo que le voy a decir.
-Si señor.
-Va a ir usted a recoger un paquete sola. El paquete va a estar en el kilometro 278 de la autopista Orizaba-Fortín. No le vaya a decir a nadie por que mato a su hijo, ¿me entiende?- sonaba un poco más autoritario mientras se extendía en su frase.
-Señor por favor, mi esposo esta haciendo todo lo que le ha pedido, no hay necesidad de eso. ¡Se lo suplico! por fav...
-Esta bien, esta bien. ya ya. ¿ya apuntó lo que le dije?
-Si señor.
-Muy bien, más le vale que vaya sola.- El jefe colgó y mi madre perdiendo el equilibrio cayó en sus rodillas sobre la alfombra. Su hermana la tuvo que ayudar a levantarse y recobrar el poco sentido que había perdido. Al terminar la llamada se dió cuenta de lo nerviosa que estaba y la adrenalina le fluía por todo el cuerpo. Mi madre no se había entrenado para un momento así y los nervios habían podido más que ella.
Unos segundos más tarde cuando se había recuperado casi por completo decidió llamar a mi padre que seguía en Veracruz. Mi padre le dijo que se mantuviera quieta en casa y que él se encargaría del paquete. Mi madre ya no se pudo volver a acostar y se quedó con su hermana y Peter (AFI) esperando noticias de mi padre.
Walid recorrió cerca de 115 km en tiempo récord, necesitaba llegar al punto referido lo antes posible.
Cualquier noticia acerca de su hijo podría significar que se acercaban al final de la pesadilla. Durante 35 minutos no dejaba de pensar en el paquete. ¿Qué contendría? ¿Por qué a esta hora y por qué hablarle a mi esposa? Las dudas lo hacían acelerar aún más. Al llegar al Km 278 noto al pie de la autopista la pequeña señalización blanca con letras negras que decía simplemente 278 y se acerco a ella. La adrenalina fluía por todo su cuerpo y su nerviosismo subió al no encontrar nada donde habían prometido la entrega. Antes de rendirse decidió buscar a un radio mayor hasta que llegó a otra señalización que mencionaba, con fondo verde y letras blancas, cuantos kilómetros faltaban para llegar a Orizaba. Justo detrás de ese letrero atrás de un matorral encontró una pequeña caja. Su primer pensamiento fue de horror. Sabía que muy bien se podría tratar de una parte (o más bien un pedazo) de mi cuerpo. No tuvo otra alternativa que recogerla y abrirla. Cuando lo hizo respiró profundamente al ver que no se trataba de un dedo o una oreja sino que simplemente albergaba una videocinta 8mm. Sin duda alguna que había encontrado el paquete encomendado se subió a su coche y se dirigió a casa. Quince minutos después estaban abriendo la caja junto con los asesores de la AFI.
-Señora Elsy, ¿porque no mejor espera a que lo veamos nosotros primero?, el video podría contener imágenes fuertes.-Peter le pedía a mi madre esto porque les ha tocado ver cosas horribles que quiza una madre no este lista para afrontar.
-De ninguna manera.- contestó mi madre, dispuesta a lo siguiente. -Quiero verlo.
-Muy bien.- Peter dispuso el video en un reproductor conectado a la TV y apretó PLAY.
La imagen de primer impacto era aterradora. Un joven desnudo en ropa interior sentado sobre un plástico negro con las piernas dobladas y las rodillas hacia arriba, recargado en una pared azul pastel, con lo que parecía un periódico en sus piernas, esposado de las manos y encadenado de los pies. Vendado de los ojos con una parte de pelo rapado y una gasa con sangre tapando la oreja derecha, la camisa manchada de sangre y la mano derecha vendada y ensangrentada mostrando solo 3 dedos. Un par de segundos después comenzaba a hablar.
-Papá, mamá...por favor ayúdenme...me duele la mano...ya no aguanto más papá, por favor págales lo que te piden. Ya no quiero estar aquí, me van a matar si no les pagas. Por favor no vayas a meter a la policía, te lo suplico ayúdame...ya no aguanto.- La cámara hacia un acercamiento al periódico que tenía en las piernas para enfocar en la fecha y hacer notar que se trataba de un video reciente. -Papá por favor págales...ya sácame de aquí.- El video se cortaba dejando al joven del video a media frase.
Un silencio corto se produjo en la habitación.
-Puta madre.- dijo Walid.
-Ponla de nuevo!- Pedía mi madre.
Corrieron la cinta otra vez y la observaron más detenidamente.
Otro silencio esta vez más corto. Mi padre suspiraba para relajar el cuerpo. Mi madre seguía pensativa.
-¿Usted que piensa señora?- preguntó Peter.
-...qué mi hijo es muy mal actor.- Respondía mi madre. -Mi hijo no tiene nada.
-¿Usted señor Walid?
-Pues no lo sé, la verdad es que si se ve un poco falsa la sangre.
La cinta la volvieron a ver otras tres veces ahora señalando a cosas específicas del video, analizando cada punto que creían importante. Peter agregaba: -Los dedos quizá no estén cortados. De nada les serviría a los secuestradores cortar dedos si no los van a enviar a los familiares. Y los hubieran mandado antes que el video.
Tanto mi padre y mi madre estaban de acuerdo con las conclusiones a las que habían llegado. Pero al final lo único que significaba era que yo seguía vivo y aparentemente sin daños y de todos modos secuestrado. La verdad no cambiaba y el hecho de que las negociaciones deberían seguir era inminente. Pero el video realmente fue, increíblemente y ahora sí, regocijante para mis padres.
Más tarde, como a las 4 de la mañana decidieron dormir un poco y seguir al otro día. El trabajo debería seguir y la próxima llamada no tardaría en llegar.
Continuará...
AUG 11
Cap 15. Recogiendo esperanza.
Martes 11 de Febrero del 2003, 1:12 am
De regreso al cuarto donde me encontraba.
Mientras yo esperaba en silencio sentado, lastimado y encadenado los secuestradores murmuraban entre ellos, seguramente, mi futuro. Como en varias ocasiones yo no debería oír nada y por primera vez no me interesaba oírlos. La humillación que acababa de vivir era tan grande que me mantenía hundido en mis pensamientos, por primera vez me sentía vencido. Era un momento de sentimientos encontrados. Por un lado no le deseaba a nadie, ni siquiera a los secuestradores, que viviera lo que yo estaba viviendo y por otro lado los quería matar. No había indicios de cordura en esa casa porque nadie, absolutamente nadie con una mente sana humillaría, torturaría, pisaría, rebajaría y ultrajaría a un ser humano como lo hicieron estos animales conmigo. Dejaron de ser humanos desde el momento que pensaron en este atraco.
Momentos después se oían los pasos del jefe saliendo de la habitación pero antes de salir volteo hacia mí y dijo: -Ahí te vas a quedar tirado 10 días, en calzones sin comida ni agua, ahí te cagas y te meas. No le vayan a dar nada, ¡Â¿me oyeron?!- dirigiéndose ahora a quienes estaban en la habitación.
-Si señor.- respondían en coro.
Yo no dije nada. 10 días quizá los sobreviva. Quizá no.
Después de un minuto unas manos me tomaron del brazo y me ayudaron a levantarme. Me sentaron en una cama y José comenzó a hablar, ahora en un tono de compasión:
-No te preocupes. Yo te voy a dar de comer. Lo que pasa es que el jefe esta bien encabronado y por eso quiere que sigas así unos días, pero ahorita que se vaya te llevo a tu cuarto.
-Si señor, gracias.- Fue lo único que pude murmurar.
Una vez más me levantaron de la cama, camine unos pasos y me pidieron que esperara. Las manos de José dejaron de agarrarme y de pronto estaba solo en un abismo tenebroso. De cierta manera las manos de José me mantenían tranquilo sabiendo que mientras me agarraba no habría violencia. Mientras esperaba parado solo, sentí miedo y encogí los hombros esperando un golpe más. Ese golpe no llego. Unos segundos después volvió a tomarme de los brazos y me llevo una vez mas a mi cuarto. Me sentó en la cama y me dijo que me quitaría la venda, así que debía de cerrar los ojos y esperar a que me pusiera los gogles para volver a acostarme.
Así lo hizo. Cuando la venda dejo de apretarme sentí un gran alivio en los ojos y en la nariz que se mantenían en constante dolor. Me puso los gogles y me dijo que me durmiera, que ya era tarde. Me pregunto si quería agua a lo cual accedí y me dormí profundamente. Mi cama era aun más suave y cómoda de como la había dejado unas horas antes. Es probable que tanto tiempo de adrenalina y luego un descanso abrupto haya ayudado a que conciliara el sueño.
A partir del siguiente día todo transcurría con tranquilidad. El miedo no se me quitaba en ningún momento por supuesto, pero siempre llegaba al rescate Barry (el de la voz ronca). Prácticamente todos los días intente hablar con él. Era el único que se tomaba el tiempo y la digna de por lo menos tratarme como humano hasta donde su trabajo lo permitía. Incluso un día me dijo que estaba arrepentido de haber aceptado este trabajo.
-No Daniel, la verdad esto no se lo deseo a nadie. Lo único en lo que pienso es en mis hijos y no me gustaría que pasaran por algo así.- La voz de Barry se oía sincera.
-¡Entonces ayúdame a salir de aquí!- le reclamaba en voz baja.
-No puedo, por más que quisiera, ya saben donde vivo, quien es mi familia. Saben todo y no puedo arriesgarlo.
-Algo podrás hacer, yo lo sé.- le dije antes de que se fuera disculpándose.
La agonía de estar en un cuarto es insuperable. Lo que puedes hacer es buscar una distracción que sepas que te puede hacer perder el tiempo más rápido. La mía al principio era contar los cuadros en el piso, luego las rayas, cuando ya me las aprendía empezaba a contar cuantos Woodys (Toy Story) había en la sabana que cubría la ventana. Después hacía algo de ejercicio (cosa que no duro mucho por apatía), luego oía la TV, etc. Cualquier cosa para mantener la mente en otro lado.
Para mi suerte mis cuidadores empezaban a dejarme ver la TV un hora diaria. Esto me ayudó ya que estar acostado las 24 horas me causó dolor en la espalda y sentarme por un ratito era suficiente alivio para relajar los músculos. Conforme pasaban los días me dejaban ver mas tiempo y así consecuentemente hasta que mí día era ver la TV. Al principio me dejaban un canal puesto y no le cambiaban hasta que regresaban al cuarto y me preguntaban si le cambiaban. Después me empezaron a dar el control remoto con la condición de que no le bajara el volumen. Ver la tele fue mi escaparate de todos los días hasta el último día del secuestro.
Jueves 6 de Marzo del 2003, 8:02 pm
Alguien tocaba la puerta del cuarto.
-¡Ya!.- contesté después de ponerme los gogles y dejar de ver la TV.
Los pasos se acercaron lentamente a mi cama.
-Acuéstate.- Barry se oía algo nervioso, lo cual a mi me ponía peor.
-¿Qué pasó?- pregunté.
-Pérame.- volvió a la puerta y salio del cuarto.
Los nervios se empezaban a acumular en mí. Barry no regresaba pronto. Cuando te dicen "pérame" significa unos segundos o máximo un minuto. Media hora después regresó y para entonces yo temblaba de miedo. Se acercó a la cama y se agachó para que su cara quedara cerca de la mía y pudiera susurrar.
-Daniel...creo que ya sé cómo te voy a ayudar.
Sigo después...
SEP 15
Cap 16. Ni muy muy, ni tan tan
La satisfacción yace en el intento, no en la obtención. Un intento completo es una victoria completa.- Gandhi.
Jueves 6 de Marzo del 2003, 8:29 pm
-Daniel...creo que ya sé como te voy a ayudar.- decía Barry con la voz un tanto nerviosa y en volumen bajo.
-¿Ajá?- contesté esperando la noticia que podría cambiar el rumbo de este trayecto.
-Mira, yo sé que tu familia la debe de estar pasando mal. Nos han dicho que tu mamá está tomando pastillas y tu papá sigue trabajando, él parece estar bien.- Siguió.- Como te había dicho antes que me imagino lo que pasas tú y no puedo pensar en algo similar para mis propios hijos. No puedo. Me siento mal de lo que hago pero tampoco puedo hacer nada porque me tienen amenazado. ¿si me entiendes?
-...- lo dejé hablar.
-O sea...no quiero ni pensar en uno de mis hijos amarrado como tú.- su voz se oía sincera pero yo me mantuve incrédulo.
-Entonces...¿porque no ves la manera de sacarme de aquí?- pregunté con falsas esperanzas.
-Te repito...- me decía calmado con esa voz ronca y tranquila.- no puedo. Ya saben donde vivo, quién es mi familia. Saben todo de mí.
-Ya no aguanto esto.- le supliqué.
-Ya lo sé, pero solo puedo hacer algo por ti para que tu familia este tranquila. ¿Te sabes el teléfono de alguien de tu familia que no sea tu mamá o tu papá?
-Pues sí, pero ¿porque no el de mis padres?
-Porque los están rastreando- me dijo con mucha seguridad.
-Ok, entonces puede ser el de mi primo Alejandro.
-Si, ese esta bien, dámelo.
-A ver es el 555-4197
-Ok, ahora dame un mensaje para enviárselo que él sepa que eres tú.
-Puta, eso si esta cabrón. Déjame pensar.- guarde silencio un poco.
Pasaron solo unos segundos y Barry comenzaba a desesperarse.
-Ya sé. Mándale un mensaje diciendo: "Ale, estoy bien, salúdame a mi baby".
-¿Baby? ¿como se escribe?- me pregunto.
-B-A-B-Y
-Ok y... ¿él sabe que onda?- no supe si me preguntaba sobre mi "Baby" o sobre el secuestro pero la respuesta era la misma para las dos preguntas.
-Sí. Él sabe.- contesté desilusionado puesto que estaba seguro que éste mensaje, o Barry no lo mandaría o lo mandaría mal o lo mandaría bien y Alejandro no lo tomaría en serio.
Al final no me quedaba más que pensar que si Barry decía la verdad en cuanto a ayudarme entonces sus intenciones eran buenas y lo dentro de lo malo, supuse que quizá era una farsa para sacarme información, cosa que no logró. Así que me quede con que se trataba de un esfuerzo genuino de ayudarme de cierta manera.
Continuará...
OCT 28
Nota de agradecimiento
Quiero aprovechar un espacio breve para agradecer de todo corazón a todas las personas que están leyendo la historia y compartiendo conmigo este momento tan importante en mi vida en donde pongo sobre papel (electrónico) sentimientos profundos e ideas propias.
Es un verdadero honor para mi saber que hay tanta gente interesada y un mayor honor poder expresarles lo que viví.
Gracias por todos los comentarios y el tiempo que se toman para escribirlos.
Sinceramente
Daniel Zairick Aboumrad
OCT28
Cap 17. Sueños frustrados
Jueves 6 de Marzo del 2003, 9:49 pm
La ayuda de Barry parecía genuina pero al mismo tiempo podía ser una trampa. No lo sabía, pero me dispuse a seguirle la corriente hasta donde lo creyera pertinente. Una vez que Barry salió del cuarto todo quedaba otra vez en manos de ellos, todo se volvía un asunto de suerte para mí. Cosa extraña, cuando Barry me dejo solo una emoción diferente invadió mi cuerpo. ¿Podría ser esto un paso para salir de aquí? ¿Podría ser que el mensaje llegue a mi familia y los tranquilice? ¿Será Barry mi salvador o mi verdugo? ¿Habré puesto en marcha un engrane que no debí tocar? Lo único que podía hacer era esperar sí en algún momento llegaran noticias de este grandioso mensaje. Esta emoción surgía tal efecto que me daban ganas de gritar: ¡¡Mamá estoy bien, no te preocupes por mí y pronto lo sabrás!!, pero por obvias razones no podía hacerlo y con las ganas me quedé.
Barry no regreso enseguida, ni en un rato ni esa misma noche. Mucho no duró mi emoción, que al pasar los días, esta disminuía al no recibir noticias nuevas del famoso mensaje. Barry, como en toda ocasión que me visitaba, contestaba lo mismo a mi pregunta sobre el envío de tal mensaje; del que empezaba a dudar si realmente lo había enviado.
-Sí lo envíe al número que me diste.
-¿Pero le habrá llegado? ¿anotaste bien el número?- preguntaba yo desesperado.
-Sí lo apunte bien. ¿crees que no le llegó?- dudó Barry.
-Pues no lo sé, como voy a saberlo.- contesté
-Según yo sí- me contestó como cuando, a un niño pequeño, le pregunta su padre si aprobó un examen.
La información sobre el mensaje no pasaba de ahí. Nunca lo hizo. Nunca supe más y nunca volví a preguntar.
La realidad es que mi primo Alejandro recibió el mensaje, se lo mostró a mis padres y al agente de la AFI y no pasó de ahí. Se le dio poca importancia y mi intrépido mensaje dejó de serlo. Alejandro fue instruido a borrar el mensaje, no se pudo rastrear y no se logró dar ni un paso para mi recuperación. Que nos sirva de lección, la vida real no es una película.
Los días posteriores pasaron de la misma manera como antes: Me despertaba, me daban de desayunar, me dejaban ver la TV un rato, me llevaban al baño, me daban de comer, me dejaban ver la TV otro rato, me daban de cenar, me dejaban ver la TV otro rato y me dormía. Ni más ni menos.
Todo el tiempo esposado a la cama, todo el tiempo con los gogles oscuros en mi cabeza, todo el tiempo a la expectativa, todo el tiempo con miedo, todo el tiempo pendiente. Todo el tiempo valiente.
Y la valentía llega cuando más la necesitas. Justamente una semana después.
Jueves 13 de Marzo del 2003, 4:16 pm
El imbécil de Jacinto, con su tono amedrentador y cobarde al mismo tiempo, llegó al pie de mi cama como solía hacerlo cuando me daba malas noticias y dijo, por supuesto, malas noticias.
-Oye...- empezó suavecito, como queriendo ser sutil.
Solo de oírlo se me ponían los pelos de punta.
-¿Qué pasó?- pregunté desinteresado.
-Hay malas noticias.- contestó.
-Y ahora ¿qué pasó?- volví a preguntar.
-Pus que ahí viene el jefe... y está encabronado.- dijo imitando una voz con miedo.
¿Cuándo, me pregunté a mi mismo, no estará encabronado el jefe? ¿Alguna vez lo conoceré de buenas? Lo más seguro es que no, porque ese no es su papel en este drama. Aunque uno nunca sabe.
-¿Ah si?
-Si...y quiere hablar contigo.- me dijo.
El cuento del jefe encabronado y el de que siempre quería hablar conmigo, me estaba sonando repetitivo, pero yo no sabía la realidad y tenía que seguir sus planes pues podría, si ellos querían, ser el fin de mi vida.
-¿Y de qué quiere hablar?- pregunté ahora yo en tono interrogatorio.
-Pus no sé, solo me dijeron eso, yo solo te doy el mensaje. Así que prepárate.- Contestó.
"Prepárate". Esa era la palabra clave. A estas alturas yo ya sabía lo que significaba prepararse. Así que lo hice a mi manera. Mentalmente.
Seguí acostado escuchando la TV y pensando en como enfrentaría el siguiente encuentro con el jefe encabronado. No tenía muchas opciones, pero decidí fortalecer mi corazón una vez más y entable una plática con Dios en donde le dije que no se preocupará por mi, le dije que esta vez enfrentaría al Diablo solo. Ya estaba preparado.
El jefe llegó de noche, alrededor de las 11:00 pm.
Subió a mi cuarto José y Jacinto y una vez que me había puesto los gogles entraron. Callados me manipularon para ponerme de pie, esposarme las manos al frente y guiarme fuera del cuarto. Esta vez no seguimos derecho.
Sigo después...
DEC 22
Cap 18. Lejos del final.
Jueves 13 de Marzo del 2003 11:08 pm
Subieron a mi cuarto José y Jacinto, tocaron la puerta. Una vez que me había puesto los gogles entraron. Una vez que me habían sentado, siguieron el mismo protocolo anterior para vendarme los ojos. Callados me manipularon para ponerme de pie, esposarme las manos al frente y guiarme a la puerta del cuarto. El jefe me esperaba al otro lado de esa puerta. El piso del cuarto estaba tibio, el aire helado. Mi respiración se empezaba a agitar, mis manos temblaban. Cruzamos la puerta y yo esperaba seguir derecho al mismo cuarto que me habían llevado la ocasión anterior pero mis captores me guiaron a la izquierda. El aire ahora era caliente. La humedad se hacia presente en mi cuerpo y la respiración era más pronunciada. Incluso con el calor que hacía mi cuerpo empezaba a temblar completo. Sentí como pasamos junto al baño que visitaba a diario. Inmediatamente giramos a la derecha para empezar a bajar las mismas escaleras que subí el día que me secuestraron hacía ya 45 días. Bajar las escaleras fue como bajar al infierno. Dos gárgolas enterraban sus garras en mis brazos como depredador a su presa. Me bajaban a presenciar su ser supremo. Escalón por escalón la temperatura aumentaba, el aire se hacía más caliente. Mis pies empezaban a sentir el fuego intenso de las cavernas del infierno. Tanto calor, tanto miedo. Llegamos a la planta baja de la casa y pude oír respiraciones profundas de más de una persona, por lo menos cuatro. Podía sentir las miradas de todos sobre mí. José y Jacinto me sentaron en una silla sin decir nada. Sin soltarme, uno de ellos me quito las esposas, puso cada una de mis manos el los descansa-brazos de la silla y empezó a amarrarlas con algún tipo de cuerda. Nadie hablaba. Solo escuchaba las respiraciones; mas de uno se oía nervioso. Terminaron de amarrarme y me soltaron las garras de las temibles gárgolas. No tardaron más que unos segundos y sentí como ponían una bolsa de plástico sobre mi cabeza. La persona que agarraba la bolsa la apretó para evitar una buena respiración. Me tenían rodeado, amarrado a una silla el pie de las escaleras con una bolsa de plástico en la cabeza. esto no podría ser bueno.
Como siempre el jefe hizo su entrada triunfal (o por lo menos eso creía él).
-¿Qué pasó Daniel?- dijo esperando una respuesta.
No contesté.
-¿Qué vamos a hacer Daniel? Tu familia ya prácticamente se olvido de ti.- Su tono de voz como siempre de autoridad.
-No creo que se hayan olvidado de mi- lo reté.
-Pues por lo menos no demuestran que te quieran. Con la cagada de dinero que esta ofreciendo el pendejo de tu papá no creo que te quiera mucho.- El jefe empezaba el ataque.
Me quedé callado otra vez. Quería oír todo lo que tenía que decir.
-¿Cuánto vale una mesa de billar? ¡Â¿eh?!- subía el volumen de su voz.
-Pues como 20,000 pesos.- contesté
-¿Y qué el cabrón no las puede vender o qué? ¿qué cree que soy pendejo?- seguía el ataque mientras el jefe caminaba a mi alrededor.
-No sé, a lo mejor nadie se las quiere comprar.- le respondí sincero.
-Eso crees tú.- me dijo- ¿y cuánto crees que vale su coche? ¿en cuánto crees que lo puede vender?- me pregunto mientras se perfilaba a mi derecha esperando mi respuesta.
-Mmmm...Pues unos 200,000 pesos.- contesté.
Terminando la última "s" de mi frase el jefe descargó un duro golpe en mi cara. Perdí la respiración por un momento. La nariz se me hinchaba y el ojo izquierdo me empezaba a doler. Me di cuenta que no hubiera importado mi respuesta sobre el valor del auto. El jefe estaba ansioso por pegarme. Eso lo excitaba. Se sentía en control. Se sentía superior a mi. ¡Suéltame cabrón!- le gritaba en mi interior.- ¡A ver si eres tan valiente si me sueltas, amarrado cualquiera me madrea!- Estos gritos de desesperación era la impotencia que se siente cuando no puedes hacer nada. A diferencia de la ocasión anterior cuando me pegaron la primera vez, el miedo empezaba a desvanecerse y el enojo tomaba su lugar.
Después del golpe no dije nada. Solo esperé el siguiente. Nunca llegó. El jefe siguió hablando de cuánto no me quería mi familia y que habían ofrecido muy poco dinero por mi, etc, etc. Lo mismo de siempre. Mi sangre ahora hervía por dentro. Que cobarde se veía el jefe ahora (claro que no lo veía) golpeando a otro hombre amarrado. Su valentía y autoridad se perdían en el aire. Ahora era más fácil desmembrar su personalidad, su carácter, lo que había adentro de él. Podía imaginarlo bien. Un hombre chaparro, piel morena, pasado de peso con panza chelera, nivel socio-económico bajo, acomplejado, envidioso, seguramente un mal padre y pésimo esposo; su padre seguramente lo golpeaba y muy posiblemente algún tío o primo mayor lo molesto sexualmente más de una vez. Estaba claro el tipo de persona con la que lidiaba. La peor. Este es el tipo de hombre que no tiene nada que perder y que esta dispuesto a todo por darle de comer a sus hijos. Pobres de sus hijos que no saben que su propio padre secuestra, golpea, roba y hace todo lo que él les dice no hacer, para poner comida en su mesa y techo sobre sus cabezas. Y por supuesto que no es su culpa, sino del sistema, del gobierno, de todos nosotros que no procuramos que nuestro México tenga oportunidades para cada uno de sus habitantes. Pero este es tema de otro blog, así que sigamos con la historia.
El jefe siguió hablando y gritando mientras caminaba. Yo ya no lo oía. De repente dejo de hablar y oí como se sentaba enfrente de mí, un poco a mi izquierda. Calmado me dijo:
-Te voy a hacer mas preguntas, y más te vale que digas la verdad.
-Ok.- contesté.
De repente algo muy caliente tocó mi mano derecha. Me ardió y grité. Un olor a piel quemada interrumpió en la casa. Se oyeron murmullos como de regaño. Quizá se había pasado de la raya el que me estaba intentando asustar y lo estaban regañando.
-¿Sabes que es eso Danielito?- preguntó el jefe.- Es una plancha caliente. Y la tenemos aquí porque por cada mentira que me digas te voy a quemar los huevos cabrón. así que más te vale que digas la verdad. Yo ya sé todo lo que te voy a preguntar así que sabré si estas mintiendo.
-Ok.- volví a contestar.
El jefe empezó a preguntar lo de siempre, que dónde esta el dinero, qué dónde están los dólares, que quién más podía ayudar a mi papá, que cuánto valía el billar, etc. Las respuestas eran las mismas de siempre también. La plancha nunca volvió a tocarme. Después de unos diez minutos de preguntas todo mundo se calló. Me quitaron la bolsa de la cabeza y pude respirar mejor; me desamarraron de la silla y me levantaron para empezar a subir las escaleras de regreso a mi cuarto. Una vez que llegamos me sentaron en la cama. Me dijeron que estuviera calmado porque el jefe iba a subir. Unos minutos después me dijeron que no abriera los ojos porque me iban a quitar la venda de la cabeza. Así lo hicieron y me dijeron que abriera los ojos pero que no volteara la cara. Con miedo lo hice. ¿que querían que viera? ¿acaso estaba a punto de verlos al descubierto? ¿sería este mi fin? Cuando terminé abrirlos encontré enfrente de mi una pequeña mesa que tenía sobre ella una hoja y un lápiz. La habitación se iluminaba tenue con una lampara de buró sin pantalla que habían colocado en el piso frente a mí.
-Vas a escribir una carta a tu familia.- dijo el jefe mientras caminó a mi lado derecho.
De reojo a mi derecha pude ver sus botas de piel de víbora, sus pantalones de mezclilla pegados y su cinturón de pita. Clásica vestimenta de rancho. No me atreví a ver más, ni a voltear.
-¿Qué les pongo?- pregunté.
-Tu ya sabes...pide por tu vida. Dile que saque los dólares.- me dijo el terco.
Agarré el lápiz con mi mano derecha y empecé a escribir.
-Pónle la fecha, estamos a 13 de Marzo.- dijo el jefe.
Papá:
Por favor ya paga. Consigue todo lo que puedas. Haz lo que te dicen los señores. no vayas a meter a la policía. Ayúdame por favor porque si no pagas me van a matar....
Terminé la carta con Te quiere, Daniel. La entregué y me dijeron que la enviarían al otro día.
La carta nunca llegó a mi casa.
Sigo después...
MAR 30
Cap 19. Así o más cabrón.
Privar de forma ilegal la libertad de una persona con el objetivo de conseguir un rescate económico se define como secuestro.
Es difícil imaginar estar en una misma habitación con alguien que sabes que se dedica a la delincuencia organizada. Piénsalo un momento. ¿Podrías sentarte tranquilo junto a un narcotraficante o a un secuestrador (sabiendo lo que son)? ¿Harías algo? ¿Cómo es posible que puedas compartir el mismo aire con una persona que cree que un secuestro esta bien o esta justificado? No es fácil evitar que las palpitaciones de tu corazón se aceleren. Más difícil es cuando no tienes otra opción mas que sentarte junto a uno de ellos por tiempo indefinido y aparte soportar que torturen a tu propia familia con amenazas de tu propia muerte. Lo que si es fácil saber es que estos secuestradores no tienen un gramo de cerebro y lo hacen evidente cuando comparten sus pensamiento sobre su "modus vivendi"* o "modus operandi"*. Un argumento que les gusta utilizar es "así me gano la vida, tengo que mantener a mi familia" o "mientras no te hagamos daño no estamos haciendo mal". Esto es real, muy real. La crueldad se define como una obtención de placer por el sufrimiento y dolor de otros o por la acción que innecesariamente causa este sufrimiento o dolor. La American Psychiatric Association considera a la crueldad como un disturbio psicológico y está asociada con la patología sadomasoquista. Así que con este contexto podemos asumir que un plagiario sufre de sus facultades mentales en algún nivel. Y lo peor es que ellos no lo saben y tu sí.
NOTAS
*Modus Vivendi es la traducción del latín de "Modo de vida" y Modus Operandi se traduce del mismo latín como "Modo de operar"
Viernes 14 de Marzo del 2003, 1:39 am
Las puerta del cuarto se había cerrado y una vez más me encontraba solo, temblando en mi cama. Nunca había estado con los ojos descubiertos mientras los secuestradores estaban junto a mí. Fue una sensación horrible. Estar sentado escribiendo la carta mientras veía de reojo los pies del jefe. ¿Qué me faltó para voltear la cara, verlo a los ojos y decirle "ya me voy, quítate"? ¿que me impidió pararme y salir corriendo para recuperar mi libertad? Fue el miedo inminente. Este sentimiento normalmente aparece cuando una situación de riesgo esta fuera de nuestro control. Este miedo inminente me hizo pensar en las consecuencias de hacer cualquier movimiento inesperado por los secuestradores. Así que mantuve la calma y la entereza, pero eso no impidió que terminara temblando en mi cama. Así me dejaron solo otra vez con promesas incumplidas. El día había terminado por fin y yo seguía vivo y era lo único que importaba.
Los siguientes días transcurrieron tranquilos mientras seguía a la espera de noticias. Incluso le habían bajado de volumen a la televisión, supongo que también llegó a molestar a los secuestradores y el efecto que buscaban en mí ya lo habían logrado. Todo parecía seguir normal, por lo menos ante mis ojos. Pero no tardaron mucho en darme una noticia que cambiaría el curso del secuestro para siempre.
Viernes 21 de Marzo del 2003 9:22 pm
José llego a la habitación (con el mismo ritual de siempre de toco-me tapo-entras) y con una voz algo emocionada me dijo muy tranquilo que tenía noticias.
-Daniel.- me llamó.
-¿Si?-
-¿Que crees? ya estuvo- dijo esperando mi reacción.
-¿Ya estuvo que?- medio entendí la pregunta pero quise preguntar para estar seguro.
-Ya estuvo. Ya te vas. Ya pagó tu papá.- dijo con la misma voz.
Yo no podía creer lo que estaba oyendo. ¿En realidad ya me voy? ¿ya se terminó esto? Vaya, por un momento hubiera creído que esto sería algo más que un simple "ya estuvo". Pero la noticia no me hacía "click". Algo estaba mal.
-¿De veras?- pregunté escéptico.- ¿De verdad ya pagó mi padre?-
-Si, así es. Ya te vas. ¿No estas contento?- Seguía José.
-Pues si lo estoy, pero...¿como es que pagó y no pidió hablar conmigo para verificar que sigo vivo?- la respuesta que me diera sería igual y empecé a sentir escalofríos.
-No ya no hubo necesidad-
-¿A poco con la carta fue suficiente?
-¿La carta?...ah! sí. La carta ayudo. Así es.- Su respuesta no me convencía del todo.
Me pidió que me sentará en la cama muy amablemente. -Siéntate.-
-Bueno te voy a explicar que vamos a hacer, te vas a ir así con los gogles, te voy a esposar y vamos a bajar. Quiero que estés bien calladito. Luego te voy a meter en una cajuela y de ahí nos vamos a ir y te vamos a soltar lejos de aquí, ¿ok?- Su resumen de lo que estaba a punto de pasar me puso a temblar y aunque hice lo posible para no mostrar el miedo no pude contenerlo del todo.
¿Que significaba realmente esto? El momento fue muy desagradable. ¿Como era posible que mi padre hubiera pagado sin pedir hablar conmigo y verificar que me encontraba vivo? Simplemente no lo podía creer. Y de algo estaba cada vez mas seguro: No me iban a soltar. Los planes definitivamente eran otros y realmente me daba miedo pensar en ellos. No puedo dejar de expresar que lo que realmente sentía era que me iban a matar. No podía haber otra explicación a este comportamiento espontaneo. Lo que querían era meterme a una cajuela por las buenas y llevarme a algún terreno lejos de cualquier civilización, tirarme al piso y meterme dos plomazos en la cabeza.
No pude más que aceptar mi destino. Ni modo, ya te vas a morir. Pero velo por el lado bueno, por lo menos ya se va a acabar este infierno.
-Esta bien- conteste temblando.
-Tranquilo- me dijo José sintiendo como temblaba todo mi cuerpo. -No te va a pasar nada.-
Tranquilo no podía estar, no ahora que ya sabía que estaba mintiendo.
-Si señor- contesté.
Igual que una semana anterior me bajaron por las escaleras hacia la puerta de la entrada de la casa. Sentí la brisa de aire caliente pero el eco me dejó saber que estábamos en una cochera. Con calma me explico José que la cajuela era pequeña y que tendría que encogerme lo mas que pudiera. Empecé metiendo un pie y luego volteándome para caer suavemente sentado en el fondo de la cajuela. José me ayudaba a bajar despacio. Una vez que había tocado el fondo metí el otro pie y luego la cabeza. Realmente era pequeña la cajuela y me tuve que enrollar lo mas que pude. Sentía los fierros del coche viejo pegando en mi espalda, cabeza y pies. No había lugar para mover ni un brazo y eso me atemorizaba aún más. La cajuela no cerraba bien, tuvieron que darle un par de azotones para lograrlo. El aire se sentía escaso y el espacio aún más. Me imagine un Datsun de los años 70s, de esos que se usaron como taxis en México en esas épocas. El coche tardó en arrancar unos minutos, se subieron al coche 3 personas y lo supe por el moviemiento del mismo cuando se iban subiendo uno por uno. Empezamos a andar y recorrimos calles durante unos 10 minutos, durante este trayecto me quite los gogles para ver que encontraba. Oscuridad total. Me puse los gogles de nuevo. Pronto el coche se detuvo. Oí como se abría una puerta trasera y rápidamente se bajo la persona que viajaba ahí. La puerta se volvió a cerrar y volvimos a arrancar. La persona que se había bajado ya no se subió más. Calculé la velocidad a la que viajábamos en unos 80-100 km por hora, aunque en realidad seguramente íbamos más despacio en el interior de la cajuela y en total oscuridad se sentía mucho mas rápido. No podía dejar de pensar en que me pasaría si nos accidentáramos, seguramente me haría pomada. Por un instante lo vi como una buena alternativa para dejar de vivir este infierno pero recordé que quizá realmente me destinaba a mi libertad así que mejor decidí esperar. Y esperar y esperar y esperar. Viajamos unos buenos 30 minutos, si no es que más. Por fin el coche a una velocidad menor zigzageo por algunas calles hasta que se detuvo para echarse en reversa y llegar a un alto total. Los dos hombres que viajaban al frente se bajaron y cerraron las puertas. No abrieron la cajuela inmediatamente, quizá esperaban el momento adecuado en el que no hubiera nadie alrededor para bajarme, quitarme las esposas y desearme suerte. La cajuela se abrió, se acercó José y me dijo en voz baja -Ahorita te vamos a bajar, te vas a agachar hasta el piso y vas a gatear, ok?
-Si señor.- La cajuela se volvió a cerrar.
Pasaron otros cuantos minutos, no muchos cuando se volvió a abrir la cajuela.
-¡Bajate! ¡Rapido!- la voz de José era nerviosa y le urgía que me bajara. Me baje y me agache. Por fin aire fresco otra vez. Por fin mi libertad a unos pasos.
-¡Gatea, gatea!- me gritaba José en susurro mientras me jalaba de la camisa hacia donde el quería. Mis pantalones se mojaron con un charco. Ya estoy cerca, pronto estaré libre.
Mientras me jalonaban gateando subí un escalón. Oí como a mi paso cerraban una puerta y al mismo momento me decía José con mucha ansiedad que me parara. Me paré y ahora me tomaron por ambos brazos los dos hombres para empezar a caminar. Los jalones continuaban hasta que pronto mis pies chocaron con algo. -¡Sube!- me gritó José. Otro escalón. ¿Otro escalón?- pensé que no podía ser posible. ¿a donde me llevan? yo estaba realmente confundido. Seguimos subiendo mas escalones tropezándome en cada paso pero las garras de los malvados me ayudaban a no caer. Subimos 14 escalones en escuadra. Una vez arriba entramos a una habitación, en donde tenían prendido el aire acondicionado, que probablemente estaba a unos 17 grados centígrados. Empecé a temblar, esta vez de frío. Disminuyeron los jalones hasta que mis piernas tocaron una cama.
-Acuéstate.- me ordenó José mientras quitaba las esposas de una de mis manos y las esposaba a la cama. -Quédate aquí quietesito-
-¿Donde estamos?- pregunté consternado.
-Espera un momento, ahorita regreso- me indicó José.
El aire acondicionado cada vez me enfriaba más y yo cada vez temblaba más. ¿Que debía hacer? me pregunté. Nada, esperar.
Lo que me pareció unas horas mas tarde regreso José. Yo ya no podía contener el temblor por el frío y le pedí que apagara el aire acondicionado a lo cual accedió. Luego se me acerco y muy tranquilo me dijo:
-Estate tranquilo, vas a estar aquí 2 o 3 días.-
-¿Qué qué?- pregunté sorprendido. -¿Que no me iban a soltar? ¿que no se habían arreglado con mi padre?-
-No...se complico y vamos a tener que dejar pasar unos días.-
-Pero...pero...-
-No te preocupes, no te va a pasar nada.-
-2 o 3 días, ¿nada mas?
-Si...tu tranquilo.- y se fue una vez más.
Temblando en la cama con el pantalón mojado, esposado a otra cama no tuve alternativa más que esperar. Poco a poco el sueño fue ganando terreno sobre mi hasta que quede profundamente dormido. Ese día soñé maravillosamente con mi casa. Ese día marco el rumbo de mi secuestro una vez más. Ese día era el primero de los siguientes 168.
Sigo después...
SEP 8
Cap 20. Una larga espera.
NOTA: Les recuerdo que para efectos de la historia y seguridad he cambiado algunas cosas. Lo importante es que la esencia del relato se mantenga. Disculpen la demora.
Abril-Mayo del 2003.
Los 2 o 3 días transcurrieron como si nada. Yo seguía incrédulo, quizá tardarían un poco más en soltarme, quizá tienen problemas de algún tipo. Pero no fue así; simplemente me habían mentido para lograr trasladarme de manera tranquila y sin problemas. Si me hubieran dicho aquella noche que me cambiarían de casa porque los planes no estaban saliendo como ellos estimaban quizá me hubiera puesto muy nervioso y violento pero la verdad es que yo hubiera accedido de cualquier manera porque no tenía opción.
Mi nueva casa parecía mas tranquila pero más fría. Dejaban correr el aire acondicionado en la temperatura más baja durante todo el día sin apagarlo. La TV empezó con el mismo volumen alto pero fue disminuyendo conforme pasaban los días. La nueva habitación era diferente, podía ver directamente a la puerta pero usaban una manta colgada de un hilo (de los que se usan para tender ropa) con la que bloqueaban mi vista a dicha puerta y que corrían (abrían) para permitirme ver la TV y cerraban para salir de la habitación cuando José se encontraba en ésta. La ventana de la habitación ahora estaba tapada solo son unas persianas blancas verticales y una cortina verde mal sobrepuesta. Por los movimientos que hice al llegar a esta casa siempre asumí que la ventana daba al frente de la casa. El aire acondicionado era uno de los de "ventana" que hacía mucho ruido. La habitación era de color claro, pintada con un beige horrible y de arriba solo colgaba de un cable un foco que parecía de 60W. La TV era marca "patito" y no tenía ni señal de SKY ni de cable (cosa que José solucionó en menos de un mes). La señal de cable llegó de manera pirata cortesía del vecino (eso fue lo que me dijo José) y todos fuimos más felices. Increíblemente la comida cambio radicalmente en la segunda casa. Me dejaron de dar sandwiches sin queso y me empezaron a dar arroz, pollo, tamales, hot cakes, hot dogs, tacos al pastor, etc. Mi suposición fue que seguramente había alguna cocina económica cerca de donde estábamos y aprovechaban para no cocinar. En esta casa me daban 3 veces al día de comer, me daban refresco, pastel y hasta un whisky en una ocasión. Me regalaron cigarros pero no el encendedor y tenía que pedirle a José que me lo prendiera cuando quería fumarme uno. En fin, el cambio parecía "bueno" y lo fue de cierta manera. La espera fue terrible.
No ocurrió nada durante mucho tiempo y la desesperación iba creciendo. Nunca cesé de preguntar por los avances de la negociación; todos los días preguntaba lo mismo y lo mismo hasta que se cansaran de oírme; preguntaba a cualquier hora, a veces en la mañana y a veces en la noche, la intención era molestarlos con la pregunta, aunque ahora solo molestaba a José y llegó el día que me pidió que ya no le preguntara, qué si él se enteraba de algo me lo diría. Traté se relajarlo un poco y deje de preguntarle unos dos días. Después de eso seguí preguntando lo mismo: "¿ya supiste algo?" o "¿qué ha pasado?" o "¿el jefe no ha hablado?". Y la verdad es que preguntar no sirvió de nada mas que para molestar a José, que bueno, dentro de lo poco que podía yo hacer, me sentí bastante satisfecho en hacerlo.
Con el paso de los días José se notaba en días algo nervioso y molesto argumentando que el también estaba ahí sin poder irse, que "él también estaba secuestrado" (por favor!); el animal no tenía idea de lo que decía. El tiempo pasó lento, lentísimo. Lo único que puedo agradecer es haber tenido TV y podido ver los programas de Friends, Seinfeld, DeporTV, los noticieros y todos aquellos más que me ayudaron a tragar los segundos y los minutos un poco más rápido. Me gustaba ver Discovery Channel, Sony, Fox y los nacionales. Pude mantener el tiempo gracias a la TV, me enteré de noticias buenas y malas, del clima, de deportes, etc. La guerra de Irak llegó y también lo vi. La TV fue mi mejor amiga durante un largo periodo, mi única amiga.
Martes 6 de Mayo de 2003, 1:24 pm
Recuerdo bien el día. José entró a la habitación como de costumbre.
-Daniel.- Se oía contento.
-Sí.- contesté desinteresado.
-Oye...va a venir el jefe. Quiere platicar contigo.
-¿De qué? ¿qué pasó algo? ¿ya hablaron con mi familia?
-No sé, no me dijo. Pero por lo menos no se oye enojado.- respondió como si fuera una sorpresa que el jefe no estuviera enojado.
-Ah...
-Dijo que venía mas tarde.
-Ok pero...no sabes nada.
-No, no se nada, tu tranquilo.- Fue lo último que me dijo para terminar la plática e irse de la habitación.
No importaba si me hubiera dicho que el jefe me consideraba su mejor amigo o su peor enemigo, si venía de buenas o de malas, si quería tomarse un café o un trago, como siempre, los nervios me empezaban a comer vivo.
El jefe llegó anunciado por José mientras quitaba las esposas de la cama para esposarme por delante. Después me paro de la cama y me dirigió al centro de la habitación en donde me jaló para sentarme en una silla que ya había puesto ahí. La silla la había traído de otra habitación puesto que en la mía nunca hubo una. Yo estaba ahora de espaldas a la puerta de la habitación. Unos segundos después oí la voz del jefe. Lo único que deseaba en ese momento es que no me pegara. Podía imaginar perfectamente como se desenvolvería esta reunión y no me gustaba nada.
El jefe entrí² a la habitación y empezó tranquilamente a hablar.
-Quiubo Daniel.
-¿Que pasó señor?- conteste amigable.
-Todo esta bien Daniel.- continuó de manera tranquila; nunca lo había oído así; ¿que estaríamos cerca del final y ya no quiere desgastarse en armar otro pancho?
-Que bueno...- seguí la corriente.
En un hecho inaudito me puso la mano sobre el hombro, así como de amigos.
-Quiero que estés tranquilo, vas a estar bien. Tu familia esta respondiendo bien, tu papá se hace del rogar pero ya esta cayendo. Es solo cuestión de tiempo para que esto se termine.- ¿tiempo? tiempo es lo que me sobraba. Esperó unos segundos para retirar la mano de mi hombro.
-¿De veras? que buena noticia y ¿ha hablado con mi padre?- me empezaba a creer lo que me decía.
-Si hablé con él hace poco y todo va bien no te preocupes.- Después me enteraría que esto no era cierto, de hecho llevaban semanas sin hablar.
Conforme el tono de la plática me empecé a relajar.
-¿Y como para cuando cree que se termine esto?- pregunté al jefe.
-Ya mero. Solo quiero que estés tranquilo una o dos semanas más.- mientras terminaba la frase volvía a darme una palmada en el hombro.
-Sí señor.- contesté con algo de esperanza.
Aunque esta plática tuvo un tono amigable en el fondo era perversa y tenía un fin ulterior del que me entere mucho después pero se los voy a platicar de una vez. Resulta que el jefe era motociclista y unos cuantos días antes de ésta última visita el muy pendejo se había accidentado rompiéndose el brazo y un par de costillas. Entonces mientras el nene se recuperaba decidió no negociar ni hablar con mi familia. Este "intermedio" duró 79 días. Así que esta platica realmente fue como para mantenerme esperanzado puesto que faltaban semanas para que el jefe se recuperará. Ustedes se preguntarán porque el jefe no habló ni negocio con mi familia mientras estaba en cama y la respuesta es que el jefe no se podía arriesgar a llegar a una negociación mientras estuviera lastimado puesto que le costaría trabajo realizar el intercambio aparte de otras razones "intra-banda" que se podrán imaginar.
El jefe no tuvo nada más que agregar y decidió retirarse después de que me volvieran a amarrar a la cama. Seguramente el jefe quería ver como me comportaba en el "encadenamiento" y si todavía yo era de confiar.
Me volvieron a dejar solo. Solo con mi TV y mi cama. Solo con mi cadena y esposas. Solo con un poquito de esperanza. Solo.
Habían pasado 98 días.
Sigo después...
NOV 3
Cap 21. Lo Quiero Vivo o Muerto
Abril-Mayo 2003
Elsy guardaba unas fotos mías que había mostrado a su hermana; haber visto las fotos junto a ella había logrado tranquilizarla y le sirvió de desahogo también. Terminaba de llorar. Había sido un llanto desesperado, de recuerdo, de esperanza. Cada lágrima representaba un momento vivido con su querido hijo por el que daría lo que fuera por volverlo a abrazar y decirle que nunca más dejaría que algo le dañara y que estaría siempre pendiente a su guardia. No lo podía hacer pero guardaría esas fuerzas para cuando el momento llegara.
Las cosas en la casa no mejoraban y los secuestradores no llamaban por teléfono.
-Un día a la vez. -le decía el agente a Walid y Elsy- No debemos desesperarnos porque entonces ellos ganan. Debemos de ser fuertes para mantener a esta familia unida; llamarán pronto seguramente.
Los intentos de consuelo del agente dieron frutos. Walid debía de ser el pilar de la familia y lo logró. Mi familia se mantuvo unida y con esperanza durante todo el secuestro gracias a la asesoría de Peter el agente.
Durante estos meses (sí, meses) no pasó gran cosa en la casa de mi familia. Solo la espera, esta vez inusual. La última llamada que habían recibido del jefe fue el 11 de Marzo, un poco después de haber recibido el video y desde entonces ni un rayo de luz se veía en el horizonte. La carta que escribí nunca llegó. La única noticia que habían tenido mía había sido el mensaje que había mandado a Alejandro mi primo y que lamentablemente nunca lo tomaron tan en serio. Y aunque la familia se mantenía unida, la desesperación tocaba a la puerta cada vez mas fuerte. Seguían pasando los días, los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses; meses sin saber nada de mí. Y justamente a los 69 días de la última llamada llegó el balde de agua fría.
Viernes 16 de Mayo del 2003, 6:12 pm
El agente de la AFI Peter, junto con su jefe que había arrivado de la Ciudad de México solo unas horas antes y dos agentes operativos, llegaron a la casa y pidieron hablar con Walid y Elsy en privado.
-Sr. Walid...Sra. Elsy, venimos a hablar con ustedes sobre el plan de acción a seguir.- Empezó Peter.
-Esta bien ¿de que se trata?- preguntó Walid un poco asustado.
-Ehhh...mire Sr. Walid... -continuó el jefe de Peter- En la AFI tenemos gente muy especializada en estos temas, incluso hay personas que calculan estadísticamente la probabilidad de éxito de un determinado caso, mientras éste transcurre, dependiendo de todo lo que sucede alrededor del mismo. Llevamos ya 2 meses y 10 días desde que recibimos la última llamada de los secuestradores y según nuestros analistas...- el agente dej{o soltar un suspiro buscando las palabras adecuadas- ...eh, las probabilidades de recuperar a su hijo vivo... son prácticamente nulas.
-¿Qué...cómo?- exclamó Elsy.
-Pa' la madre- murmuraba Walid.
-Para nosotros en la AFI...- interrumpió el jefe de Peter- ...lo más importante es la recuperación de Daniel y no hay nada que nos detenga a seguir haciéndolo, pero, lo que ocurre particularmente en este caso es, literalmente para nosotros, terreno desconocido.
Elsy soltó unas lagrimas sin decir una palabra. Walid se mantenía pendiente de las palabras del agente.
-Es por eso... -continuaba el agente- que necesitamos pedirles su autorización para comenzar a buscar el cuerpo de su hijo. La búsqueda la haremos en SEMEFO's, hospitales y cualquier otro lugar en donde pudieran tener el cuerpo sin identificar. De antemano les dijo que no mantendremos mucha esperanza de lograr ubicarlo pero haremos lo posible.
No tardó en contestar Walid. -Adelante con la búsqueda-
-Gracias Sr. Walid. -término el agente.
La espera que normalmente se desenvolvía en una llamada de continuidad ésta vez sorprendió con un trago bastante amargo. Javier se mostraba fuerte por fuera pero estaba destrozado por dentro y fue quien mantuvo a mis hermanas Elsy y Andrea en constante renovación espiritual. La integridad de la familia se veía amenazada con la perdida de uno de sus miembros y peor aún el no poder darle un digno sepulcro. No había nada que consolara este momento. La negra noche llegó con llanto y desolación. Todo había terminado. Ya no había nada porque esperar.
Al otro día, después de una mala noche de soportar un alma desgarrada, Elsy se levantó de la cama y en pijama se acercó al desayunador donde estaba Peter y su jefe empezando el día. Sin titubear y mirando a los ojos al agente, Elsy irrumpió en la plática.
-¿Cómo te atreves a decirme que mi hijo está muerto? -enérgicamente exigía.
-Señora...
-A mí no me vengas a decir en mi propia casa que mi hijo esta muerto. ¡No te atrevas! Si no me traes su cuerpo y lo veo con mis propios ojos no lo creeré. ¡Y de una vez te digo que mi hijo sigue vivo! ¡Lo presiento dentro de mi! ¡Puedo oirlo gritando por ayuda! Así que en esta casa seguiremos esperando a que hablen. ¿Entendido?
-Señora Elsy...
-¡Sigan buscando!
-Sí señora... -fue lo único que el agente pudo deciar antes de que Elsy saliera furiosa del desayunador. Y le había quedado claro el sentir de la señora.
Elsy se entía renovada. Desahogada. Fuerte. Esta vez no se dejaría pisotear por nadie.
Durante 10 días más Elsy mantuvo su entereza pero la idea de muerte de un hijo se avecinaba con mayor fuerza y empézaba a tomar forma. Pero por suerte solo duró 10 días nadamás.
Lunes 26 de Mayo del 2003, 12:14 pm
El teléfono sonó.
-Sí, bueno.
-¿Papá?...
Sigo después.
JAN 30
Cap 22. Abrázame muy fuerte
Para la AFI un secuestro largo es raro y tiene un trato diferente, digamos, especial. Pero tener en un secuestro una espera de 79 días entre llamada y llamada es única. El 26 de Mayo del 2003, cuando los secuestradores volvieron a comunicarse con mi familia, en las oficinas centrales de la AFI en la Ciudad de Mexico se dejaron oír aplausos y se llenaban de sonrisas las caras de todos los que trabajaban ahí. Se oían comentarios como: -¡Vamos! ¡Todavía podemos salvarlo!- o -Se ha mantenido fuerte, no lo decepcionemos.-
Cuando a mi me platicaron esto por primera vez se me salieron las lágrimas de los ojos. Fue, y sigue siendo, una enorme emoción saber que había gente que no me conocía que realmente estaba preocupada por mi y que se alegraba de saber que estaba con vida. Me dejo ver que la mayoría de nosotros somos personas buenas y que sobrepoblamos a la gente mala por mucho. Me di cuenta que hay mucha gente con un gran corazón. Me enteré que hay gente muy profesional que esta dispuesta a trabajar horas extras y a dar lo mejor de sí por detrás de toda la corrupción que vemos estos días. Esto me exigió más de mi. Ahora era mi turno de no decepcionarlos a ellos. Y continuaré hasta mi último día en esta Tierra.
Lunes 26 de Mayo del 2003, 12:01 pm
Tocaron la puerta de mi habitación y como de costumbre hice mi ritual para que entraran. Era José. Me dijo que el jefe había llegado y que quería hablar conmigo.
-¿Y ahora que quiere?- pregunté algo desinteresado.
-No sé, pero las cosas se volvieron a poner difíciles.- atestiguó José.
-¿Cómo difíciles? si hace unos días vino muy tranquilo a decirme que todo iba bien.- repliqué. -Hasta estaba de buenas el jefe.-
-Pues no sé que pasó, hazte para acá.- me indicó.
Me arrimé a la orilla de la cama. ¿Sería esta una nueva pesadilla? Lo único que imaginaba era que una vez más el jefe me iba a golpear o algo estaba por pasar. Lo supe porque José no me dijo que me quedara tranquilo. En menos de 15 minutos llegó el jefe otra vez de malas. Mi entorno se volvía gris otra vez.
-¿Que pasó Daniel? ¿Ya te dijo aquí el señor que las cosas no están bien?- preguntaba exigiendo una respuesta.
-Si ya me dijo.- contesté.
-Así es.- el tono y volumen se empezaban a intensificar. -El pendejo de tu padre se cree muy cabrón; creé que puede burlarse de mi cuantas veces quiera, ¡pero ya estoy hasta la madre!
-Mi papá esta haciendo lo que puede.- interrumpí.
Seguido de mi inteligente interrupción llegó el primer golpe a la cabeza. Lo suficientemente fuerte com para no volver a interrumpirlo. Después más gritos y balbuceos que ya no oía claramente. Segundos después otro golpe azotaba de nuevo mi cabeza. El jefe seguía hablando y gritando.
-...¿me oíste cabrón?- oí a lo lejos entre el parloteo.
-Sí señor...estoy seguro que mi familia hace lo que puede por ayudarme.- declaré.
-Vamos a ver si es cierto.- me dijo. -Le vas a pedir a tu padre por tu vida. Si no me suelta la lana te voy a matar pendejo. ¡Â¿Me oyes?! Le voy a dar tres días para que se caiga con el dinero, ya estoy hasta la madre y ese cabrón cree que conmigo puede jugar. El tiempo ya se le acabo.-
-¿Voy a hablar con él?- pregunté.
-...-
Unos segundos después de no haber obtenido respuesta me ponían el teléfono al oído.
-Sí, bueno.
-¿Papá...?
-¿Dany?- Oí la voz de mi papá por primera vez después de 117 días de haberlo hecho e inmediatamente sentí una tranquilidad interna enorme. Sentí que estaba a su lado, podía tocarlo. "Todo estará bien" pensé. Era un gran regalo oírlo nuevamente, podría pedir más golpes solo por hablar con él. Mi espíritu se elevaba igual que el de él.
-Papá...ayúdame por favor, me van a matar en tres días si no pagas. Ya quiero salir de aquí...
-Dany tranquilo, todo va a salir bien, estoy haciendo lo que puedo, todos estamos bien.- Me decía mi padre con ganas de reconfortarme.
Atrás de mí la voz del jefe me susurraba que le dijera que ya sacará a la policía de la casa.
-Papá, saca a la policía de la casa...por favor ayúdame...- dije siguiendo las instrucciones.
-Estoy solo y haciendo lo que puedo, tu no te preocu......- me contestaba al mismo tiempo que me quitaban el teléfono del oído.
-¿Qué te dijo?- fue la primer indagatoria del jefe.
-Que está haciendo lo que puede.- contesté
-¿Qué dijo de la policía?- cuestionó.
-Que esta solo, que no hay nadie.
-¿Ese pendejo que se cree?- expresó ya más tranquilo el jefe. -Muy bien, pues rézale a Diosito que pague tu papá porque si no...te lo digo en serio...te voy a quebrar.
-Si señor.- contesté.
-Tu quédate tranquilito y no te hagas el héroe. Si necesitas algo se lo pides al señor.- Inesperadamente el tono de voz del jefe había cambiado. Ahora hablaba con más calma y me ofrecía a su empleado para lo que yo necesitará. ¿Habría el jefe conseguido lo que quería? Supuse por el momento que sí. Lo que no supe descifrar hasta mucho tiempo después es que lo que quería era tiempo.
El jefe se fue de la habitación y José se quedo conmigo para regresarme a la cama y volverme a esposar a ella. Amablemente y siguiendo las claras instrucciones de su jefe inmediato, me preguntó si se me ofrecía algo a lo que yo refuté que no. Sin más, me dejó solo en mi mazmorra y se fue. El resto del día me dediqué a repasar una y otra vez la llamada con mi padre, recordé su voz y no quería perder ese sentimiento nunca. Otra vez me sentía como un niño protegido por su padre. La llamada me dio tranquilidad. Todos estaban bien, me dije. Tengo que aguantar, ya no faltará mucho. Ja.
Transcurrieron los días y las noches durante otro largo periodo que se convertía en camino conocido. Atormenté a José con la misma pregunta de todos los días: -¿Ya supiste algo?- y el me la regresaba con la misma respuesta de siempre: -No, todavía no-. La batalla era interminable y no se avecinaba un triunfador. Era un maldito empate.
Una noche, ya cerca de la una o dos de la madrugada, mientras ya me encontraba dormido tocaron la puerta de mi cuarto. -Que extraño-, pensé. Cuando José había dejado la habitación esa noche cerró la cortina, como lo hacía todas las noches, que dividía mi cama del resto de la recámara y no me dejaba ver nada. José en las madrugadas entraba y salía de la habitación sin avisarme nada puesto que yo ya no podía ver nada y por eso mi duda de el porqué tocarían la puerta. Intente no darle mayor importancia que unas 20 o 30 pulsaciones mas por minuto, algo no olía bien. Por no dejar me puse el gorro y los gogles y antes de que pudiera avisar volvieron a tocar la puerta, como con desesperación, cosa que me hizo quitarme los gogles y entonces avisé estar listo: -Sí adelante-. La puerta se abrió más rápido de lo normal e inmediatamente apagó la luz, un solo foco que colgaba de un cable al centro del cuarto y también apagó la TV. Estaríamos en completa oscuridad de no ser por los pequeños destellos que entraban a través de la cortina de la ventana. Oí como la persona que había entrado se subía a la cama donde dormía José.
-¿Señor?...- pregunté.
-.....-
-Señor, ¿está todo bien?- volví a indagar.
-Shhhh, ¡cállate!- la inesperada voz susurrante de una mujer me hizo temblar.
Sigo después...
APR 26
Cap 23. Inesperado
Oscuridad.
-¿Señor?
-.....- nadie contestó.
-Señor, ¿todo bien?
-Shhh, ¡cállate!- me insistió una voz irreconocible para mí. Era la voz de una mujer. Me sorprendió tanto como no. Nunca había entrado a la habitación una mujer (por lo menos que yo supiera) mientras yo me encontraba ahí; aunque yo suponía que había mujeres en la casa para cuidar a los niños que se oían en la planta inferior, pero eso no explicaba su presencia a unos escasos metros de mí y eso me ponía algo nervioso.
No volví a preguntar nada y solo esperé con ansias. Pude darme cuenta que la mujer se asomaba por la ventana puesto que pequeños destellos de luz se hacían presentes en el cuarto, como si espiara a alguien con cautela. Un silencio absoluto se apoderó de la habitación, podía escuchar mis propios latidos mientras trataba de respirar normal al mismo momento que volvía una completa oscuridad. No podía analizar lo que ocurría pero intenté mantener la calma hasta que un evento sin precedentes me tomó por sorpresa. Violentos golpes empezaron a azotar una puerta de abajo. Alguien, sin hablar, demandaba poder entrar a la casa. Los golpes los daban con fuerza a la puerta de la entrada. Mi corazón empezó a latir muy fuerte, pude oír a la mujer respirar mas profundo cada vez, con miedo. Los golpes cesaron pero volvieron a ocurrir. ¿Sería mi final?, ¿sería mi rescate? ¡Eso es! me han venido a rescatar, algún tipo de grupo policiaco ha dado con mi paradero y ahora si le darían su merecido a estos hijos de puta. Mis pensamientos me traicionaban, no me daban valor. La habitación seguía oscura. Se escucharon pasos dentro de la casa y empezaron a subir las escaleras hacia mi habitación. La mujer respiraba violentamente. Ahora golpeaban en la puerta de mi habitación. Tenían miedo de entrar, tenían miedo de que los viera. Unos golpes más no fueron suficientes y decidieron entrar al cuarto. Segundos después prendieron la luz. Por unos momentos pude ver el color verde claro del cuarto. Descubrieron a la mujer en la esquina de la recámara. La sometieron. Intentaba gritar pero le tapaban la boca. Empezaron a forcejear y por momentos movían la cortina que separaba mi cama del resto del cuarto. Ahora sí estaba nervioso; mejor dicho, me moría de miedo. Parecía que les costaba trabajo controlarla y mantenerla callada pero lo lograban. No podía entender lo que ocurría pero quizá no debería. Por el sonido y los movimientos de la cortina me di cuenta que salían de la habitación mientras que uno de ellos apago la luz y le subía el volumen a la TV marca Akai hasta su última rayita; después cerraron la puerta fuertemente detrás de ellos y los oí alejarse de mí bajando las escaleras. El ruido fue disminuyendo hasta volver al silencio.
La TV era lo único que ahora podía oír.
No habían venido por mí. No me rescataron. ¿Qué pasó? Nunca supe que pasó.
José subió a la habitación unos 10 minutos después y no me quiso dar explicaciones. Lo que si quiso fue que yo le dijera si me había dicho algo la mujer. Después de insistir 3 o 4 veces se medio-convenció de que le decía la verdad. Me dejó solo, le bajo el volumen a la TV y me dijo que me durmiera y que no le diera importancia a lo que pasó.
-Pero señor...¿yo pensé que era usted!- le aclaraba.
-¿Que te dijo?- demandaba.
-No me dijo nada, le repito que yo pensé que era usted.- volví a insistir.
-¿Seguro no te dijo nada? No te quiero decir lo que le va a pasar a esta persona.- José asumía que yo no sabía si la persona que había entrado era hombre o mujer. Pero al omitir decirlo me lo dijo todo.
-¿Que le va a pasar?- pregunté ingenuo.
-Se le va a castigar. ¿Seguro no te dijo nada?- seguía el cabrón.
-No, no me dijo nada.
-Ok. Ya duérmete.- respondía para salir después de la habitación.
¿Que no le diera importancia? y José ¿que creía? que yo era de palo ¿o algo así? ¡no mames! ¡pinche miedo hijo de tu puta madre! ¡Casi me da un chingado infarto cabrón! Claro que esto ni lo dije, pero si lo pensé a gritos. No pude dormir muy bien esa noche, ni las dos siguientes. Cualquier ruidito me ponía de pelos de punta com era de esperarse, pero luego empecé a volver a mi "normalidad". Vaya normalidad.
Los días continuaron repetitivamente durante un tiempo más. Todo se rehacía, día y noche. La mirada se me perdía el en techo, a veces en la pared, a veces en mis pies, a veces en la esposa atada a mi mano y veces al piso que fue donde encontré algo que no esperaba encontrar. Justo debajo del mueble de la TV, escondida detrás de una de las patas de este pequeño buró. No podía creer lo que veía. La baja luminosidad del cuarto que estaba alumbrado solo por el destello del monitor viejo no me permitía enfocar bien y tuve que darme un poco de tiempo para acercarme un poco y descubrir lo que podía haber estando velando ahí durante mucho tiempo.
Sigo después...
JUN 27
Cap 24. Salida peligrosa
En un momento de soledad me atreví a acercarme y con premura y escepticismo tomé en mis manos lo que estaba debajo del mueble. La pistola era una revolver 38mm negra con la empuñadura café oscuro. Estaba enfundada en piel negra con amarre de cinturón. Pesaba mas de lo que imaginaba. La revisé y le abrí el revolver. No tenía balas. Que raro -pensé- ¿para que tener la pistola aquí escondida sin balas? Las balas tendrían que estar cerca y en mi apresurada búsqueda encontré en el cajon inferior, del mismo mueble que escondía el arma, seis balas del calibre del fusil. No tengo mucho tiempo -me dije-. Y lo más rápido y silencioso que pude devolví todo a su lugar. Empecé a darle vueltas al asunto. ¿Qué puedo hacer con esa pistola? ¿Hasta donde llegaría? Siempre encontraba la misma conclusión y no era, digamos, alentadora. Si en algún momento me decidiera a tomarla y usarla los resultados serían similares a tirar una moneda al aire. Por un momento se iluminaba mi alrededor con un gramo de esperanza que tenía tonos de traición. ¡Podría salir de aquí! ¡Huir y llegar a casa a ver a mi familia otra vez! No es así de fácil.
Tomar la pistola significaba que tendría que dispararla si la situación lo requiriera. Podría también no tener que usarla y solo asustar a quien se me ponga enfrente. Y si la disparaba podía herir a alguien o matar a un secuestrador en el peor de los casos (o mejor de los casos, dependiendo el punto de vista). Y en el, efectivamente, peor de los casos yo salir herido o muerto.
Luego estaba el tema de quién estaba detrás de la puerta de mi cuarto, abajo de las escaleras, en las habitaciones de la planta baja, en la sala, afuera de la casa, en la esquina de la cuadra, etc. ¿Y cuantos podrían ser? ¿Me alcanzarían 6 balas si lograra efectuar tiros precisos? Y por supuesto se me presentaba la coyuntura mayor: nunca había disparado una pistola, así que mis posibilidades eran cercanas a nulas. A esto había que sumarle el factor adrenalina que seguramente estaría por los cielos y me pondría aún más nervioso.
Todo este análisis me llevaba a mas cosas. Si saliera vivo de ahí ¿que represalias tomarían una vez que ya los había visto y puesto al descubierto? ¿Pudiera ser que mi familia ahora corriera un riesgo mayor? ¿Mis hermanas, mi hermano, mis papás? O ¿se asustarían y se irían de la ciudad? En fin, se pueden asumir muchísimas cosas y el 99% acaba en desastre. Una vez que decidiera escaparme no habría marcha atrás; no habría segunda oportunidad.
Una y otra vez me di a la tarea de meditar como lograr este objetivo de escaparme teniendo esta "ventaja" de poder disparar. El miedo nunca me dejo avanzar más allá de este complejo pensamiento y no estaba dispuesto a poner en un mayor riesgo ni mi vida ni la de mi familia. Por lo menos hasta ahora. Si este secuestro iba a acabar mal no sería por mi.
Conforme pasaban los días la "calentura" de llevar a cabo un intento de escape se fue difuminando. La pistola permaneció ahí por el resto del secuestro. Nunca supieron lo que yo sabía. Nunca entendí exactamente porque guardaba ahí su pistola José pero supuse que la quería tener en un lugar cerca en caso de algún evento inconveniente para él.
Durante todo el secuestro escaparme siempre fue una ilusión mas que una opción, nunca tan verdadera como este tiempo. Y debo confesar que, de haber conocido si mis posibilidades eran buenas, lo hubiera intentado aunque hubiera sido el riesgo mas grande de mi vida.
Sigo, hasta el día de hoy, sin saber si me hubiera podido escapar, pero más de una vez he retomado el tema analizando y recreando una situación en la que me atrevo a tal aventura. Algunas otras víctimas de secuestro lo han logrado y otras no. Yo tomé la decisión correcta y lo sé cuando escribo estas líneas y te puedo contar mi historia.
.....
En mi casa las cosas no habían cambiado. La última llamada que habían recibido unos días atrás les daba aliento para seguir adelante. Esa llamada del 26 de Mayo del 2003. Pero esta llamada fue solo para dejar saber a mi familia que ahí seguían pero no seguir negociando, no podían. Todavía no. Eso sí, hicieron lo que saben hacer mejor, causar desesperación. Pasaron otros 45 días para recibir la siguiente llamada. Más o menos por el 3 de Julio del 2003, 8:12 am.
-¿Bueno?- contestaba mi padre su móvil algo adormilado.
-Walid, ¿como vas con la lana?
-Señor...tengo un poco más. Estoy haciendo todo lo que puedo...
-Ya me tienes hasta la madre.- le interrumpía la conversación. -Ya oíste a tu hijo, ya sabes que esta vivo, yo si estoy cumpliendo y tu no cabrón.
-Hago lo que puedo desde aquí, se lo he demostrado también. Por favor devuélvame a mi hijo. Mi esposa esta muy mal, mis hijos también.
-Yo ya quiero que esto se acabe también, no eres el único, tengo mucho trabajo y mucha gente que levantar, esto es un negocio como cualquiera.- hacía una pausa el jefe. -Mientras tu me quieres hacer pendejo yo ya cobre dos negocios mas...cobre 17 millones, ¿como ves?
-Señor he juntado 130,000 pesos, por favor...
-Es una puta miseria cabrón, ¡Â¿te mando una oreja para que me creas?! o te lo mando en pedacitos hijo de la chingada!
-No es necesario, le suplico tome el dinero y regrese a Daniel...- imploraba mi padre.
-Te vas a arrepentir culero.- decía del jefe y terminaba la llamada.
Es increíble como un demente como este pueda pensar en un secuestro es como un negocio cualquiera. Supongo que nadie sano piensa así. Simplemente no se puede pensar que negociar con una vida humana es "normal". Nunca me cansaré de decirlo.
A mas de 5 meses de secuestro las cosas no mejoraban y el final parecía no llegar. El sol no volvería a salir para mí. ¿Estaba ya en mi tumba y no lo sabía? ¿Debía entregarme a mi destino? Ciertamente estas preguntas se hacían más evidentes conforme pasaba el tiempo pero nunca quise caer en la falta de esperanza. Mis instintos me decían que esto tendría que acabar, ¿o no? Los secuestradores parecían no tener ninguna prisa y tampoco parecía importarles si esto duraba toda la vida. No Daniel, saldrás de esto y saldrás bien. La fortaleza y las ganas de vivir me mantuvieron "intocable" y no salir de mis casillas fue la parte medular de mi supervivencia. Estaba dispuesto a seguir. Tenía que hacerlo por mí. Tenía que hacerlo por mi familia. Tenía que hacerlo.
156 días desde aquel 28 de Enero y contando.
Sigo después...
OCT 18
Cap 25. Luz de túnel.
Quizá a mi alrededor haya alguien que me pueda ayudar. Gente. Gente por todos lados. Todos indiferentes a mi presencia. ¿Pero qué no saben que estoy en problemas? ¿Cómo lo sabrían? Tendría que decirlo pero ¿a quién? no conozco a nadie. Podría empeorar las cosas y es algo que no quiero. Empecé a caminar por la acera en busca de una cara conocida mientras respiraba el aire fresco que corría esa tarde y escuchaba el roce de las hojas de los árboles al moverse. Que agradable sentimiento. A lo lejos veo a mi madre y me apresuro a ella. Empecé a desesperarme un poco por llegar. Platicaba con mi hermano tranquilamente con una sonrisa en la cara, seguramente nada importante. Tenía un semblante tranquilo igual que mi hermano.
-Mamá...- le llame.
-Hola Dany, ¿que pasó mi vida?- Mi madre me contestó tranquilamente mientras me miraba directamente a los ojos compartiendo una gran tranquilidad.
-Solo quería saludarlos, ¿como están todos?- pregunté.
-Todos estamos bien, te extrañamos.
-Yo también los extraño mamá.
-¿Cuando regresas?- cuestionaba mi madre.
-No lo sé ma. Pero ya me tengo que ir o se darán cuenta que no estoy.
-Si amor.- contestó mi madre con ternura y me tocó la cara diciendo "todo estará bien".
-Daniel...
-...-
-¡Daniel!
-Si señor.- Me desperté a la voz de José.
-¿Ya te levantastes?- (ojo, levantastes con "s" al final. ¿qué esperaban?)
-Si ya- contesté mientras estiraba todo mi cuerpo para despertar mis músculos.
-¿No quieres ir al baño?- preguntó el delincuente. -Ya son las dos de la tarde.
-¿Las dos?, ahora si dormí.- contesté sorprendido por la hora que es a la que normalmente me llevaban al baño. -Todavía no, al rato te aviso.-
El sueño había sido tan profundo y placentero esa noche que dormí más de lo normal. No me importaba realmente, entre más tiempo me pasara durmiendo menos tiempo vivía el infierno. Soñar era mi escapatoria, mi cielo, mi edén. Era un día cualquiera, no recuerdo la fecha exacta pero el sueño no se me olvidará nunca.
Los días seguían su curso sin mayores revelaciones y nada mejor para la aburrición que un poco de TV. La TV me ayudó a pasar las largas horas del día, me entretenía con programas y series como Friends, Seinfeld, DeporTV, Los protagonistas, algunos programas mañaneros que ahora no soporto, noticieros de Joaquin Lopez Doriga o Javier Alatorre o mis favoritos programas de Discovery. Tendría que hacer una larga lista de agradecimiento a todos y cada uno de estos personajes y programas que lograron que un secuestrado sufriera menos. Gracias a todos ellos que nunca se enteraron de lo mucho que me ayudaron. Pero la crónica no termina aquí y el final se acercaba. Y mi cumpleaños también.
Afuera la tensión seguía abriendo paso dentro del núcleo familiar. Mi padre mantenía ocupado su tiempo lo más que podía. Mi madre lo intentaba con menos suerte y se quedaba en casa, mis hermanas mostraban gran preocupación y se mantenían esperanzadas. Elsita se sentía frustrada, impotente, triste, bloqueada por emociones y sentimientos que ya parecían normales, habituales, pero nunca pensó que no había posibilidad de que no regresaría a verla y eso la mantenía tranquila en cierto nivel. Andrea, de 12 años, no comía y no entendía del todo lo que pasaba, lloraba al no tenerme, simplemente sabía que su hermano mayor no estaba con ella y lo tenían unos maleantes, pero igual que Elsita nunca pensó en que no regresaría. Javier era el que recibía todos los "golpes" de la sociedad. Era el receptor de las preguntas, de los cuestionamientos inconscientes, de la morbosa curiosidad de los amigos y conocidos (no todos, no quiero generalizar, simplemente quiero destacar a los que actuaban así) y de los no conocidos también. Javier, con su temple que lo caracteriza, acertadamente contestaba lo que debía contestar, puntual y sin mayor explicación. Se mantuvo alerta y sereno, ocupado para no desesperar y fuerte con la familia. Fue y sigue siendo un pilar de esta familia. A todos y cada uno de mis padres y hermanos les agradezco haber estado conmigo (sin mi) hasta el final. Que Dios los bendiga.
Siguieron transcurriendo días, semanas y casi dos meses para que hubiera otro acontecimiento importante. Y fue hasta mediados de Agosto cuando volvió a haber comunicación entre el jefe y mi padre. Habían pasado otros 49 días desde aquella llamada del 3 de Julio. El 21 de Agosto (5 días después de mi cumpleaños. Ni pastel me dieron los culeros) el jefe hace una llamada diferente a mi padre.
21 de Agosto del 2003, 2:37 pm.
-Walid, ¿como vas?- preguntó el jefe con un tono tranquilo, distinto.
-Señor estoy haciendo lo que puedo, créame...- empezó a contestar mi padre conforme a las instrucciones de los profesionales, cuando el jefe lo interrumpió.
-Te hablo para otra cosa. Quiero saber si has estado negociando con otra persona aparte de mí.
Mi padre asombrado por tal pregunta que no habían contemplado respondió inmediatamente. -No señor, por supuesto que no. Con él único que he hablado es con usted, con nadie más.-
-Tengo entendido que alguien te hablo.- insistió el jefe, incrédulo.
-Señor le doy mi palabra que no ha habido nadie, mas que usted, con el que he hablado y negociado.- contestó mi padre con la verdad.
El agente de la AFI también estaba confundido con tales afirmaciones del jefe, asumía, instintivamente, que la banda de secuestradores estaba teniendo problemas internos, cosa que no le gustaba nada porque significaba peligro para la víctima.
-¿Me das tu palabra Walid?- cuestionó el jefe.
-Si te doy mi palabra.- le sostuvo mi padre.
-¿Cuanto has juntado?- demandó el jefe.
-Tengo 255,000 pesos, no he podido juntar mas. Cada día es más difícil.- dijo mi padre, mientras se aceleraba su corazón. Podía presentir algo.
-Muy bien, ya ha pasado mucho tiempo
-Si señor, mucho.
-Si eres un hombre de palabra.....te voy a regresar a tu hijo...te doy mi palabra.- respondió y apuntaló. -Yo también soy un hombre de palabra.-
-Si señor, muchas gracias, dígame que tengo que hacer.-
-Te voy a hablar en unos días, ten todo listo, y te voy a dar instrucciones.- aseguró el jefe y exigió -Nada de policía cabrón!- ahora con un tono mas demandante.
-Si señor, por favor no se preocupe, haré lo que me diga.- contesto mi padre animado de tal suceso.
-Muy bien, si tu cumples tu palabra yo cumplo la mía.- dijo antes de colgar.
Mi padre no podía creer lo que había oído, había pasado tanto tiempo de espera y de negociaciones y por fin se veía una luz al final del túnel. En mi casa hubo conmoción y algo de alegría y esperanza sin dar por hecho nada. Quedaron pendientes e incrédulos de la siguiente llamada. Tampoco podían creer del todo las promesas de un secuestrador. Lo mejor o lo peor estaría por venir.
Sigo después...
APR 24
Cap 26. La hora de la verdad parte 1
A partir de la última llamada y siguiendo las palabras del secuestrador, mi padre y mi familia tenían todo listo para hacer la entrega del dinero en cuanto llamaran. No querían arriesgar nada, la planificación era precisa y debía carecer de errores. Después de ésta llamada el tiempo se alentó dramáticamente, parecía no caminar y como dice el dicho, espera desespera.
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28 de Agosto del 2003, en algún momento de la mañana.
Yo no tenía noticias de nada, me mantenían desinformado, quizá para no levantarme los ánimos; no tenían porque hacerlo y difícilmente lo lograrían a estas alturas del secuestro. Y fue hasta el 28 de Agosto cuando llegó José al cuarto y con el mismo ritual de siempre entró a mis aposentos. La habitación olía muy mal ese día, llevaban mas de dos semanas que no lo limpiaban; que normalmente lo hacían mientras me bañaba pero por alguna razón no lo habían hecho y las bacterias ambientales hacían lo suyo. José se acercó y me dijo: "Oye...parece que ya te vas."
-Ah, ¿sí?- contesté desinteresado.
-Sí, habló el jefe con tu papá y ya junto una lana y ya se decidió aceptarla.- explicaba José.
-Ah, pues órale.- yo seguía incrédulo.
-Te lo digo en serio, ¿que no me crees?- me cuestionó.
-Claro que no te creo, ya me lo dijiste una vez y me cambiaron de casa encajuelado, ¿como te voy a creer?- contesté.
-Pues es la verdad, vas a ver. Vas a tener que hablar con tu papá, seguro va a pedir hablar contigo para pagar.
La insistencia de José no despejaba mis dudas pero decidí creerle un poco y ponerlo a prueba, a este tipo de noticias siempre se les da algo de esperanza.
-Ok y ¿cuanto junto? ¿cuanto les va a pagar?- la sangre me hervía preguntando esto. Seguía sin entender como estos estúpidos creían que negociarme era una opción en su vida o en la vida de alguien.
-No sé.....y no sé si te lo diga el jefe. Pero tu tranquilo que esto ya se acabó. Le van a aceptar lo que tenga.- me dijo tranquilamente y se fue.
Mi escepticismo no desaparecía, pero decidí dejar la "puerta abierta". No estaba dispuesto a caer en otra de sus trampas mentales que tanto les gustaba hacer pero, la verdad, es que quería creer con toda mi alma que fuera verdad lo que me decía el desgraciado. Quizá el cuarto ya no olía tan mal después de todo.
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30 de Agosto del 2003, 7:48 pm
Mi padre contestó su celular.
-¿Bueno?-
-¡Que pasó hijo de tu puta madre!- soltó el jefe. -¿Cuanto juntaste ya?-
-Señor tengo lo más que he podido juntar, he hecho todo lo que puedo para lograr sus exigencias...
-¿Cuanto?- Demandó el jefe
-Doscientos cincuenta y cinco mil pesos.- Contestó mi padre tembloroso.
-Ya no tengo tiempo de estar esperándote, tengo mucha gente que levantar... esto es un negocio, así que vamos a hacer esto de una vez. Pon mucha atención..¿me estas escuchando?-
-Si señor lo escucho.- Mi padre se esforzaba por no mostrarse nervioso por tal comentario del jefe de aceptar la propuesta. La excitación tendría que esperar un poco.
-Lo primero que vas a hacer es irte a Veracruz (puerto) con la lana, ¿me entiendes?-
-Si señor lo entiendo.- Respondía mi padre.
-Te vas para allá mañana tempranito a las 6 de la madrugada y esperas mis instrucciones. ¿ok?-
-Si señor, entendido...- Mi padre no terminaba sus frases.
-¡Te vas solo cabrón! nada de policía y esas chingaderas, no quiero que la vayas a cagar, llevamos mucho tiempo en esto y tengo muchas cosas que hacer y mucha gente que levantar, ¿entiendes?.- Le repetía.
-Si entiendo bien...- Contestaba Walid cuando volvía a interrumpirlo.
-Sale, si esto sale bien te regreso a tu hijo.- Afirmaba el jefe.
-Si señor, me voy y espero a que me...- la llamada se cortó.
-....-
Walid vió el auricular sin vida mientras se terminaba de cortar la llamada.
Mi familia no podía creer que se podría tratar de la etapa final del secuestro. Un brote de esperanza llenaba el cuarto donde estaba mi padre y mi madre pero un nuevo sentimiento de nerviosismo profundo se creaba ahora. Pero no era para celebrar todavía. La cosa no terminaba y mi padre debía emprender la etapa más difícil del secuestro. El solo hecho de viajar con dinero era peligroso mas aún tener que entregarlo. Con seriedad y madurez recibió consejos del asesor de la AFI y emprendió su viaje a la hora ordenada. No se podía perder ni un segundo. Mi madre podría volver a recibir una llamada, así que debería mantenerse con todos los sentidos alerta y quedarse en Orizaba en contra de todo lo que le decía su instinto.
31 de Agosto del 2003, 6:00 am
El trayecto a Veracruz fue el habitual, los mismo 128 km de siempre, con los mismos baches de siempre. Era una viaje que tenía que hacer solo, los agente de la AFI no intervienen en esta etapa del secuestro y te rascas con tus uñas. Durante el viaje mi padre se sintió muy nervioso, le temblaban las manos y no podía manejar bien. Divagaba en el pensamiento que suponía este viaje y la presión a la que se sometía. La vista se le nublaba y mejor decidió detenerse. Llevo sus manos a la cara, se talló los ojos esperando una mejora. Estaba a unos 15 kms del Puerto de Veracruz. Respiró profundo y susurró "Tranquilo Walid, tranquilo" pero no surgía efecto. Tomo su teléfono móvil y llamó a Peter, el agente de la AFI.
-¿Peter?-
-Si Sr. Walid.-
-No puedo, no puedo hacerlo, ¡estoy muy nervioso!- aclamaba mi padre.
-Walid, es normal, intenta tranquilizarte.- Decía suavemente Peter.
-No puedo...- reclamaba mi padre. -¡Podría salir algo mal!-
-Walid, tranquilo, no te preocupes buscaremos una solución ¿ok?- Tranquilamente contestaba Peter. -Respira tranquilo y profundo, todo va a salir bien.-
-Esta bien Peter...- contestó mientras tomaba otro gran respiro; oír la tranquilidad de Peter lo calmó un poco.
-¿Dónde esta? ¿Ya esta en Veracruz?-
-No, estoy cerca, a unos 15 km.-
-Ok, cuando llegue a Veracruz descanse mientras recibimos instrucciones. Voy a hacer una llamada y le marco de regreso.- Le comentó el asesor.
-Ok Peter, muchas gracias.-
Durante unos tres minutos mi padre intentó tranquilizarse y momentos después su respiración era mas tranquila, el nerviosismo seguía ahí pero más controlado. Cuando sonó el teléfono Walid pegó un pequeño brinco y se apresuró a ver el identificador de llamadas, era Peter.
-¿Sr. Walid?- la voz apresurada pero en control.
-¿Si Peter?-
-Hable con el doctor interno de la organización y nos esta recomendando algo que tenemos que solucionar de inmediato.- decía Peter sin detenerse. -Esta recomendando que usted no sea quien entrega el dinero por cuestiones de salud y para asegurar que la transacción se lleve a cabo de manera fluida debemos encontrar a alguien de confianza que este dispuesto a hacerlo.
-¿En serio? ¿debemos involucrar a alguien más para algo así?- dudaba Walid la sugerencia de Peter.
-Si Sr. Walid, así es. ¿Quien cree usted que pudiera ayudarnos? Debe de ser alguien que conozca Daniel, seguramente le preguntaran sobre esta persona.- argumentó el agente.
-¡Caray! Déjame pensar...podría ser el chofer de la fábrica o alguno de sus primos.
-Si claro, o alguien en que usted confíe. ¿un amigo de Daniel?
-Tendría que hablar con Alejandro, su primo y que él nos recomiende a alguien.
-Ok hágalo y me llama lo antes posible Sr. Walid.-
Los primeros tres intentos fueron fallidos hasta que Alejandro contestó. Eran las 6:45 am del Domingo 31 de Agosto del 2003. Alejandro se había acostado cerca de las 5:00 am.
Sigo después.
DEC 10
Cap 27. La hora de la verdad parte 2
31 de Agosto del 2003, 6:45 am
-¡Â¿Alejandro?!-
-¿Sí?...¿quien habla?- contestaba mi primo con los ojos cerrados.
-Tu tío Walid.-
-Ah... tío, ¿qué pasó?- contestaba Alejandro con voz ronca y desgastada. La noche anterior había sido de jarra. Él y unos amigos se habían desvelado en algún lugar de Orizaba. El tiempo de mi secuestro para mis amigos había pasado lentamente y aunque se mantenían pendientes de mí, no sabían mucho en realidad, así que una noche de copas para recordar a un amigo perdido no sonaba tan mal.
-Necesito que me ayudes.- apresuraba Walid a su sobrino.
-Claro...tío. ¿en qué puedo ayudar?-
-Ve a hablar con Adrian...tu amigo. Pregúntale si estaría dispuesto a ayudar.- solicitó Walid.
-Si por supuesto. Estoy seguro que sí ayudaría.-
-Ok. Entonces ve por él y tráelo al departamento de Veracruz.- instruía mi padre.
-Si tío. ¿a qué hora quieres que estemos allá?- preguntó mientras se sentaba en la cama que había empezado a guardar calor.
-......Ahora.- exigió sutilmente Walid mientras soltaba un suspiro.
-¿Ahorita?... sí tío, claro que sí.- Alejandro contestó mientras de un salto salía de la cama vistiendo solo boxers.
-Gracias Ale... te veo acá.-
-Si tío, voy para allá.- Alejandro se vistió con ropa limpia; unos jeans y una camisa de manga corta. Salió de su cuarto y despertó a sus padres para darles la noticia de su viaje. Victor, su papá, intrigado por lo que sucedía le pregunto si ya iban a soltar a su sobrino pero Alejandro se limitó a contarle solo lo que sabía. Ingrid, su madre le dio la bendición y un beso mientras Alejandro se despedía. Quince minutos después estaba tocando la puerta de casa de Adrian. Casualmente Adrian seguía despierto, platicando con su madre sobre su querido amigo que seguía perdido, aunque ésto parezca casualidad. No dudó ni un segundo para cambiarse la ropa y partir al viaje que marcaría su vida.
Cerca de las 8:50 am del mismo día se adentraban al departamento de Veracruz.
-Adrian...te agradezco mucho que hayas venido.- afirmaba Walid.
-Señor, lo que sea por Daniel.- decía Adrian convencido de ayudar.
-¿Adrian, te parece si repasamos lo que vamos a hacer?-
-Si claro señor.-
Adrian y Walid repasaron lo que podría suceder posteriormente y cómo debería de mantener la calma en todo momento. Peter había dado indicaciones a Walid de como guiar a Adrian en una situación así; lo que facilitó el ejercicio. No tardaron mas que unos minutos para que Adrian entendiera lo que acontecería en este día.
Walid al ver a Alejandro y Adrian y el "estado" en el que se encontraban les dijo que se fueran a una recamara a dormir un rato. Ya les avisaría cuando fuera el momento.
Unas cuatro horas mas tarde sonó el teléfono de Walid. Era el jefe. -¿qué paso cabrón, ya estas listo?-
-Señor, ya tengo todo, solo que no puedo entregar el dinero yo. Pero tengo quien lo haga-
-¡Â¿De que me hablas hijo de tu puta madre?!- demandaba el jefe.
-Señor, mi doctor no me permite exponerme a una situación así, dice que podría sufrir un paro cardiaco por la adrenalina y pondría en riesgo la entrega.
-Hijo de tu chingada madre, ¿qué crees que soy pendejo?- el jefe suponía que algo así podría suceder pero tenía que seguir en su papel.
-No señor.- esta vez interrumpía Walid. -La persona que va a ir es un amigo de Daniel, de toda mi confianza.-
-Ajá......mira......- algo de silencio suponía que el jefe pensaba en algo. -¿me das tu palabra cabrón, que es de confianza?-
-Si señor, le doy mi palabra.- contestaba Walid con voz temblorosa. Las manos le sudaban esperando de miedo; miedo a que el jefe no aceptará su propuesta.
-Ok cabrón, ¿como se llama este vato?-
-Se llama Adrian.- contestaba Walid.-
-¡Â¿Adrian que?!-
-Adrian Aguilar-
-Dame sus generales...¡rapidito!-
Walid comenzó a describir lo mejor que pudo a Adrian, su estatura, color de pelo, ojos, facciones y todo lo que pudiera identificarlo. Cuando terminó el jefe le dijo que esperara una nueva llamada. -Hijo de la chingada, mas te vale que esto salga bien. Te esperas a que te vuelva a llamar.-
El teléfono había despertado a Alejandro y Adrian y estuvieron presentes mientras se llevaba a cabo pero después de la llamada Walid les dijo que regresaran a descansar, ya se estaba en marcha el plan.
************************
31 de Agosto de 2003, 7:00 am
-¡Daniel! despiértate.- me decía una voz irreconocible.
-...¿Que pasó?- contestaba mientras oía como se movían dentro de la habitación dos personas a las que no podía ver por la cortina que dividía mi cama del resto del cuarto. Estaban adentro de la habitación y no los había oído entrar. Me sente en la cama.
-¿Ya estas bien despierto?- la irreconocible voz se convertía en la horrible voz del jefe.
-Si ya.- contesté con algo de miedo dado lo inusual de la visita.
-Ya estuvo Danielito, ya se va a hacer esto.- algo en la voz del jefe me decía que iba en serio pero decidí dudarlo.
-¿Ah sí? Pues ya era hora.- conteste con algo de sarcasmo.
-Eso digo yo.- reclamaba el jefe por encima de mi todo burlón. -Vas a hablar con tu mamá cabrón y le vas a preguntar si tu papá ya se fue a Veracruz y a qué hora.-
-Ok señor.- ¿mi mamá? pensé.
-¿Entendiste?- dudaba el jefe.
-Sí entendí perfecto.-
-Tápate.- me exigió otra voz, ésta vez era José.
Inmediatamente me tape bien los ojos con el gorro negro tejido y encima los gogles de plástico. Cuando dí la indicación de que estaba listo abrieron la cortina y empezaron la marcación. -Acércate a la orilla de la cama.- me indicó José. Así lo hice tímidamente poniendo mis manos entrelazadas y entre mis piernas, como una posición de niño regañado. El teléfono empezó a marcar y cuando mi madre contestó la llamada me pusieron el teléfono en la oreja. La voz de mi madre fue dulce para mis oídos. Oírla después de tanto tiempo me estremecía profundamente y me volvía a sentir como su pequeño hijo.
-¿Ma?-
-Si Dany...- contestaba tranquilamente.
Sin medir ninguna consecuencia en ese momento decidí poner todo en pausa y le pregunte:
-¿Cómo estas?- pregunté tranquilamente.
Fuera del estricto protocolo ajustado en tiempo me tome la libertad de preguntarle a mi madre como estaba. No me importaba lo que podría suceder y aunque a los secuestradores no les interesó mucho para mi fue un momento de tremenda emoción.
-Bien papito- contestaba mi madre esperando algo más-
-Ehhh... ¿má?... ¿ya salió mi papá?- pregunté lo que ella esperaba.
-Si Dany, ya salió.- contestó mi madre reservada de más palabras. estaba asustada por la llamada y tenía que ser muy cautelosa con sus respuestas. Lo hacía muy bien.
-¿A qué hora salió?- volví a cuestionar.
-Hace como una hora Dany.
-Ok má. Gracias.- Podía seguir hablando con ella todo el día.
Con éste último "gracias" el jefe entendió que había terminado mi valiosa colaboración de dar la tan esperada Prueba de Vida. Una vez cumplido, esto me convertía en peso muerto para los malditos secuestradores. Pero yo sabía, entonces, que el infierno estaba por terminar, de una manera u otra.
Me quitaron el teléfono. -Muy bien Daniel.- afirmó el jefe. - Vamos a trabajar, viene lo mas difícil. Tú te esperas aquí y ponte a rezar para que todo salga bien.-
-Si señor.- contesté con algo de alegría.
-Échate pa tras.- indicó José y así lo hice. Me recargue en la pared y recogí los pies. Oí como cerraban la cortina, salían del cuarto y cerraban la puerta. Me quité los gogles y el gorro y respiré profundo para intentar relajarme. El día tenía pinta de intenso y tenía que prepararme para lo que fuera. Supuse que el jefe iría a otro lado a seguir trabajando, no pondría nunca en riesgo la casa de seguridad en donde me encontraba, pero José no fue a ningún lado; se quedó, como siempre, a medio-atenderme, ya se había convertido en una práctica usual desde hace varios meses dejarme solo por mucho tiempo y este día no había sido la excepción probablemente mas que cualquier otro día no hubiera querido tener que contestar mil preguntas mías pero no importó, yo me mantuve pendiente de cualquier acontecimiento y algo escéptico de la realidad.
11:48 am
Unas horas después de la última visita del jefe, ya completamente despierto y desayunado, gracias a José, me encontraba viendo la TV como de costumbre cuando tocaban a mi puerta una vez más. Seguí mi protocolo y entraron al cuarto José y el jefe. -Daniel aquí esta el jefe.- me indicó José.
-Ay Danielito, esto se está poniendo color de hormiga.- entonaba el jefe burlonamente. -¿como ves que tu papá no quiere entregar el dinero? ¡se echo para atrás!- seguía. -¿Qué será que ya le vales madre?-
-No lo creo señor.- interrumpí mientras mi corazón se aceleraba incrédulo de lo que oía.
-Pues así esta la cosa. ¿Que vamos a hacer? Ya no sé que hacer con el cabrón de tu papá, le deje bien clarito lo que te iba a pasar si no pagaba.- continuaba el jefe y mi desesperación crecía.
-Señor...¡déjeme hablar con él! ¡le suplico!- verdaderamente lo intentaba convencer, cosa que no funcionaría.
-No quiere entregarlo, dice que anda malo del corazón.-
¿Del corazón? pensé. ¿Será algún mensaje? no entendía. -No sabía.- fue lo único que pude decir.
-¿Quien más puede entregar el dinero?- me cuestionó el jefe.
Mi mente acelerada no sabía tal respuesta. -No...no lo sé señor.-
-¡Piensa!- alertó. -Y rápido que no hay tiempo.-
-Ehh...mi tío Victor, mi primo Alejandro. Alguno de ellos.- contesté temeroso de involucrarlos.
-No. Alguien que no sea familia.- me corrigió.
Solo podía pensar en una persona. Orlando el chofer de la fábrica. Pero fue inútil mi sugerencia una vez que lo describí.
-¿Quien mas?.- exigía el jefe que ya conocía mi respuesta. -¿Algún amigo?
-Ehh...Adrian.- sugerí.
-¿Adrian que?-
-Adrian Aguilar.-
-¿Cómo es? ¡Descríbelo!-
-De mi estatura, pelo negro, ojos negros.- contesté.
-¿Qué más?- demandó el jefe.
-Pues, no sé...piel blanca.-
-Muy bien, dime algo que solo tú y él sepan.- me pidió el jefe, lo cual me puso a pensar en algún detalle que seguramente le preguntaría a él para determinar su identidad y se me dificultaba con tanto nerviosismo. Me fue difícil pero pude encontrar un detalle personal importante en nuestras vidas, que no voy a detallar, ocurrido hace mas de 15 años, cuando teníamos 13. La respuesta era Teresa.
-Ok y ¿crees que sea capaz de seguir instrucciones y entregar el dinero?-
-Si señor seguro.-
-Muy bien Daniel. Con esto vamos a darle otra oportunidad a tu papá de pagar. ¿Cómo ves?- decía el jefe mientras se levantaba de la silla que había tomado al llegar.
-Ok señor, gracias. Ojalá todo salga bien.- contesté, para asombro del jefe, que les deseara suerte pero no podía yo pedir menos que eso, suerte.
-Eso esperemos.- contestó. -Por tu propio bien.-
-Si señor.- y así terminando la intervención paradójica se fueron y me dejaron solo una vez más. Ahora más tranquilo de haber podido "ayudar". Volví a mi posición de cama-TV y esperé.
************************
4:00 pm
El teléfono de Walid volvió a sonar cuando se encontraba en la sala con Adrian y Alejandro perdiendo el tiempo, viendo la TV, esperando. Los tres se pusieron de pie y Walid contestó después de dos timbres. El jefe le exigió hablar con Adrian. Él y Alejandro estaban pendientes de lo que Walid contestaba cuando de repente volteó para verlo aún con el teléfono en la oreja y una mirada de esperanza. Adrian sintió escalofríos. Walid le pasó el teléfono a Adrian que con ademanes preguntaba si debía tomarlo y moviendo el teléfono en su dirección Walid se lo pasó. -¿Bueno?.- contestó Adrian.
Sigo después.
DEC 23
Cap 28. La hora de la verdad parte 3
31 de Agosto del 2003
Adrian estaba muy nervioso. Pero logro escuchar detenidamente al jefe de la banda mientras le hacia preguntas para identificarlo hasta que los nervios lo traicionaron.
-¿Como se llama la mujer que...(omito verdades)...hace 15 años?- preguntaba el jefe como último cuestionamiento clave.
Adrian pensó unos segundos e impacientemente contesto: -¡Martha!
Perplejo el jefe al otro lado del teléfono le dijo -¿qué?
-¿Martha?- contesto preguntado Adrián.
-Esa no es la respuesta cabrón.- decía el jefe.
-¡Es que ya no me acuerdo!- se justificaba Adrian ahora mas nervioso.
-Piénsale pendejo que la vida de tu amigo esta en juego.
Puta madre pensaba Adrian tratando de acordarse de tan magno evento en nuestras vidas. La mente le daba vueltas en aquel lugar en donde estuvimos de adolescentes, imágenes de la mujer aparecían frente a él pero no lograba encontrar en sus memorias el nombre que le exigían. Las manos le empezaban a sudar; pensaba que todo se podría ir a la mierda si no hacía su parte, estaba fallando a su amigo y todo por un nombre. Pero fue un instante, un microsegundo en el que Dios lo iluminó y gritó al teléfono: -¡Teresa! sí ¡Teresa!- exclamó aún con temor a equivocarse.
-Exacto cabrón.- dijo el jefe. -Pasaste la prueba.
-Ok señor.- contestó Adrian aliviado de no ser él quien echara a perder todo.
-¿Qué teléfono vas a traer?- dijo el jefe.
Adrián voleaba a ver al agente mientras éste le señalaba el mismo aparato por donde hablaba. Adrián contestó que ese mismo teléfono utilizaría.
-¿Qué coches hay?- cuestionó ahora el jefe.
El agente, que escuchaba la conversación en otro aparato sofisticado de la AFI, le indicó que un Honda Civic plata. Adrián indicó eso.
-Muy bien, prepárate, en media hora espera mi llamada.
La llamada terminaba y Adrián se dirigió al baño. Cuando salió lo esperaba en la sala el Agente y Walid con una bolsa tipo salchicha de color negro. Se la entregaron a Adrián y calculó que pesaba unos 12 kg. El agente de dio instrucciones a Adrián de tener la maleta consigo todo el tiempo, que la pusiera adelante bajo el asiento del pasajero. Le entregaron algo de dinero en efectivo por cualquier contratiempo adicional y le instruyeron que bajara al estacionamiento.
Adrián estaba abajo esperando la llamada que llegó exactamente 30 minutos después.
-¿Donde estas?-
-En el estacionamiento, dentro del coche.-
-Dirígete hacia el aeropuerto.- indicó el jefe.
-¿Por donde me voy?- preguntó Adrián.
-Por donde se te de la gana.- terminaba diciendo el jefe cuando colgó la llamada.
Adrián arrancó el vehículo plateado para iniciar la aventura mas tenebrosa de su vida. Un destino incierto. Su valentía lo mantenía tranquilo pero sobre todo el anhelo de ver a su amigo y formar parte del rompecabezas lo mantuvo alerta. No sabía lo que vendría pero estaba preparado.
Después unos 25 minutos Adrián recibe otra llamada del jefe. -¿Por donde andas?-
-Cerca de Tamsa- contestó Adrián.
-Acelera porque necesito que llegues lo antes posible al crucero de Santa Fe- le indicaba el jefe con voz algo nerviosa.
-Ok, voy-
-¿Por donde vas ahora?- preguntó inmediatamente el jefe.
-Sigo por Tamsa, no me deja pasar un autobus.
-Apúrate, ¡rebásalo, rebásalo!
-Ok, ya.
-Síguete derecho, ¿ya ves el crucero?
-Si, ya lo veo, estoy cerca.- dijo Adrian.
-¿Ya viste la gasolinera?
-Si ya la vi.-
-Ok, baja la velocidad, ¡bájale, bájale!
-Ok, ¡ok!
-Vas a ver un letrero que dice "Xalapa 92km" y ahí te paras, abajo de éste hay un paquete para ti, bájate por eso pero no apagues el coche.- indicó el jefe y colgó.
Adrián se detuvo precavidamente en el acotamiento junto al letrero. Se bajó del coche y caminó hacia él donde la hierba crecida rozaba sus rodillas y justo abajo del letrero indicativo de la distancia de la capital del Estado encontró una bolsa de plástico azul que tomó y apresuradamente regreso al vehículo. Los nervios ahora se hacían presente al querer desatar el nudo de la bolsa con un contenido incierto. Tuvo que romperla. Dentro de ella encontró otra bolsa, ahora se trataba de una de Oxxo, un tienda de conveniencia, que también rompió. Dentro de esta otra había un caja de un móvil de Telcel. Ésta la pudo abrir fácilmente y encontró un teléfono Qualcomm, con apariencia de ladrillo, de fabricación 5 o 6 años atrás. Un pequeño suspiro dejo salir los nervios de Adrián al ver que no se trataba de otra cosa. Lo prendió. Al terminar de encender el teléfono puso marcha en el Civic y siguió derecho. El camino se volvía solitario envuelto en cañales. Unos 10 minutos después de recoger el paquete, el teléfono sonaba por primera y única vez.
-¿Me escuchas bien?- preguntó la voz inconfundible ahora para Adrián.
-Si lo escucho bien.- respondió Adrián nerviosamente.
-¿Por donde andas?-
-Por un motel.-
-Regrésate, date vuelta en U, y vete hacia a Veracruz por el mismo camino.- le exigió el jefe.
Adrián lo hizo inmediatamente y se encamino al nuevo destino del laberinto. Durante el trayecto y hasta la ubicación de la cabeza Olmeca, que se encuentra en la entrada de la ciudad denotando una de las culturas que habitaba la región siglos atrás, el jefe le preguntó a Adrian, en varias ocasiones, su ubicación. Llegando a este punto le preguntó cual era su vestimenta mientras le indicaban que acelerara, frenara, acelerara, frenara y así varias veces con el pretexto de ubicarlo puesto que estaba siendo observado. Del mismo modo los delincuentes se cercioraban que no viniera escoltado por la policía. En el fondo del auricular Adrián podía oír el ruido de vehículos y de viento soplando en el micrófono del otro móvil, el mismo ruido que él oía mientras manejaba. Debían estar cerca. Muy cerca.
Llegando al retorno de la Boticaria le indicaron que se regresara por el mismo camino hacia el aeropuerto. Una vez más volvía al mismo camino que había recorrido. Acelerando y frenando conforme se lo exigían seguía su camino, pero esta vez presionaba una diferencia.
-Ahí vete tranquilito, tranquilito.- le decían.
-Ok ok.- contestaba Adrian mientras pasaba enfrente de un conjunto habitacional que se encontraba a su derecha. Una torre de agua muy alta se imponía en la entrada de este enorme desarrollo de clase media baja. Al mismo tiempo que escuchaba las demandas de las gárgolas, Adrian no pudo evitar mirar hacia las casas y pensar en su interior "Ahí podría estar mi amigo" y llenarse de nostalgia. Pensaba si lo volvería a ver y si su esfuerzo significaría algo. Justo al límite de este conjunto volvió a escucharlos.
-¡Vete frenando! poco a poco, frena, frena...¡¡¡Da vuelta a la derecha!!!- le gritaban.
En ese momento Adrian giraba el auto a una estrecha calle de terracería que se dirigía en dirección de las casas y a un pequeño edificio de la compañía municipal de agua SAS. A media calle cruzaban las vías, por ambos lados un estancamiento de agua con mucha hierba crecida daba la apariencia que era un lugar olvidado por las autoridades. Justo cuando terminó de cruzar las vías, a unos 40 metros de la carretera que circulaba, le ordenaron que se detuviera.
-¡Ahí parate! ¡frénate! ¡ya ahí cabrón!- exigieron.
Adrian detuvo el auto.
-¿Dónde tienes el dinero?- preguntaba el malandro nervioso y urgente.
-Aquí junto de mí, en el suelo de auto.- contestó, la calle no ofrecía una escapatoria fácil en caso de requerirla y Adrian evaluaba sus alternativas.
-Agarra la bolsa y aviéntala por tu ventana, ¡¡¡ahora, ahora!!!- gritaba el estúpido al otro lado de la línea.
Adrian hizo lo que le pidieron, arrojo la bolsa lo mas lejos que pudo del auto y les dijo que lo había hecho.
-Ahora lárgate, ¡en reversa! ¡en reversa, métele!- gritaba.
-Si ya voy.- contestaba Adrian alterado mientras metía la reversa e intentaba salir de ese camino.
-¡Ya! ¡dale, dale!- volvían a pedírselo. -Ya vete de regreso, ¡córrele!
Adrian aceleraba mientras el coche retrocedía a gran velocidad hacia la carretera que cruzaba perpendicularmente a su posición. Con miedo de colisionar con algún otro vehículo bajo un poco la velocidad para entrar de reversa a la avenida y frenar rápidamente para poder poner la marcha hacia adelante. Mientras lo hacía la línea se cortaba. El fin de la conversación había llegado. Adrian aceleró el auto para dirigirse al puente que lo llevaría de regreso a Boca del Río al departamento de Walid. Había hecho su parte.
Ahora más tranquilo, respiraba profundo y exhalaba el aliento lleno de adrenalina satisfecho de su participación. El camino de regreso fue de meditación. Ahora solo había que reportar el evento con el agente y esperar mi regreso pronto. Todo se dio de esa manera excepto una cosa...mi pronta aparición.
continúo...
Beatriz 26 Oct, 2021 - 05:35
En espera del final
Elvia González Torres 07 Oct, 2021 - 21:36
Hola Daniel ! en espera del final de tu historia
te mando un fuerte abrazo
Elvia Gonzalez Torres 30 May, 2019 - 11:08
30/05/19
Hola Daniel, admiro tu fortaleza, me impacto tu historia.
En espera del ultimo capitulo
Un abrazo fuerte para ti.
Elvia González Torres
Marietta 09 Dic, 2016 - 23:49
Me tuvo varios dÃas leyendo su historia, ya que lo hacia por momentos cortos debido a mi trabajo y hoy (09/dic/2016), termino lo escrito en este blog y pone "continúo" y ya no hay más texto!!, dónde está la terminación, el encuentro con su familia?.
Urge!, digo, ya pasó un año, pero, estoy en "ascuas", más que esperando los capÃtulos del Señor de los Cielos. jaja
Gracias.
MARIA PAULA RAMIREZ 13 Ene, 2016 - 17:24
TU HISTORIA ME GUSTO MUCHO CREO QUE ERES UNA PERSONA MUY FUERTE PARA HABER SALIDO ADELANTE DESPUES DE ESTA EXPERIENCIA.
Laura 08 May, 2015 - 22:59
No!!! Y luego??!!
Juan 13 Abr, 2015 - 18:20
Que Valor el suyo, Admirable! Pero En que termina?? Podremos ver como termino??
M. Carmen 07 Abr, 2015 - 01:56
Impactante vivencia, serÃa bueno, saber como término ésta, porque definitivamente le cambió radicalmente la vida... Y eso le de una visión diferente como polÃtico.
Mucha suerte
beatriz 06 Abr, 2015 - 20:07
Que impactante!! M gustaria saber el desenlace
Antonio Roldan 06 Abr, 2015 - 07:19
En q termina?
admirable su valor en esta experiencia tan terrorifica 06 Abr, 2015 - 05:30
Daniel 06 Abr, 2015 - 03:16
Animo tocayo! Con todo para tu candidatura
MARIA LUISA COTRERAS S. 05 Abr, 2015 - 21:41
Estas vivencias, le debieron haber dado una gran fortaleza como ser humano, y no es el mismo que el antes y después, seguramente.
Daniel Zairick 05 Abr, 2015 - 00:03
Un abrazo afectuoso a mis amigos de blog.Expediente.mx