El alma en vilo en Sanborn”™s
•Si un empleado del restaurante quiebra una flor y/o rompe una taza, un plato y/o un florero, la orden de Carlos Slim es que se les cobre sin piedad ni contemplación alguna
Carlos Slim Helú, con Bill Gates, son los hombres más ricos del mundo.
La fortuna de Slim, por ejemplo, asciende a 72 mil millones de dólares según Forbes.
Bastaría referir que antier se convirtió en el socio mayoritario de The New York Times, que con The Washington Post, son los dos periódicos más poderosos y de mayor circulación en el mundo, luego, en tiraje de un
Luis Velázquez
diario japonés de nombre, claro, impronunciable para un azteca.
Pues bien, los empleados de Sanborn's viven entre la incertidumbre y la zozobra, y un miedo atroz, creciente, a los gerentes de Slim, por supuesto, porque tal cual es el magnate, quien iniciara su fortuna vendiendo dulces a los ocho años de edad a los compañeros en la escuela primaria.
Y, bueno, de igual manera como por ejemplo la fama pública consigna que paga una miseria a los trabajadores de su canal televisivo Uno de México, en el caso de los empleados de Sanborn”™s el terror parte de lo siguiente:
Si el encargado de la bodega, por ejemplo, donde guardan la materia prima, quiebra una flor natural de las que colocan en las mesas del restaurante, y/o en todo caso, la flor se seca, en automático se las cobran a 15 pesos cada una.
Y si por ejemplo rompen una taza se las cobran a 40 pesos.
Y si un florero chiquito, hechos para exhibir una sola flor, 30 pesos.
Y si un cliente descubre una mosca que anda por ahí rondando, entonces, el gerente general se va contra el capitán de los meseros y/o contra el gerente del restaurante, y según sea el tamaño de la mosca y el tiempo que ande brincando de plato en plata es el descuento que le aplican a su sueldo.
Así, cuando tales hechos y circunstancias, entre otros, ocurren, el empleado presunto culpable se pone a rezar para que el asuntito pase inadvertido, porque de inmediato sabe que repercutirá en su pago quincenal.
Viven, entonces, los trabajadores, la mayoría mujeres, con el alma en vilo, a cambio de un pago quincenal con salario mínimo, soñando con la generosidad de la clientela para una propina generosa que, además, y como lo establece la ley sindical, se reparte entre todos, incluido el personal de cocina y limpieza.
Por eso es que Slim, además de su genio financiero para los negocios, es uno de los hombres más ricos del mundo en un país, como México, donde el 60, el 70 por ciento de la población oscila entre la miseria, la pobreza y la jodidez, y entre el desempleo, el subempleo con salarios de hambre y la migración a la frontera norte y Estados Unidos.
EL HOMBRE MíS TRISTE DEL MUNDO
Slim se ha construido la fama pública del hombre más sencillo del planeta no obstante su riqueza cuantiosa.
Un día llegó al café de La Parroquia, en Boca del Río, y pidió una Zaraza y como era temporada turística ya se habían agotado y cuando le dijeron se volvió el hombre más triste de los cinco continentes.
El biógrafo asegura que su generosidad es tan inmensa que en las plazas comerciales donde tiene un Sanborn”™s ha construido un edificio alterno con cientos de computadoras con internet gratis para los estudiantes de limitados recursos.
Una noche en que secuestraron a uno de los nueve hijos de don Julio Scherer García, Slim le prestó 200 mil pesos para el pago del rescate exprés que los plagiarios pedían por su hijo.
Pero de igual manera como salió al rescate de The New York Times y les prestó 250 millones de pesos a una tasa de interés de 14 por ciento, es decir, intereses muy altos, también suele tratar a los trabajadores de Sanborn”™s que todos los días llegan a la chamba rezando para que ni una flor se les rompa ni el florero ni una taza, porque entonces, ni modo, irá con cargo a su salario.
Claro, dirán los empresarios, Slim tiene razón. Pero si tal fuera, aquí sólo se ha contado la historia de una relación obrero patronal en un país con una terrible y espantosa y creciente desigualdad social, económica, educativa, de salud y de seguridad.