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28 diciembre, 2014

Rí­o Blanco, cementerio flotante de carteles

•Desde hace tres años, decenas de cuerpos de ejecutados son tirados en el río Blanco, que baña los pueblos desde la montaña hasta el Golfo de México

•Maniatados, descarnados, putrefactos, con huellas de tortura, impactos de bala, atorados entre las ramas, raíces, troncos y ramas

•Desde Orizaba, pasando por Naranjal, Cuichapa, Omealca y Cuitláhuac, en el río han flotado cerca de unos 50 cuerpos, algunos identificados

•En la revolución, los realistas colgaban los cadáveres en los árboles a orilla del camino para intimidar a los campesinos. Ahora, en el río del terror

Laura Rojas

Desde la Zona Centro de Veracruz.- Maniatados, descarnados, en estado de putrefacción, con huellas de tortura e impactos de bala, y atorados entre ramas, raí­ces, troncos o rocas, así­ han aparecido decenas de cuerpos de ejecutados en el rí­o Blanco, al menos en los últimos 3 años. Entre ellos un hermano del alcalde del municipio de Camarón de Tejeda.

Convertido en “cementerio” público, el rí­o Blanco es testigo mudo de decenas de personas que en los últimos años han sido arrojadas a sus aguas; tal vez con vida o ya muertos, después de ser torturados, los cuerpos, en su mayorí­a de hombres, han sido tirados en algún punto que hasta hoy es un misterio. Desde Orizaba, pasando por Naranjal, Cuichapa, Omealca y Cuitláhuac, este rí­o ha sido receptor de casi 50 muertos en los últimos años; muertos que al principio parecí­an ahogados, y que con el paso del tiempo se fueron tornando en ejecutados.

Muchos de los cadáveres han sido identificados por sus familiares, gracias a elementos como tatuajes, vestimentas, o algunos rasgos caracterí­sticos de las personas. Otros cuerpos, que nunca fueron reconocidos, tuvieron que ser enviados a la “fosa común” en diferentes municipios asentados a lo largo del afluente, según la zona donde han sido localizados. Otras ví­ctimas aún, se cree que han sido arrastradas por la corriente, para nunca más ser encontradas.

Por las condiciones del lugar, casi siempre son campesinos quienes avistan los cuerpos, lo mismo flotando a orillas del rí­o, que atorados en alguna rama o troncos que son jalados por la fuerza del agua, y hasta en medio de las rocas, donde empiezan a ser devorados por las aves de rapiña. Con pocas horas de muertos, o ya putrefactos, los cadáveres localizados son sacados del rí­o por personal de agencias funerarias, voluntarios, campesinos, pobladores, bomberos, personal de Protección Civil y hasta policí­as municipales, quienes tienen que arriesgar sus vidas metiéndose, bien sujetos con cuerdas, a las partes profundas y entre la fuerza de la corriente, para desatorar a los muertitos, atarlos con reatas y luego llevarlos a la orilla, donde serán analizados de forma provisional por las autoridades, y después empaquetados en bolsas de plástico, negras, para ser trasladados al anfiteatro sin ser vistos por la gente.

Las diferentes agencias del Ministerio Público han integrado las investigaciones por cada uno de los hallazgos, pero sólo en unos casos han logrado, cuando mucho la identificación de las ví­ctimas, conocer los antecedentes, sus familiares, sus conocidos, pero no las circunstancias en las que fueron a parar al rí­o.

Hoy, algunas voces de han alzado, criticando a los nuevos modelos de seguridad de los distintos niveles de gobierno. Incluso algunos medios de comunicación, han criticado la incapacidad de las autoridades, para evitar la incidencia de este tipo de delito, que a últimas fechas pareciera haberse puesto de moda en esta zona.

LAS HISTORIAS

A finales de la década pasada se empezaron a conocer los casos de personas asesinadas y tiradas al rí­o. Luego, en los años subsecuentes los hallazgos fueron más frecuentes, pero el año pasado este fenómeno se agudizó, llegando a registrarse una cifra de alrededor de 40 cuerpos localizados, y todaví­a en este 2014 se mantuvo la incidencia, con al menos seis ví­ctimas. En la mayor parte de los casos, una constante fueron las huellas de tortura, ví­ctimas maniatadas, e incluso con orificios producidas por proyectil de arma de fuego.

Desde el año 2008, empezaron las ejecuciones de personas que eran lanzadas a las aguas del rí­o Blanco, y muchas de las cuales nunca aparecieron; luego, en los años posteriores, el 2013 fue uno de los más crí­ticos, ya que durante ese año, se calcula que aumentó considerablemente el número de personas localizadas en las aguas del rí­o, ya que se contabilizaron alrededor de 40 cuerpos, contra unas 6 que este año han sido encontradas.

Entre esos casos, se encuentra el de un elemento de la Policí­a Ministerial del estado de Puebla, que en el año 2008 fue plagiado por delincuentes, tras un enfrentamiento a balazos en el bulevar Córdoba-Peñuela, por el robo de un tráiler, donde un delincuente fue capturado. El policí­a, cuyos familiares llegaron del municipio de Cañada Morelos, en Puebla, para buscarlo y se manifestaron en el Palacio Municipal, cuando era alcalde Juan Laví­n Torres, estuvo desaparecido más de una semana, y el 30 de abril de ese año, apareció muerto, atorado en unas rocas del citado rí­o, amarrado de pies y manos.

Asimismo, el 7 de julio del año 2012, fue encontrado el cuerpo de Juan Sierra Guerrero, de 45 años de edad, con domicilio en la comunidad de Toluquilla. Luego de las investigaciones realizadas por el personal del Ministerio Público así­ como de los Servicios Periciales de la Procuradurí­a General de Justicia, se pudo lograr la identificación oficial de este hombre, quien fuera encontrado en estado de putrefacción, atorado entre unas rocas dentro del rí­o Blanco, a la altura de la comunidad de Toluquilla.

Posteriormente, entre el 2 y el 6 de agosto del mismo año, fueron encontrados los cuerpos de 4 jóvenes en las aguas del mismo rí­o.

El dí­a 6, en la comunidad Tres Encinos, en Cuitláhuac, fue encontrado Érick Sánchez López, de 27 años, originario de Paso Mulato, perteneciente a Omealca, mientras que el segundo cuerpo hallado horas más tarde atorado entre unas rocas en los lí­mites del rancho “Garma”, en la comunidad La Luz, fue identificado como Felipe Cadeza León, de 21 años, con domicilio en Toluquilla, perteneciente a Cuichapa. Ambos se encontraban en avanzado estado de descomposición.

Leticia Solí­s, esposa de Felipe Cadeza León, lo identificó por un bóxer del cual la mujer sabí­a la marca y talla. Ante las autoridades, dijo que su marido tení­a varios dí­as de desaparecido.

Jonás Sánchez Andrade padre de Érick, también comentó a las autoridades que llevaba algunos dí­as desaparecido, por lo que al acudir a una funeraria particular en Córdoba para realizar la identificación del cadáver se dieron cuenta de que se trataba de la misma persona.

Tres dí­as después, el cadáver de otro de los asesinados que fueron arrojados al rí­o Blanco, fue identificado por sus familiares que llegaron de la comunidad conocida como Puente Quebrado, municipio de Cuichapa.

El tercer cuerpo que fue reconocido y entregado a sus seres queridos, fue reconocido como Roberto Mazahua, de 24 años, con domicilio en la comunidad antes mencionada.

Los familiares de Roberto Mazahua, llegaron ante la agencia del Ministerio Público para realizar de manera oficial el reconocimiento de su familiar quien habí­a desaparecido de su casa cuando salió a convivir con otros amigos, sin embargo dijeron desconocer si tení­a alguna relación con los otros fallecidos que fueron aventados al rí­o Blanco.

En ese entonces, un cuarto cadáver que fue encontrado el 9 del mismo mes, un cuerpo con varios tatuajes, quedó depositado en la funeraria, como desconocido. Ese cadáver tení­a tatuado en el pecho el nombre de "David", así­ como otros tatuajes en los dedos de las manos y otro más en un antebrazo.

LOS MUERTOS DE ESTE AÑO

Entre los cuerpos que este año han sido encontrados en el rí­o Blanco, se encuentra el de un hombre, presuntamente torturado y ejecutado, el cual fue localizado el dí­a 20 de febrero, en las aguas del mencionado rí­o, a la altura de la localidad La Laja, perteneciente al municipio de Cuichapa. El cuerpo se encontraba en estado de descomposición, atorado entre unas rocas, no tení­a ropa, y se le apreciaron huellas de tortura.

Posteriormente, el 5 de marzo, en el mismo cuerpo de agua fue hallado el cadáver de otro hombre. La zona del hallazgo fue entre las localidades de Providencia y Toluquilla.

Esta ví­ctima era de entre 30 y 40 años, el cual tení­a el cabello rapado, y se presume que ya tení­a varios dí­as de muerto, debido a que se encontraba en estado de descomposición y flotaba en las aguas.

Otro caso similar del que también fue testigo mudo el rí­o, fue el que ocurrió el pasado 5 de mayo, a la altura de la colonia Úrsulo Galván, del municipio de Naranjal, donde campesinos que pasaron por la ribera, se percataron de la presencia de un hombre de entre los 50 y 55 años, y que inicialmente llegó a pensarse que se trataba del taxista Ví­ctor Romero Espinosa, de 59 años, el cual se encontraba desaparecido, luego de haber sido raptado por sujetos desconocidos, cuando manejaba su taxi, el número 296 de Córdoba.

El 14 de agosto, en estado de putrefacción fue hallado el cuerpo de una persona de sexo masculino, a orillas del rí­o Blanco a la altura de la comunidad de Jalapilla, perteneciente al municipio de Rafael Delgado, mismo que se encuentra en calidad de desconocido. Autoridades ministeriales se encargaron de dar fe de los hechos.

El hallazgo lo efectuó el campesino René Alberto Sánchez, quien reportó a la comandancia de la Policí­a Municipal, el cuerpo de una persona en estado de putrefacción en la ribera del rí­o Blanco, por lo que uniformados se trasladaron al camino vecinal Boquerón-Las Sirenas, de la congregación antes mencionada.

Al corroborar las palabras del labriego, dieron parte a las autoridades de la agencia del Ministerio Público del sector Sur de Orizaba, siendo el encargado de esta dependencia, Constantino Soto Castro, en compañí­a del oficial secretario Gustavo Cárdenas Osorno, quienes dieron fe del cuerpo del desconocido.

La mañana del 22 de septiembre otro cuerpo fue encontrado en estado de descomposición, atorado en el tronco de un árbol, a medio rí­o, a la altura del puente que comunica entre la cabecera municipal de Cuichapa y la localidad de Rincón de Buenavista

El cadáver que fue identificado como Milton Jair Padilla Luna, de 21 años y con domicilio en la colonia Nuevo Toxpan, en Córdoba, y cuyos familiares indicaron que tení­a una semana desaparecido.

Tras enterarse por medio de los periódicos, los familiares acudieron ante la Unidad Integral de Procuración de Justicia, y luego acudieron al anfiteatro, donde identificaron el cuerpo, gracias a los tatuajes que tení­a y a sus vestimentas.

EL HERMANO DEL ALCALDE DE CAMARÓN TAMBIÉN FUE ARROJADO AL RíO

El 17 de octubre el cuerpo de un hombre ejecutado fue hallado flotando en aguas del rí­o Blanco, a la altura del kilómetro 46 de la carretera federal Córdoba-Veracruz, cerca del rancho “Agua Escondida”, perteneciente al municipio de Cuitláhuac. La ví­ctima, tení­a visibles huellas de tortura, estaba maniatado y en avanzado estado de putrefacción. Era Juan Armas Balbuena, de 33 años, y con domicilio en la unidad habitacional Sección 23, de Potrero Nuevo, municipio de Atoyac, quien resultó ser hermano del alcalde de Camarón de Tejeda, Eduardo Armas Balbuena.

Ese dí­a, un campesino que pasó por el lugar se dio cuenta que en la orilla del rí­o se hallaba flotando el cuerpo del hombre, por lo que avisó a la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Cuitláhuac, cuyos policí­as llegaron al lugar, tras una travesí­a de más de una hora. Luego llegaron autoridades del Ministerio Público para realizar las inspecciones oculares y con ayuda del campesino, sacaron el cuerpo, que yací­a atorado entre unos troncos. El cuerpo fue identificado gracias a los ocho tatuajes que tení­a en el pecho y los brazos.

Juan resultó ser hermano de Eduardo Armas Balbuena alcalde de Camarón de Tejeda. “El Negro”, como era conocido, fue reconocido por sus familiares, al enterarse a través de los periódicos de que habí­a sido hallado un cuerpo en el rí­o, y al saber que Juan tení­a dí­as de estar desaparecido.

Según la necropsia de ley, la muerte del hermano del edil se debido a las fracturas múltiples, producto de la tortura que sufrió ví­ctima.

“El Negro”, a quien se le relacionó con varios hechos delictivos, como asaltos, fue velado en Potrero Nuevo. Conocidos y vecinos de la ví­ctima, reconocieron que era un joven implicado en hechos delictivos, pero se molestaron con la prensa por ventilar tales acontecimientos, y relacionarlo con el alcalde. Otras voces, aseguraron que los hermanos crecieron en condiciones diferentes, ya que Eduardo es conocido en Potrero Nuevo por ser una persona preparada y trabajador, que sacó adelante a su familia, mientras que “El Negro” siempre fue la parte rebelde sin causa, agresivo y difí­cil de controlar por su madre.

“CUANDO SACAMOS A UN MUERTO DEL RíO, YA NI SENTIMOS FEO”: EMPLEADO FUNERARIO

Durante cinco años, Inocencio ha trabajado como empleado funerario en la funeraria que por años, quizá décadas ha trabajado “de la mano” con los Servicios Periciales en Córdoba, por lo que ha estado en el rescate de varios cadáveres en el rí­o Blanco.

“Cuando sacamos a un muerto del rí­o, ya ni sentimos feo, aunque el cuerpo esté putrefacto, igual nos metemos al agua, lo sacamos de donde esté y lo llevamos a la orilla, para que las autoridades puedan verlo bien y analizarlo”, cuenta el joven de 38 años.

Hace 5 años, Inocencio no tení­a trabajo y lo invitó un amigo, ex chofer de la funeraria, para entrar a trabajar.

“Al principio no querí­a, lo pensé mucho, y terminé por entrarle. Ese dí­a me tocó un muertito y tuve que ayudar al médico legista para hacer la necropsia, me dio un poco de asombro ver un cuerpo abierto, pero aguant锝, narra un poco incrédulo.

“Chencho”, como es ampliamente conocido por agentes del Ministerio Público, peritos y agentes de la AVI, narra que “este año han sido varios los cuerpos que han aparecido en el rí­o, pero no tantos como el año pasado, cuando se contabilizaron unos 40, este año, si acaso habrí­a unos cinco o seis, muchos de ellos identificados por sus familiares, y otros, al no ser reconocidos se fueron a la fosa común”.

De todos estos casos, la Jurisdicción Sanitaria y el Registro Civil han tenido conocimiento, ya que la primera dependencia es la que emite los formatos para que sean llenados por los médicos legistas, y luego se repartan las copias entre esas mismas dependencias, el MP y la funeraria. Ahí­ se anotan las causas y condiciones de la muerte, y en el caso de personas sin identificar, se anota solamente la leyenda “desconocido”.

De las veces que ha ido a recoger muertitos, recuerda uno que estaba atorado a medio rí­o y que entre él y otro compañero tuvieron que entrar a desatorar, para luego sacarlo. “Ahí­ te tienes que aguantar el olor de la carne descompuesta, no puedes retirarte, no puedes soltar el cuerpo, porque se lo lleva la corriente y te puedes meter en una bronca con las autoridades”, dice.
También menciona que “cuando aparece un cuerpo, que tenga varios dí­as en el agua, es posible ver las marcas que tenga, por golpes, así­ como las heridas, también puede verse si son por bala, puñalada o simplemente golpes por las piedras. Eso, es muy diferente a los desgarres de carne que producen las aves de rapiña, roedores o peces”.


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