Veracruz, campeón nacional en varios rubros. A, feminicidios. B, secuestros. C, extorsiones. Y, D, fosas clandestinas.
La vida, en el despeñadero. Rodando hacia los Siete Círculos del Infierno.
Y, dos, la Fiscalía General. La tesis resulta irrefutable: a mayor impunidad, mayor delincuencia. Un círculo vicioso. “Atrapados y sin salida”.
Por ejemplo, 34 (treinta y cuatro) Colectivos, integrados con padre con hijos plagiados y desaparecidos, reclamando justicia.

PASAMANOS: Es el retrato de un Veracruz desgarrador. La vida, llena de sobresaltos en las horas del día. Y de la noche.
Secuestros, vaya, en el domicilio particular de las víctimas. Incluso, personas asesinadas en su casa.
Caray, bastaría recordar (y nunca está por demás) que en cuarenta días y cuarenta noches, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz (del primero de diciembre de1986 al diez de enero de 1987) y acabó con la famosa y temible “Sonora Matancera”, los carteles de entonces.
En el imaginario real y colectivo, la frase bíblica de García, el góber, cuando jurara y perjurando que en dos años pacificaría Veracruz.
Ta’gueno.

CORREDORES: En la SPP y la Fiscalía llegaron, todo indica, al principio de Peter. Nunca han podido ni pudieron.
Nadie dudaría de que se empeñaron en cumplir con el deber.
Pero al mismo tiempo, nadie dudaría de que la silla embrujada de la dependencia y los zapatos les quedaron grandes.
Y ni modo de creer, pensar, sentir, percibir, que los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malandros y malosos son más efectivos y eficientes y experimentados y fregones.
De por medio, la tranquilidad en el diario vivir. Y la seguridad en la vida y en los bienes.

BALCONES: En la SPP y la Fiscalía cuatro titulares en total. Dos en la SPP. Dos en la Fiscalía.
Y “haiga sido como haiga sido”, quienes ya se fueron partieron “sin pena ni gloria”.
Y quienes los sustituyeron se tiene la certeza de “palos de ciegos”.
Más, con un aparato gubernamental donde han participado todas las corporaciones policiacas. Incluso, federales.
La inversión privada, contraída por tanta incertidumbre en las cabeceras municipales y comunidades y rancherías y caminos y carreteras.
Caray, clientes de cafeterías en plazas comerciales asaltados y despojados de sus relojes, cadenas, anillos, pulseras, celulares, dinero en efectivo, tarjetas de crédito y hasta las bolsas de mano.

PASILLOS: La mancha del sexenio guinda y marrón.
El talón de Aquiles.
Como premisa universal, la medicina y la estrategia policiaca aplicada fue defectuosa.
Algo falló. Quizá los hombres y mujeres. Acaso los operativos. Quizá la información oportuna.
Acaso la experiencia. Quizá la coordinación intersectorial. Acaso “apretar tuercas” más allá de aquella política de los abrazos y besitos
Quizá el equipamiento superior de los carteles. Acaso la posible complicidad de jefes policiacos y policías.

VENTANAS: Pero el saldo social es terrible. Espantoso.
Simplemente, suele vivirse con miedo y “miedo al miedo” y temor y pánico y horror.
Bastaría recordar el último informe de una casa encuestadora de que en Veracruz 7.9 (mejor dicho, ocho) de cada diez ciudadanos están convencidos de vivir en medio de la intranquilidad.
El miedo a un secuestro. Una desaparición. Un asesinato. Una fosa clandestina.
La vida sórdida y siniestra en Veracruz. (lv)