La mamá de los pollitos
**El gallo de oro
**Vivir pavoneándose
EMBARCADERO: Se ignora el porcentaje de cada diez personas, pero a mucha gente le encanta caminar en la vida pavoneándose... Siempre, creyéndose “la octava maravilla del mundo”... El Mesías enviado por un Ser Superior para redimir a la tierra... El non plus ultra... El chamán... El gurú... El tlatoani.. Las últimas palabras... Yo, el inmaculado, escribió un emperador... El sicólogo del barrio llama soberbia a esta tentación y debilidad humana... Petulancia... Vanidad... Frivolidad
En el rancho le denominan “El Perdona-vidas”… En la colonia popular “El Mero Mero”… Un feligrés en la iglesia católica y apostólica reza para que “Dios lo libre” de toparse con gente así…
ROMPEOLAS: Las hay en todos los niveles… Incluso, y como regla universal, entre más encumbrada esté una persona, la obsesión protagónica alcanza “la plenitud del pinche poder”… Y se vuelve más encendida que un pavorreal… Casi casi, “la mamá de los pollitos”… Mejor dicho, “el gallo de oro”… Jefe máximo en el gallinero… En todo caso, ha de aceptarse que la vida es así… Humildad y petulancia… Discreción y engreimiento… Bajo perfil y locura en el palenque… Luces y sombras… “Sombras nada más” solía cantar Javier Solís…
ARRECIFES: Desde luego, y como mera presunción, la gente que más se pavonea son los políticos… Claro, claro, claro, quizá los más expuestos por ser gente pública… Y todos los días en el palenque… Y ni hablar, en la vida privada, la vida empresarial, la jornada laboral en la oficina, el taller y el surco, también las personas se pavonean… Y pavonearse significa, entre otras cositas y hechos, mostrar el bíceps y el puño de ser los jefes de jefes… La respuesta estelar en las decisiones tomadas…
ESCOLLERAS: Lo dijo Eufemio Zapata, el hermano menor de Emiliano, el Caudillo del Sur… “La silla del palacio (federal, estatal y municipal) está embrujada porque a todos marea” y hace perder el equilibrio y hasta levitar… Y sentirse el dios terrenal… En contraparte, el proverbio ranchero… Apenas, apenitas, una persona “trepa a un ladrillo se marea”… Basta y sobra, por ejemplo, con otorgar el más sencillo y simple de los poderes a una persona para conocer su madurez sicológica, siquiátrica, moral y social… Digamos, el ejercicio del poder es una de las pruebas máximas para el conocimiento detallado de un ser humano…
PLAZOLETA: En la escuela primaria suelen existir profesores (mujeres y hombres) ordenando a un niño incumplido en la tarea ponerse de pie… Y de inmediato, ordenar que extiendan la mano con la palma hacia arriba… Y luego enseguida, agarrarlo a reglazos hasta mirar en el niño las primeras lágrimas… El maestro, pavoneando su principio de autoridad física, moral y social… Casi casi como aquel dichito de “Aquí mando yo”… Y yo impongo las reglas… Vaya, en los internados de alcohólicos, los encargados suelen agarrar a madrazo limpio a las personas enfermas que porque pronto se curan…
PALMERAS: Además del engreimiento, pavonearse significa mandar a los demás… Y si el respeto ha de ganarse a los puños y/o con medidas autoritarias y dictatoriales, ni hablar… Y cuidado si un subalterno se queja y jeremiquea, porque entonces, le va peor… Y si se trata, por ejemplo, de un empleado, nada como el despido… Y sin liquidación… En el tiempo de los derechos humanos, la ley del garrote y la macana cien por ciento vigentes… Y en la temporada de la igualdad universal, la ley del más fuerte por delante… (lv)